LOST: THE END

Estaba claro que era imposible aclarar tantos misterios en dos horas. Que sería, en parte, decepcionante, pero ¿qué esperabais? ¿Acaso creíais que la isla os desvelaría todos sus misterios? No, queridos, la isla se guarda sus cosas, es reservada y así debe ser. Sino ya habríamos puesto un resort en ella y habría excursiones de espeleología para «ver la luz».

Lo que se nos ha enseñado es una pequeñísima parte de la realidad. Como que al final la isla se decanta por Jack (el Pastor, joder no sé cómo no me dí cuenta antes, pero es lo que pasa cuando prefieres no contaminarte en foros, que se te escapan cosas).

No creo que haga falta explicar nada porque cada uno debe tener su verdad. Pero para mí, lo que pasó, pasó. Es decir, todo lo ocurrido en la isla es tan real como que yo me he levantado a las 06:30 de la mañana de un lunes para acudir a un funeral. Y para decir adiós.

No es la primera vez, ya nos ha pasado antes pero así debe ser. Debemos continuar nuestro camino aunque sepamos que ya no nos aguardarán más misterios, más momentos mágicos, más chistes privados que sólo millones de personas entendemos juntas. Pero esta mañana todos hemos podido llorar juntos la muerte de Jack y hemos podido presenciar esa absurda reunión de ex antiguos alumnos que que de alguna manera nos ha reunido a todos.

La luz, el alma de la isla, no es más que un McGuffin, una excusa que nos ha tenido cinco años anhelando. ¡Pero qué cinco años! Es con eso con lo que me quedo, porque los milagros sólo ocurren en la isla y todo lo que pasa fuera de ella es irreal y no puede alcanzar la redondez perfecta, quizá lo máximo a que podamos aspirar es a la octogonalidad dhármica


Pero llegó la hora, y Locke vuelve a ser Locke; Kate, como la isla, se decanta por Jack; y los guionistas por un místico happy ending que reune a Sawyer y Juliet, que nos devuelve a los koreanos y a Charlie, y a Sayid y… y así hasta no dejar a nadie morir solo. Porque es triste morir solo (y poco cristiano, que parece que por ahí van los tiros entre tanto Jacob, Aaron, etc.).

¿Y ahora qué hay que hacer? Ya nos lo ha dicho Christian. El padre de Jack, el padre de Claire, el padre de todos: to let go. Volver a nuestras vidas tan normales, en las que para tener un flash back sólo has de recordar, y eso no nos lo quita nadie (eso y el dvd para volver a disfrutar las veces que queramos).

Así que poneos a trabajar, freakis, que esta gente se querrá acostar.

Cine para gente ocupada

En estos tiempos de estrés y comida rápida ya no hay excusa para no ver cine por falta de tiempo.

Os adjunto unas muestras que a lo mejor ya conocéis, pero que a mí me han sorprendido:

Pelis en un minuto y en una toma

Que Tarantino se enrolla lo sabemos y nos pone (excepto cuando toda la peli es un puro rollo como en Death Proof, claro); así que esto sería Kill Bill si le quitásemos toda la charla superflua….

Están realizados por estudiantes de la University of York Filmmaking Society.

Si os ha gustado, os recomiendo también Forrest Gump, 28 días después y Star Wars.

Conejitos en 30 segundos

De nuevo resumiendo al viejo Quentin, esta vez con su obra maestra, por cortesía de los conejitos de http://www.angryalien.com/.

Tenéis un montón más en su web pero no puedo evitar recomendar The Rocky Horror Picture Show o Alien.

Cine minimalista

Por último, el colmo de los colmos, pelis resumidas en 5 segundos. Esta vez, nos quedamos con lo que debería haber sido la antes mencionada Death Proof.

Hay toda una corriente de «autores» de estos resúmenes que nos ahorrarán otros coñazos como Titanic o la saga Rocky.

Dibujos que molan!

Estar en proceso de cría de un cachorro de humano tiene muchas desventajas. No las voy a enumerar porque os entrarían ganas de ligaros las trompas/haceros la vasectomía, y tampoco es plan… Lo que me gustaría comentar es que no hay mal que por bien no venga, y es que si eres padre puedes ver un montón de dibujos sin sentirte un poco gilipollas.

No es que haya mucho material interesante en el mundo de la animación infantil (aunque si lo comparásemos con lo que teníamos nosotros es Disneylandia) entre tanta moñada de princesas, las paranoias oligofrénicas de Winie the Puh, y las cancioncillas repetitivas de Dora la Exploradora (a veces me entran ganas de acercarme la Black&Decker a la sien y apretar hasta que cese el soniquete); pero hay unas cuantas series que te parecerán graciosas aunque ya hayas superado con creces la edad legal para votar.

Oye, ¿y Perry?

«Phineas y Ferb» son dos chavales muy inquietos e imaginativos, a la par que mañosos, que en cada capítulo se montan un invento alucinante: una montaña rusa, una estación de esquí con una máquina de granizados o un viajecito en el tiempo. Su hermana adolescente tratará de chivarse (¿por qué son siempre las hermanas las chivatas?), pero irremediablemente todo el tinglado desaparece antes de que su madre pueda verlo. Su mascota es Perry el Ornitorinco (un agente doble encubierto que defiende el planeta de su archienemigo, el traumado Dr. Doofenshmirtz) que en cada episodio desaparece en una de sus misiones.


Sus tramas son disparatadas y ágiles y los diálogos son realmente graciosos. Su estilo gráfico, de colores brillantes y formas geométricas, en la línea «Tex Avery», pretende que los personajes tengan líneas simples que permitan a los niños dibujarlos fácilmente, y que sean identificables por su silueta, justo como le gusta a Matt Groening.

La serie se estrenó mundialmente en 2008 y se emite en Disney Channel.

Cuidado con lo que deseas…

«Los padrinos mágicos» son Cosmo y Wanda y su protegido es el pequeño Timmy Turner, un looser al que ignoran hasta sus desquiciados padres y mangonea su niñera. El pobre realmente necesita mucha ayuda, así que en cada capítulo aprovecha la negligencia de Cosmo como «hado» para pedir los más estúpidos deseos y armar algún estropicio que Wanda tendrá que solucionar.

Todo ello con un ritmo vertiginoso y un humor irreverente. Los gráficos coloridos pero siempre bordeados por una gruesa línea negra recuerdan a otras estupendas series de finales de los noventa como «El laboratorio de Dexter o «Las Supernenas» (los Padrinos empezó a emitirse en en 1998).

Además de la serie, existen varios capítulos alargados que son de lo más apetecibles (¿soy muy freak?). Aquí un ejemplo de lo que se estrenará próximamente:
Por cierto, se emite en Nickelodeon.


¡¿Quén vive en la piña en el fondo del mar?!

«Bob Esponja» es lo más freak que ha parido madre. Con su inseparable/insoportable amigo Patricio, el furibundo Calamardo (que le detesta (y no me extraña porque no sólo trabaja con él en el Crustaceo Crujiente sino que encima es su vecino), el avariento Sr. Cangrejo y Placton, cuya maldad es inversamente proporcional a su tamaño, esta expresiva esponja de irrefrenable entusiasmo y tierna inocencia nos rejuvenece cada vez que nos sumergimos en su entrañable Fondo de Bikini.

Los que no hayáis visto «Bob Esponja: , La Película» y todavía no sabéis lo que es un Goofy Goover…. ¡no sé en qué estáis pensando!

La serie se puede ver en Clan y en Nickelodeon.

Y ahora, a cantar…

Pero antes, cuéntanos cúales son tus dibujos favoritos…

What is fun?? HERE…Let me spell it for you!

F is for Friends who do stuff together.

U is for You and me.

N is for Anywhere and anytime at all.

Down here in the deep blue sea!

F is for Fire that burns down the whole town.

U is for URANIUM…BOMBS!

N is for No survivors when you’re

Plankton! Those things aren’t what fun is all about!Now, do it like this

F is for Friends who do stuff to

Never! That’s completely idiotic!

Here, Let me help you…

F is for friends who do stuff together.

U is for You and me, TRY IT!

N is for Anywhere and anytime at all.

Down here in the deep blue sea!

Wait…I don’t understand …I feel all tingly inside…Should we stop?

No! That’s how you’re supposed to feel!

Well I like it! Lets do it again!

Okay!

F is for Frolic through all the flowers.

U is for Ukelele.

N is for Nose picking, chewing gum, and sand licking.

Here with my best buddy.

(Laughing part)

Down in the deep blue sea.

El incorregible Bill Murray

Es posible pensar que la comedia recondujo la juventud de un William James Murray al que, a sus 20 años, acababan de expulsar de la Universidad de Denver tras ser arrestado por posesión de marihuana (de niño había sido ya expulsado de los Boy Scouts y de la Little League, que son lo que nosotros conocemos por las pelis como las ligas menores de baseball). Pero yo creo que es la comedia la que se recondujo gracias a la providencial afición de Murray por la transgresión de las normas (y el gusto por las drogas blandas).

Se enroló entonces con una compañía cómica de improvisación, trabajó para la radio y el doblaje, hasta que le llegó la fama a través del programa de la NBC Saturday Night Life cuando entró en plantilla para sustituir al plasta de Chevy Chase, que dejaba el programa para poder torturarnos desde la pantalla grande.

En 1979 se estreno su primera película, «Los incorregibles albóndigas (Meatballs)»,uno de los primeros ejemplos de lo que los americanos llaman «slob comedy» ( y que digo yo que será lo que nosotros llamamos «comedias gamberras»), en la que interpretaba ya el que sería su papel habitual: un caradura encantador, sarcástico y carismático, que permanece aparentemente impasible ante cualquier circunstancia con una irónica sonrisa.

Durante la década de los ’80, su popularidad alcanzó la categoría de estrella gracias a éxitos como «El club de los chalados (Caddyshack)», «Los cazafantastas (Ghostbusters)» (…Who you are gonna call), o «Los fantasmas atacan al jefe (Scrooged)»; y pudimos ver su cara de cráter en otras comedias de cierto interés como «Tootsie» o «La pequeña tienda de los horrores «The little shop of horrors«.

Pero aunque ya antes había hecho algún intento de diversificar su registro, fue en los ’90 cuando participó en auténticas joyas de la comedia como «Atrapado en el tiempo (Groundhog Day)» (que no, que no se titula «El día de la marmota»…) o «Ed Wood«. Además comenzó su colaboración con Wes Anderson.

«Atrapado en el tiempo» es una de esas pelis que vuelves a ver siempre que te la encuentras zapeando un domingo por la tarde. Parece que las peripecias de Phil Connor en Punxsutawney (vamos, Pansatonic) durante un obsesivo 2 de febrero no nos cansan. De hecho me da la sensación de que a más de uno le gustaría tener la oportunidad de poder «ensayar» un poco en lugar de que cada cosa que haces en la vida pase a ser la «versión definitiva de una gran cagada».

En «Ed Wood» (sin duda lo mejor de Tim Burton), Murray interpreta a Bunny Breckinridge, un actor y drag queen que nunca ocultó su homosexualidad ¡y que llegó a plantearse el cambio de sexo en los ’50!, imprimiéndole al personaje la dignidad y distinción que requería.

Las películas de Wes AndersonRushmore«, «Los Tenenbaums«, «La vida acuática de Steve Zissou (Life Accuatic)» y «Viaje a Darjeeling«) parecen perfectas para la fingida inexpresividad de Murray, donde parece que ésta se contagia al resto de personajes en unas historias a las que, francamente, no les pillo el hilo del sueño que me dan. Que digo yo que para qué quiere Anderson esos repartos si después les pide a todos que pongan cara de sonámbulos…

Pero el espaldarazo definitivo le llegó ya en el siglo XXI al bueno de Billy con «Lost in Translation«, en la que básicamente hace de sí mismo, y por ello se llevó un Oscar (lo que no significa gran cosa) y un puñado de buenas críticas (que tampoco sé yo…). A mí, la verdad, la peli me hace sentir a ratos lista y a ratos totalmente estúpida y estafada por la niña Coppola


Donde no me esperaba encontrar a Murray, haciendo más de sí mismo que nunca (literalmente, de hecho), es en «Zombieland» (grandiosa comedia y una de las mejores cintas de muertos vivientes que se han hecho).

Haciendo todo este recorrido por su carrera me he dado cuenta de que:

  1. Bill Murray, en realidad, ¡no es nada gracioso! O por lo menos no soy capaz de recordar un momento en su filmografía que me haya hecho reír y sin embargo sus películas dejan un poso de comedia (aunque también otro de amargura…)
  2. Tampoco es muy buen actor, o no puedo recordar una gran interpretación suya, esa interpretación memorable que me haya emocionado. De hecho casi todo lo que hace es ponerse ahí delante de la cámara y ser Bill Murray mientras recita sus frases (pero si está en el reparto me apetece ver la película aunque después a veces me decepcione).
  3. Nuestra debilidad por algún artista tiene mucho que ver con cosas irracionales que es difícil explicar.
  4. En contenido de esta entrada es poco probable que interese a mucha gente más que a aquellos que sufran de debilidad por actores supuestamente cómicos y dudosamente atractivos con filmografías parcialmente olvidables.

Pelis de culto personal y familiar (I)

Mencionar «Cuenta conmigo» en el post sobre Stephen King fue como dar un mordisco a la magdalena de Proust: se destapó la caja de los recuerdos y ahora están desparramados por todas partes…

«Todo en un día (Ferris Bueller’s Day Off)» (1986)

Antes de dedicarse a jornada completa a ponerle los cuernos a Sarah Jessica, Mathew Broderick fue actor. Sí, aunque los más jóvenes quizá no lo creáis, allá por los ’80 este adolescente perpetuo (le pasa como Ralph Macchio o Kirk Cameron, otros actores descatalogados de su generación, que parece que les dieron medicación para gimnastas chinas) lo estaba petando en Hollywood.

La peli que os comento debió de estar en la cumbre de sus logros (lo del Inspector Gadget no lo quiere recordar ni su abuela por si la humillan sus compañeras de la residencia). Era una peli muy de videoclub, una peli que habría que revisitar en calidad Betamax, con una raya por el medio de la pantalla, como Dios manda.

Nosotros la vimos en el vídeo comunitario, que era una especie de canal pirata pionero que, para evitar el control policial (supongo, porque la SGAE todavía no estaba en el ajo) cambiaba los títulos de las películas y así «Águilas de acero» se convertía en «Halcones de hierro» y ala, a emitir…

El prota de la peli, el Ferris Bueller del título original, era un auténtico as del escaqueo (y mi héroe personal) que planea una escapadita del instituto con su novia y su mejor amigo para pasar el día en Nueva York, durante el cual les ocurren toda clase de aventuras. Para ello debe dar esquinazo al Director del instituto, interpretado por un actor tan encasillado que cuando le veías en una peli ya sabías que era el malo (curiosamente ha trabajado en un par de pelis de Tim Burton -véase «Bitelchús» y «Sleepy Hollow»-).

La peli me gusta sobre todo por su ritmo (siempre están pasando cosas muy divertidas) y por el optimismo que contagia: es estupenda para ver en un momento de bajón. Aunque hace mucho que no la veo, estoy segura de que no me decepcionaría si la volviera a ver. Habrá que buscarla…

«Howard, un nuevo héroe (Howard the Duck)» (1986)

Esta peli no tiene perdón de Dios. No, en serio, no se salva nada. Aunque esté basada en un comic de terror de Marvel de los años ’70, producida por George Lucas o tenga entre su reparto a uno de los actores américanos que más me gustan (Susan, my dear, si has dejado a Tim por esto, te comprendo perfectamente…), el resultado es un bodrio de vergüenza ajena, el pato de marras tiene la misma gracia que Jomeini y además, ¡¡el malo es el mismo que en la peli de Broderick!! Vamos, un primor.

Lo que pasa es que es la primera película que vimos en casa cuando mi padre compró el vídeo (VHS, ¿eh?), y apuesto a que todos os acordáis de esta «primera vez» tan especial, ¿a qué sí?

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Pelis de culto personal y familiar( II)

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Mientras él escriba, leeremos buenas novelas


Si alguna vez había tenido alguna reticencia hacia el autor de «Cujo» («escritor de Best Sellers», «del terror y la ciencia ficción no puede salir nada serio», «escribe libros como si fabricara Ford Ts»), ahora me declaro ferviente admiradora de uno de los novelistas más grandes que ha dado esta época de entre siglos en que vivimos.

Stephen King es a la literatura lo que Hitchcok al cine: son autores que buscan la satisfacción del gran público y que además ¡lo consiguen! Sus obras son comerciales y poco pretenciosas, pero además tienen destellos de genialidad y la suficiente carga de profundidad para enganchar a audiencias más exigentes, siempre que estas estén libres de prejuicios.

Con «La torre oscura», su proyecto más ambicioso, King nos arrastra a un mundo salido de la imaginación de una mente híbrida entre Tolkien y Sergio Leone, y desde ese momento hace que la búsqueda de Roland también sea nuestra, y que el hombre de negro, sea también nuestro némesis.

Pero lo que de verdad me ha dejado boquiabierta es su ensayo «On Writing (Mientras escribo)». Impresiona (quizá por ser la primera vez que «oía» su verdadera voz sin el filtro de un personaje y una historia) la sencillez y claridad con la que explica sus argumentos y el compromiso que demuestra con toda una vida dedicada a contar historias.

Todo ello unido a su habitual sentido del humor lleno de ironía, hace que la lectura de esta clase magistral sobre el oficio del novelista y el difícil proceso creativo sea un auténtico placer.

Me gustó especialmente su definición de la escritura como un intercambio de mensajes telepáticos con el lector a través del tiempo y la distancia. Lo convierte en un acto muy íntimo con otra persona que puede llegar a adquirir cierto grado de «magia» cuando se consigue transmitir una emoción. Es por esto que leemos… y que escribimos.

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¡Larga vida a King!

Nunca me había considerado fan de Stephen King, aunque sí había leído (y disfrutado mucho) algunas de sus novelas: con «El misterio de Salem’s Lot» me pasé el verano del ’93 durmiendo con la persiana bajada (si bien es cierto que mi filia/fobia por los vampiros viene de antiguo).

«Needful Things » (el título en español es «La tienda», pero los que lo hayáis leído estaréis de acuerdo en que es mucho peor) me pareció escalofriante, pero más que por cualquier fuerza sobrenatural, por el propio egoísmo del ser humano en su sentido más material y por cómo demuestra que somos esclavos de lo que poseemos (no sé si King pretendía reflejar esto, pero ya sabéis que la literatura finalmente no es de quien escribe sino de quien la lee, y bla, bla, bla…).
Tanto «La mitad oscura» como sus recopilaciones de relatos más breves, esos de «después de media noche» me resultaron tan intrigantes como entretenidas y siempre impregnadas de ese ambiente tan reconocible, tan Castle Rock, que hace que te sientas como en casa (suponiendo que tu casa se encuentre en una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra en la que todos sus habitantes ocultan algún inconfesable secreto y los extraterrestres/vampiros/infraseres por determinar acechan a la vuelta de cada página).

La Stephen King’s experiencience no se reduce solo a la lectura, ya que como sabéis, su obra se ha colado en las salas de cine/videoclubs/teles/e-mules varios, muchas veces con más pena que gloria:

De las adaptaciones que conozco, las que más me gustan son, y no necesariamente en ese orden: «Carrie», «El resplandor», «La zona muerta», «Misery», «Dolores Claiborne» («Eclipse Total») y «La milla verde» (la mayor parte del resto se podrían describir utilizando un abanico de calificativos que abarcan desde «simplemente malas» hasta «menuda labia el productor que haya conseguido llevar a cabo tamaña bazofia inmunda», incluyendo «La rebelión de las máquinas», dirigida por el propio King, que ya hay que tener cuajo…
Sin embargo una de sus adaptaciones no es que me guste, sino que es una de nuestras pelis de culto en casa. Se trata de la conversión del relato «The body» en la película «Stand by me» (Cuenta conmigo), de Rob Reiner. Una nostálgica historia sobre el final de la infancia con un casting muy ochentil (se estrenó en 1986, curiosamente el mismo año en que King perpetró «La rebelión de las máquinas») que incluía a uno de «los dos Corey» (el que sigue vivo) y uno de los Phoenix (el que está muerto).
Decía que nunca me había considerado fan de Stephen King, pero la recomendación de un amigo al que nunca estaré lo bastante agradecida, lo ha cambiado todo. Pero eso os lo cuento más tarde porque esto me está quedando un poco largo…
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HOY, GRAN INAUGURACIÓN

Aquí estamos… estrenando habitación. Aunque todavía estoy decidiendo el color de las paredes y cómo colocar los muebles ya es un lugar que puedo llamar mío, y a la vez, un mini púlpito desde el que hablar de aquello que me interesa y me emociona o de «soltar a los perros», si hace falta, para todo aquello que detesto o me aburre.

No voy a comenzar con un manifiesto (aunque no prometo nada, que yo soy muy amiga de un Dogma… ), sino sólo con un único compromiso: la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad.