Mi primer meme ¡chispas!

Queridos amigos:

Para los que no estéis puestos en la materia, los memes son (según zapin.info) «conversaciones distribuidas que se van contagiando de un blog a otro, de manera que el blog que origina el meme es enlazado desde muchos otros blogs y recibe muchas visitas, dependiendo del éxito del mensaje».

Este en concreto lo originó Sonia, y me ha parecido muy propio para El Club, así que me he apuntado a seguirlo…

1. ¿Cual es la obra que más veces has leído?

«Orgullo y Prejuicio» de Jane Austen. Una de las mejores novelas de la literatura universal, con la que además, me pongo «to tonta».

2. ¿Cuál es el último libro que has dejado a medias?

«El almuerzo desnudo», de William Burroughs. Uf, me parece que ya se me ha pasado el arroz de creerme superintelectual cuando leo algo sobre lo que no entiendo ni jota.

3. ¿Qué te puede llevar a preferir una lectura en vez de otra?

El estado de ánimo. A veces me apetece literatura de la «güena«, pero otras sólo me apetece distraerme y que las páginas vayan pasando sin tener que pensar demasiado… Sobre todo en verano, que se ve que se ablandan las meninges, me da por los best seller facilones.

4. ¿Recomiendas libros con frecuencia? ¿Qué libros recomiendas más?

Recomiendo, recomiendo (a veces hasta la pesadez). Sobre todo los de Jane Austen, que si no fuera porque la pobre hace tiempo que está criando malvas, pensaría que soy su apoderao. También los de mi otra debilidad: Irvine Welsh. Ah! y Mariane Keyes, no os la perdáis que es divertidísima. Es lo que leería Samantha Jones si se quedara en casa un sábado por la noche, que es mucho pedir…

5. ¿Cuál fue el último libro de poemas que leíste?

Una vez me dio por leer «Soledades» de Góngora, pero me entró un agobio terrible y tuve que parar, no fuera que me diera un chungo

6. ¿Cuál es tu momento preferido del día para leer?

Pues…. sé que está feo decirlo, pero en el baño se lee divinamente…

7. ¿Recuerdas el primer libro «serio» o adulto que leíste?

«La noche de la iguana», de Tennessee Williams. Tendría 12 años y lo cogí de la librería de casa y mi padre me pegó la bronca porque era «para mayores». Y yo me quedé pensando: «¿pero eso no es para las pelis…?» Seguro que ni lo entendí. Lo tendré que releer a ver de qué iba la vaina…

8. ¿Te gusta ir al teatro? ¿Y leer teatro?

Me ENCANTA el teatro. Me fascina tener a los actores representando una historia en directo para mí. Me da igual que sea Eurípides, Wilde, Lope de Vega o Luis Felipe Blasco.

Leer teatro también me gusta mucho (me lo represento a mí misma en mi cabeza y pongo voces y todo).

9. ¿Lees con frecuencia libros que no sean literatura (filosofía, divulgación, biografías, guías de viaje, comics…)?

Leo muchos ensayos y comics, bueno, más bien novela gráfica de temática adulta (no necesariamente sexual, eh?).

10. ¿Prefieres comprar libros o aprovecharte de las bibliotecas? ¿Te gusta curiosear en los mercadillos de libros (Feria del libro, libreros antiguos y de viejo…)?

Carnet de la biblio desde los 11 años… Me encanta pasear entre las estaterías y encontrar «joyitas ocultas». Eso sí, soy de las que siempre se retrasan con la fecha de devolución, un desastre…

Los mercadillos también me gustan, pero no los frecuento por pereza.

11. Cuando acabas un libro, ¿cuánto tardas en empezar otro? ¿Lees puntualmente o siempre tienes un libro entre manos?

Pues ahora tardo lo que se tarda en pulsar dos botones, es lo que tiene el e-book… Sí, siempre tengo un libro entre manos: ahora mismo «El lobo estepario» de Herman Hesse, que por cierto me está costando un poco meterme, y eso que a veces me siento superidentificada, oye.

12. ¿Has escrito alguna vez algo que consideres literatura? ¿De hacerlo, tendrías algún género al que te inclinases más?

Lo que me gusta escribir es el artículo periodístico, por eso lo del blog. A lo que más me podría aproximar es al ensayo. La novela no es para mí, me dan pena los personajes y no me gusta meterlos en situaciones desagradables.

13. ¿Qué libro deseas leer y jamás lo has hecho?

«El Ulysses«, de Joyce. Pero todavía no estoy preparada. Tal vez nunca lo estaré…

14. Un best seller que no tengo el más mínimo interés en leer

Pues ya no me atrevo a decir de este libro no leeré, porque yo despotricaba de «Los pilares de la tierra» de Follet, y resulta que me pillé una enganchada con él este invierno que no dormía por seguir leyendo, así que…

15. Un libro que nunca terminaré

Pues a este paso «La Biblia», porque además de largo, tiene partes que son un auténtico tostón (otras están muy bien, que conste).

16. Un libro infumable

Oye, pues no termino de caer en ninguno… Debe de ser porque me parece tan meritorio escribir algo de principio a fin y que encima te lo publiquen, que me cuesta mucho criticarlo…

No sé, el caso es que películas infumables puedo nombrar cientos….

17. Un libro que me sorprendió

Todo el rollo de los Crepúsculos me ha dejado muerta. Todos los libros de la saga son superadictivos y me hubiera encantado escribirlos a mí (y ser millonaria ahora, claro).
Si por una extraña razón te interesa saber más sobre lo que leo, haz click aquí.

Parecidos razonables: Chandler Muriel Bing

Cuando hice el test de Facebook «¿Qué personaje de Friends eres?» me salió Rachel, es decir, superficial y frívola.

Como os podéis imaginar me lo tomé tan mal como ella cuando Ross hizo la famosa lista (sí, la de «los tobillos gordos y sólo una camarera») porque, para qué nos vamos a engañar, las críticas no le gustan a nadie, aunque se ajusten a la realidad (¿a quién no le apetece muchas veces hacer algo «superficial y vulgar»?).
Lo que más me molestó no es que me dijeran en mi cara misma que soy menos profunda que el Alberche en sequía, sino que el test no confirmara lo que yo siempre había pensado: que mi alma gemela de Friends es Chandler (pues hija, cómo te pones por eso; pues sí, tampoco es para tanto, la verdad…)
¿Qué en qué me parezco yo a Chandler Bing? En tres cosas fundamentalmente (además de en que nos ponemos fondones entre temporada y temporada y en una ambigüedad sexual TOTALMENTE infundada, claro):
1. En que utilizamos el sentido del humor como mecanismo de defensa.

No lo puedo evitar. En general, si estoy tranquila o me encuentro cómoda, entonces el chascarrillo es mi hábitat natural y como tenga un «público» medianamente receptivo, monto el show y despliego mi vis cómica.
Pero si estoy nerviosa o me encuentro en una situación incómoda, el hacer chistes (casi siempre de los malos!!) se convierte en una necesidad imperiosa (mira, como el caballo de Gil! Uf, se vé que hoy estoy atacá…)
Además soy de estirar mucho la broma, con lo que me pongo en situaciones de lo más desagradables y luego al intentar salir del «jardín» acabo pisando las flores.


Chandler rompiendo el hielo…

2. En que salimos fatal (y cuando digo fatal, en realidad quiero decir de puta pena) en las fotos:

Es que no sé qué pasa, que por mucho que pose, cuando por fin el fotógrafo dispara (que hay que ver lo que tarda alguna gente en hacer una foto, por dios, que se creen Ouka Leele) se me cierran los ojos y pongo cara de chino haciéndose el sueco cuando le estás diciendo que te ha cobrado un arroz tres delicias de más.

Sobre esto, está claro que una imagen vale más que mil palabras:


Lo mío no lo arregla ni Annie Leibovitz….

No me digáis que no es para acordarse de la madre que parió a Robert Capa.

3. En que nadie sabe muy bien a qué nos dedicamos:

La gente me pregunta a qué me dedico y yo contesto: soy Bid Manager. La mayoría asienten mientras dicen: ehhhhhhhhhhhhhhh…………… Si estoy con ganas (o les quiero amargar la tarde) se lo explico, pero casi siempre pongo la misma cara que si hubiera dicho: peluquera. Y es curioso que mucha gente se queda tan ancha, hay que ver, con tal de no reconocer que no tienen ni fucking idea…

Yo también trabajo con Robots….

En resumidas cuentas, si el resultado del test hubiera sido: graciosilla insegura, sin fotogenia pero con un trabajo inexplicable, me hubiera quedado mucho más contenta.

Qué cosas…

Kung Fu Movie: Comienza la odisea

Domingo 27 de Junio, 2010

07:10 a.m.

En algún lugar recóndito de la Ciudad 70 (Coslada, Madrid)

Temperatura: sorprendentemente fresca para principios de verano.

Pronóstico meteorológico: probabilidad de lluvia del 75% (mierda!). El cielo TOTALMENTE encapotado y la pertinaz lluvia caída durante la noche no parecen presagiar nada bueno… pero «abre, abre, esto fijo que abre» (ante todo optimismo).

El portal del Valero tiene la misma pinta que si todos sus vecinos padecieran síndrome de Diógenes: cajas, palos, más cajas, más palos, cestas, trastos varios tanto identificados como sin identificar (pero ¿qué coño pinta una guitarra española en una peli de chinos…?).

El día anterior se terminaron las últimas compras: el Cobo Calleja es un lugar extraño que encarna lo más siniestro del consumismo occidental (y del intimidante regateo oriental) en el que como mínimo hay que llevarse 16 rollos de cuerda y las cortauñas en cajas de 5 (¿qué puñetas se puede hacer con 5 cortauñas?) Pero al final la peluca del prota la compramos en un «Todo a 100» atendido por un español 100% (esto no es racismo, sólo me limito a los hechos…).

Cargamos los coches con la inestimable ayuda del Gocho y ponemos rumbo a la pisci (sujetando los dichosos palitos en las curvas no nos cargaremos el parabrisas….). Los empleados del ayuntamiento esperaban un día tranquilo, pero se quedan con cara de WTF cuando empezamos a descargar el arsenal en su párking.

Poco a poco empiezan a llegar los talentos: Kabuto y Yoman hacen una entrada a lo Starsky y Hutch (la madre que nos parió, ya estamos dando el cante…), y el Isra (a.k.a. mi hermano) que ha llegado en bici (no, desde Madrid no, sólo desde la estación…).

El set es un barrizal, pero somos inaccesibles al desaliento, y las risas ya han empezado: va a ser un gran día! Hay que montar los puestos y la decoración, colocar el atrezzo, soportar el bacile sobre el Orgullo Gay

Poco a poco empieza a llegar la figuración, las chicas han venido casi todas ya vestidas y maquilladas de casa. Los chicos no, así que nos damos un festín de variopintos gayumbos poligoneros

El Peri no ha venido. No hay problema, surge un espontáneo: el Milupa se deja maquillar al estilo de la ópera de Pekín versión «la 70». Su novia disfrutando en plan sádico mientras le ponemos los ojos como a Amy Winehouse.
La policía hace acto de presencia en el parking piscinil pero se limitan a analizar un poco la situación antes de preguntar qué vamos a hacer. Cuando les dicen que vamos a rodar un corto se van tan tranquilos después de desearnos que lo pasemos bien. Qué enrollados!

Mientras tanto, los puestos ya están montados así que empieza el rodaje. Valero, megáfono en ristre, empieza a dar instrucciones.
Comenzamos a deambular por el mercadillo, pero no es posible dar un paso sin lanzar una carcajada (imagínate a 40 personas vestidas de chinos):

  • El vendedor de armas italiano no sé de dónde lo han sacado, pero tiene un futuro increíble en esto de la interpretación.
  • Igual que la bailarina de danza del vientre, que los tiene a todos flipados
  • El del puesto de Anticrisis casi me vende una camiseta de verdad, de lo convincente que resulta.
  • Me echo unas risas con el de la guitarrita de marras mientras me cruzo con un Hare Krisna ¿?
  • Me doblo de risa viendo al carnicero ahí agazapado con el cuchillo sanguinolento en la mano.
  • Pero cuando ya no puedo más es cuando me encuentro al Favio metido en la jaula de los hurones atado con una cuerda de la cabeza a los pies («sí, riéte, pero no veas como pica la cuerda!»). Dios mío,no sé que va a salir de esto.

Hay que repetir muchas veces porque todos estamos partiéndonos o mirando a cámara. Al final parece que ya nos vamos acostumbrando y nos ponemos en plan «pro».

Me toca decir mi frase. Oye, pues como que me ha sabido a poco…

Al final sólo hemos podido grabar la mitad de escena, así que habrá que volver… Recogemos todo, que no queremos problemas y nos vamos a casa después de liquidar el cátering.

Lo peor: el barro y que se me ha roto la mesa de picnic (claro, con cuatro tíos como castillos sentados fingiendo comer espaguettis, no me extraña, pero bueno, qué se le va a hacer…)

Lo mejor: volver a ver a un montón de gente y echarnos unas risas gloriosas (Toño, el Javi, etc.)

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Kung Fu Movie: Segunda sesión colectiva

Pelis de culto personal y familiar (II)

«El club de los cinco (The Breakfast Club)», 1985

Escucha el temazo de Simple Minds para disfrutar del post en todo su esplendor.

Acabo de revisitar (los cinéfilos no volvemos a ver las películas sino que las revisitamos, somo así de pedantes…) esta peli de culto adolescente en este el año de su vigésimo quinto aniversario. No sé deciros si está pasada de moda o sigue vigente: a mí me sigue gustando y no puedo ser demasiado objetiva…


La historia tiene lugar durante un castigo y cuenta como cinco alumnos, a priori totalmente diferentes al pertenecer a 5 categorías de la variada fauna estudiantil (la popular, el empollón, el deportista, el gamberro y la inadaptada), acaban por darse cuenta que tienen los mismos problemas: básicamente sus padres. Es muy adolescente (y ley de vida) echarle la culpa de todo a tus padres, algo que se puede explotar hasta que se cumplen los 30, a partir de ahí, cada uno a cargar con su culpa).
Supongo que al verla por primera vez a la edad que se supone que tienen los protagonistas (que es mucho suponer) hace que te identifiques con estos personajes y te entusiasmes con sus peripecias tratando de revelarse contra la autoridad.

El Director Vernon como sosias del también sufrido Skinner.

La frase: «Todos somos unos depravados, lo que pasa es que algunos disimulamos mejor que otros».

El caso es que esta comedia en realidad intrascendente ha pasado a la historia y forma ya parte de la cultura pop (yo me enteré por un artículo de Mariló García- y aprovecho para recomendar fervientemente su blog http://yonomeaburro.blogspot.com/ -en la Cinemanía de Mayo, y he encontrado algunas cosillas más para ampliar el tema).

Ya en 1986, los cachondos de «La matanza de Texas 2» parodiaron el cartel:


Y hace un par de años, lo volvieron a hacer con otra peli:


El temita del «desayuno» daba pie a este tipo de bromas:

Este rapero también forjó su tierna pubertad a golpe de pelis teen en los ochenta:


Ni siquiera el mundo del comic se ha olvidado de la película:

Y los fans de la serie odian este anuncio, pero la versión de New Found Glory del tema de Simple Minds no está mal, ¿no?

Hasta he encontrado un jueguecillo en flash en plan aventura en el que manejas a Bender:

Otros ejemplos de que «The Breakfast Club» no está ni mucho menos olvidada:

Por Michael Rosenthal


Del Betablog de Brandrepublic

De la Galería de Etchasketchist

Por Jay Ryan

Por Madaboutmovies

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Ben X o el infierno son los otros


Ayer por la tarde un colega al que estoy echando una mano con el formato de su guión me recomendó una película que no conocía «sobre un tío que juega videojuegos, pero que es mazo profunda». La verdad es que estuvo a punto de pasármela (me dijo: «La tienes que ver» ) pero nos pusimos a hablar de otra cosa y a los dos se nos olvidó el tema hasta que estaba yo ya en la escalera y él en la puerta despidiéndome: «Bueno, te la paso otro día».

Entonces me fui a casa y resulta que estaba viendo la tele cuando, al salir escupida de la programación colada de los viernes por la noche (en todas partes andaban lavando trapos sucios), empecé a explorar los canales por cable y descubrí con asombro que en Cinemateka estaba a punto de empezar «Ben (en su versión original en flamenco con subtítulos).
¿Casualidad? ¿Destino? ¿Ley de la Atracción? Cuanto menos, inquietante, ¿no? Lo que tuve claro en ese momento es que la tenía que ver…
Ben X es un film belga dirigido 2007 por un tal Nic Balthazar que trata sobre un adolescente con Síndrome de Asperger, un tipo de autismo que se caracteriza porque las personas que lo padecen carecen de empatía (una especie de ceguera emocional). Además, como en la mayoría de los autistas, su cerebro se concentra en temas específicos lo que les hace parecer superdotados (Wikipedia, Dios te guarde).
Los padres de Ben se han empeñado en que vaya a colegios e institutos «normales» (me parecía algo inverosímil, como muchas otras cosas que ocurren en la peli, pero por lo visto está basada en hechos reales, así que….), lo que para él es una tortura permanente ya que es el blanco de los abusones de su clase y de las burlas de casi todos los demás compañeros. Su única vía de escape es el juego Archlord online, un lugar donde se convierte en Ben X y donde puede dar rienda suelta a su vida interior y llevar a cabo lo que no puede hacer en la vida real. Allí es capaz hasta de establecer una relación con Scarlite, otra joven jugadora.
La película se podría subtitular fácilmente con la famosa frase de Sartre «El infierno son los otros». Porque aunque Ben tiene un problema muy serio de falta de comunicación, sí tiene una intensa vida interior que no puede transmitir; pero sus compañeros de instituto neurotípicos (o sea, como tú y como yo) tienen unos problemas de imbecilidad crónica y de intolerancia kukluxklánica que los hace de lo más abofeteable. Esto unido a la indiferencia general, la mezcla de incompetencia y de impotencia de las autoridades docentes y médicas y la incapacidad desesperada de su familia («siempre tiene que morir alguien para que hagan algo»), hacen que nos temamos un final más trágico que el de los Romanov.

La atmósfera claustrofóbica, aunque algo excesiva, que ha creado Balthazar funciona bastante bien y la historia de Ben es una crítica evidente de nuestra sociedad: la incomunicación en la era de las comunicaciones, el aislamiento (el fenómeno japonés de los Hikikomori o niños caracol se está extendiendo sorprendentemente por todo occidente), la severa violencia de nuestros adolescentes (matanzas perpetradas por estudiantes, ya no sólo en institutos americanos, y todo tipo de abusos que incluyen la utilización de móviles e Internet para su difusión).
Ojo, semi spoiler!
No se puede decir que sea una peli que se disfruta, puesto que es (quizá demasiado) dura y brutal, pero si puede servir para remover algo las conciencias y consigue inquietar al espectador despertando su instinto homicida más vengativo, lo que creo que podría abrir un debate sobre si el salvajismo finalmente no es innato al ser humano, por mucha electrónica que utilice.
La historia, sin embargo, no termina de emocionar y el desenlace, si bien no se puede tachar de predecible, sí es inverosímil, algo absurdo y escapista.

Pearl Jam y mi juventud perdida


Esta semana Rock Reaktor (Radio 3) ha dedicado su programa a esta banda que, como a muchos de los que estamos más cerca de los 40 que de los 30, nos está acompañando a modo de score a través de nuestras peripecias vitales (o esta cagada con momentos de brillantez que llamamos vida…)

El descubrimiento de Pearl Jam me pilló en ese pequeño infierno lleno de inseguridades y esperanza conocido como Secundaria. Mi primo David, que es tres años mayor (cúanto se notaban a veces esos tres años y poco otras…), nos trajo a casa el «Ten» en vinilo y mi hermano se lo grabó en una TDK que tenía por la otra cara Alice in Chain (de los que siempre me atrajo esa oscuridad sin límites). Son incontables los viajes en coche y las «post raves» (o mañanas de bajón) que habrá amenizado esa cassette en años sucesivos.

Si Nirvana se adaptaban como un guante al lado más depresivo de finales de mi adolescencia, Pear Jam eran la rabia, la rebeldía y el grito de batalla encarnado en la voz de Eddie Vedder. Era una época en la que todo estaba por escribir, donde cada experiencia era «la primera vez», donde te sentías atrapado entre la multitud de opciones porque TODO ERA POSIBLE.

Entonces había que tomar decisiones, aceptar desengaños, asumir los errores, pedir perdón, ya sabéis… madurar. Y este es el camino que han seguido también en paralelo Pearl Jam, negándose a permanecer anclados a un estilo a medida que sus propias vidas les llevaban por diferentes caminos.

«Yield» coincidió con la llegada de una nueva esperanza una vez alcanzado ese punto en que, tras sucesivas crisis de identidad, acabas por reconocerte a ti mismo y empezar a querer (vale, sí, siempre con algún toque de autocompasión) a esa persona bastante perdida y que, como Walt Whitman, alberga multitudes, que eres tú mismo.

Pero esos momentos de lucidez se vuelven a ver enmarañados entre la multitud de sucesos de finales de los 20 y principios de los 30, periodo en el que te acaban pasando las cosas que definen lo que será el resto de tu vida: trabajos que acaban por dibujar qué será tu carrera; relaciones (cortas, largas, one off; tormentosas, felices, carentes de sentido) que te marcan emocionalmente; amistades que pasan y amistades que perduran; viajes y experiencias que te enriquecen o que te llevan hasta límites inesperados…

De esa forma cuando en los 30 echas la vista atrás, descubres que además de tus grandes éxitos tienes una colección de rarezas y caras B dignas de un recopilatorio, algo así como tu «Lost Dogs» particular.

 


Y la vida sigue, y el mundo cambia, y la movida en el nuevo siglo está en Internet, y los Pearl Jam que son muy cucos, editan allí sus discos; y yo, que siempre llego un poco tarde a todo (pero hay que saber llegar, como dice la Ranchera) he empezado a dejar de ser sólo usuaria para tratar de aportar algo y de paso seguir rayando a mis amigos, ahora en formato digital.

Una nueva reinvención de mí misma, una nueva etapa, un nuevo comienzo («back again and back again«) y por supuesto, una nueva esperanza para seguir soñando y para creer que la vida será aquello que queramos que sea(o que la juventud, como época de aprendizaje) puede durar aquello que queramos que dure.

[Sé que me he puesto un poco nostálgica y oscura (casi Emo) así que rezo porque no se topen en mi camino Radiohead…]

Si os interesa hacer este viaje por vosotros mismos (y echar alguna lágrima en memoria de vuestra inocencia perdida), aquí tenéis el programa listo para escuchar.

P de Pearl Jam (Rock Reaktor)

Monidala en el Ritz

Sí, ya sé que estoy en un plan que lo comento todo (lo próximo va a ser hacer la crítica de la paella de los domingos de mi madre), pero es que no todos los días entra una a un sitio como el Ritz a consumir… Así que a ponerse de punta en blanco, que la ocasión lo merece: cocktail de trabajo.

La llegada bien, fácil, aparcando en semiesquina la puerta del mismísimo, donde el portero de librea me indica el camino, no sin antes mirarme con cara de «tú no eres de por aquí, no?…» (se nota que tengo pinta más de NH). Dentro, recepción victoriana con columnas de lo más jóricas (;p), mármol por doquier, alfombras añejas… vamos, una divinidad si naciste antes de 1800.

Si lo queréis ver, os pongo el link a su web. No hice fotos por el qué dirán y tampoco las pongo de la red, no sea me crujan viva…

De ahí paso al lobby, más alfombras, cortinones y mobiliario de peli de Poe. Están dando el té de la tarde, así que el personal, más bien de la vieja guardia (por no decir que parecía un centro de día venido a más). Entro en la sala Alfonso XIII que tiene toda la pinta de haber hospedado el velatorio de Sisí emperatriz… Mucho tapiz en las paredes pero no me fijo mucho porque lo que quiero ver es la terraza y el jardín.

Una pasada: todo de mármol blanco, mesas y sillas de anea de esas estilo «Emmanuel«, fuentecilla borboteante, ¡un piano de cola! Vamos, lo normal… Una pena el frío, porque no se podía estar más de 10 minutos sin empezar a sentir síntomas de congelación, y no era plan empezar a perder miembros por mucho glamour que hubiera.

Además, una música muy chula porque eran canciones poprock pero con arreglos «de ascensor». Tengo que averiguar qué era aquello…

Eso sí, la comida regulera. Canapés raros de esos que no te queda muy claro si era animal, vegetal o mineral (incluso después de comértelos) y marejada con rachas de marejadilla cada vez que un camarero sacaba una bandeja.

Impresionante el baño. Tocadores de mármol (media cantera de Carrara estaba allí) frente a unos espejos de cine con sillas para sentarse en frente y creerse Margot Channing… Y bueno, el papel higiénico tenía toda la pinta de que lo hubieran tejido unas monjas ciegas holandesas, una cosa tremenda.

En lo social, charla animada, gente a la que no veía hace tiempo y una conclusión clara: tenemos que quedar más.

Lo más de la noche: el reencuentro con David Tight, el «vintage» de Concha y la corbata verde de Rodrigo. Ah! y mi tocado de plumas.

Army Wives: Mujeres (y un negro) desesperad@s en la base

Hoy por casualidad he pillado el primer capítulo de una serie nueva en Cosmopolitan. Bueno, no tan nueva ya que en EEUU se está emitiendo desde hace tres temporadas (con gran éxito de audiencia y hasta con un spinoff ya programado) y el verano pasado la pusieron por FDF, aunque desconozco si tuvo repercusión…

Para mí ver el primer episodio de una serie, aunque sea dramática (yo soy más de comedia), es un riesgo enorme de convertirme en adicta así que… me he arrellanado en el sofá y me he entregado con los brazos abiertos, ya que necesito llenar como sea el vacío que me dejó el final de Lost, y estoy un poco facilona

Veredicto: «Army wives» no creo que se convierta en la serie por la que dejo a mis amigos plantados en el bar en mitad de una ronda o por la que encierro a mi hija en el baño para que su forma estridente de cantar la canción de los «Osos amorosos» no me impida escuchar los diálogos… [Que conste que esto último está muy feo y no se hace, aunque si eres padre estarás de acuerdo con que podría llegar a ser un gran descanso para nuestras pobres neuronas…].
[A partir de aquí, spoilers a porrillo.]

De qué va: Las protagonistas son las esposas (y un marido) de 5 oficiales del ejército americano que residen en una base militar, y llevan todas unas vidas de lo más aburridas:

  • Roxy es una camarera sobre cuyo pasado sólo sabemos que tiene dos trabajos y dos hijos de dos hombres distintos y que tiene una pinta de «white trash» que tira patrás, aunque eso sí, es muy resuelta e independiente. Se acaba de casar con el Soldado de Primera Trevor LeBlanc después de conocerse y madurar su relación durante el espacio de tiempo razonablemente meditado de 4 días. ¿Qué puede salir mal?

  • Caudia es una pija de Harvard que abandonó el Derecho (no seré yo quien la juzgue) para casarse con Michael, con quien lleva 17 años casada, y que acaba de sufrir una decepción al no haber sido ascendido a Coronel. Es la típica mujer perfecta, con sus trajes sastre impecables, con sus perlas naturales y sus fiestas estiradísimas que con Ferrero Roché serán inolvidables… Pero algo debe de ocultar porque «la mala» de la serie, una viejuna manipuladora, la está investigando y seguro que algo encontrará (ya sabes, esas cosas que se ven por las miradas).

  • Luego está Denis, que también es como super ideal y madre del año de un aspirante a Westpoint joven y estupendo, que le propina unas ostias de lo más estupendas también cada vez que el padre, el Mayor Sherwood, se va de campaña. (Bueno, son cosas que pasan hasta en las mejores familias….)

  • También tenemos a Pamela Moran, que es ex policía y que está a punto de dar a luz unos bebés que no son suyos, más que nada porque a raíz de unas deudas alquiló su vientre a otra pareja para la gestación (todo muy normal como podéis ver…).

  • Mi favorito es Roland un psiquiatra (no, si le va a venir bien poder recetar ansiolíticos…) casado con una Teniente Coronel que acaba de llegar de Afganistán después de dos años y pa‘ mí que no viene muy católica, ya que se va a los bares, se emborracha y se pone en plan Jodie Foster en «Acusados» y luego se lía a mamporros.

El capítulo acaba con el parto clandestino de Pamela sobre la mesa de billar de un bar, asistido por los demás cónyuges de militares que os acabo de describir, y algo me dice que esta experiencia traumática les unirá para siempre en una piña de amistades entrañables. Por cierto, los bebés que nacen son negros.

Puede que te guste si: te gusta «Mujeres desesperadas».

No creo que te guste si: tienes pene.

La verdad es que nunca me enganché a «Mujeres desesperadas« ni a «Cinco hermanos» (a pesar de haberlo intentado alguno de esos veranos en los que se ponen pesaos pesaos); «Anatomía de Grey« jamás la pude ver empezar, con lo que no empecé; tuve que dejar de ver «Mujeres de Manhattan« cuando la cosa empezó a desvariar más allá de la novela de Candance Bushnell; «Cougar Town« me pareció demasiado reaccionaria y con «Cashmere Maffia« ni lo intenté. Lo que quiero decir es que no he seguido una serie orientada al público femenino desde «Sexo en Nueva York«, así que «Army Wives« lo tiene chungo conmigo, pero si me acuerdo veré el segundo episodio.

La emiten en Cosmopolitan a las 19:00 horas, pero los que no veáis este canal ya sabéis que la podéis disfrutar también en vuestro proveedor de series gratuitas online habitual ; p

Lady Gaga? I do go (go)!


Que me he hecho fan de la Lady Gaga. Pues sí, ha sido un flechazo, oye.

Resulta que me llama Charlie (aka Susan Sarandon) y me dice que tiene entradas para ir a ver a esta tía en el Palacio, y que va a ir con otros cinco elementos sorpresa, y disfrazaos para más inri. Aunque lo de los disfraces me da que va de farol, yo embido (menuda soy yo, que me apunto a un petardeo…)

Total, que me pongo a buscar entradas en la red y nada, por ningún sitio, y yo: «What‘s the buzz? Tell me what‘s happening?» hasta que averiguo (vamos, Lisbeth Salander es ya más referente para mí que La Pasionaria) que es que los elementos sorpresa habían comprado las entradas en la preventa que fue el día anterior y que hasta el día siguiente no empezaba la venta ordinaria (y tú japuta!). Joer, cúanto misterio marketiniano

Mientras espero al día siguiente me pongo una playlist de Goear. Sí, algunos temas ya los había escuchao, pero no sabía ni que eran suyos (necesito un refreshment musical de urgencia por lo visto porque estoy gagá, pero en plan senil) y parece que no están mal… Al rato ya me estaba empezando a obsesionar con «Bad Romance» y a los dos ratos montando coreos con «Boys boys boys» (si Sabrina Salerno levantara un pecho…)

Si pones en Google «Lady Gaga mamarracha» esto es de lo primero que te sale…

Una cosa llevó a la otra, y me busqué unos videos en Youtube: MUY FUERTE. Pero, ¿esto lo sabe la gente? Va a ser que sí, porque las entradas para el concierto de Barna se agotaron en 24 horas… Me entra la paranoia, seguro que no voy a conseguir entrada; lo que empezó en curiosidad se convierte en necesidad (bueno sí, soy obsesiva compulsiva, como si no lo supierais!!).

Llegan las 10:00 de la mañana de mañana y empiezan los nervios (todavía no! que eso son los cuartos! ah! qué susto!) y el mensajito de «Hay demasiados usuarios conectados, inténtalo más tarde (te jodes. En el siguiente intento consigo llegar al momento «medio de pago». Me fallan las tarjetas (me cagontó, ¿a qué les hago Suppression?), me hago un lío con los números y con el dígito de control (abuelita Whitechapel en acción!) y por fin: «Su reserva se ha realizado con éxito».



Mira que sombrero más apañao se ha hecho con una cigala que le sobró de la paella…

Uf, vaya alivio luto… Ahora sólo tengo que aprenderme las canciones del disco y medio, estudiarme todas las coreografías, partirme el culo con los diversos estilismos y por supuesto, pensar en qué me pondré para el evento: como quedan 6 meses me da tiempo, pero no hay que descuidarse

Os esperan 6 mesecitos de órdago porque pienso analizar todos los videos como si fueran pelis de Antonioni (un plasta ese tío, by the way…)

Por cierto, ¿tú vas a venir? ¿qué has pensado ponerte para la ocasión?

50 cosas que (más) me sacan de quicio (Vol.2: Cosas de chicas)

[Aviso a navegantes: Esta entrada incluye información no pertinente para la audiencia masculina, así que si eres un hombre, quizá deberías dejar de leer, or enter at your own risk…!]

44# La lluvia y la peluquería (y no es una peli de Polansky).

Al igual que la probabilidad de lluvia es directamente proporcional a la proximidad de tu última visita al auto lavado, acudir a la peluquería para que te hagan un alisado a conciencia (de esos que sólo manos experimentadas y luxadas por el manejo del cepillo pueden conseguir) es casi lo mismo que ponerse un penacho de plumas y empezar a entonar cánticos al ritmo de los tambores.

Mi teoría de porqué en las bodas suele llover siempre es que la culpa es de las mujeres que han ido a la peluquería el día antes (tampoco ayuda que todas llevemos unos zapatitos carísimos, incomodísimos y forradísimos en raso que ni Luis XIV se atrevería a llevar a no ser que lo fueran a transportar bajo palio).

De la lluvia (o simplemente humedad, razón por la que los paraguas son inútiles en tales circunstancias) al encrespamiento sólo hay un paso, así que sólo nos queda esperar a que la moda capilar Furby empiece a considerarse «absolutamente moderna» para poder relajarnos a la salida de iglesias y juzgados y dejemos de tratar a nuestros hombres como al chófer de paseando a Mis Daisy.

43# La visita inoportuna

¿Soy yo la única, o es imposible salir de vacaciones, acudir a algún evento especial o tener una cena romántica sin paracer la reponedora del súper en el pasillo de los tampones?

¿Hay alguna relación entre este hecho y la «coincidencia» en la duración del ciclo menstrual y el lunar, en ambos casos de 28 días?

¿No es para ponerse de muy mala leche pensar que el día que ya no tengamos que esperar «visitas inoportunas» será porque estemos menopaúsicas?

¿Todas estas elucubraciones no serán motivo de desajustes hormonales y del SPM?

Ahí lo dejo…

42# Las compras no son una ciencia exacta.

Si vas por la calle con prisa de camino a una gestión (o como decían los padres, a hacer un recado) o es un festivo y las tiendas están cerradas, toda la ropa, zapatos y complementos que veas en los escaparates te parecerían ideales y te lo comprarías todo todo TODO.

Ahora bien, si vas de compras oficiales la cosa cambia. Primero porque todo aquello que el otro día te parecía tan mono, visto de cerca es de una calidad pésima y parece proceder del mismísimo polígono industrial Cobo Calleja.

Después, porque lo de que tu talla esté disponible ya es harina de otros costal. Yo creo que en el Zara hay un chica que se encarga de anticiparse a ti por la tienda y a esconder las prendas de tu talla porque si no no se explica que si tienes la 40, todo lo que quede sea de la 34 (¿pero eso existe? sí, pero hay que llevar los riñones en el bolso…) a la 38. Pero que si usas la 38 sólo encuentres tallas superiores.

Una última cosa: lo de poner en los probadores esa luz fluorescente que sienta como el culo y que resalta todas y cada una de las taras genéticas que te han sido legadas ¿es por joder? Porque si es así, que pongan espejos deformantes de esos que te hacen parecer un hipopótamo después de navidades con más bigote que el Zar de Todas las Rusias y nos dejamos de tonterías…

41# Ser mujer es muy caro (y ocupa mogollón de espacio en el baño)

Limpiadora, tónico, hidratante, nutritiva, contorno de ojos, exfoliante, mascarilla, anticelulítica, autobronceador, depilatorio, decolorante, antiojeras, base de maquillaje, polvos sueltos, máscara de pestañas, colorete, barras de labios, sombras de ojos, rizador de pestañas, lápices de ojos y de labios, lacas de uñas, quitaesmaltes, limas de uñas, pinzas de depilar, espejo de aumento, quitacutículas, plancha alisadora, laca, espuma, fijador… ¡Y eso son sólo básicos!

Las mujeres no podemos permitirnos el lujo de tener unos talones agrietados, unos codos resecos, unos labios que no sean tan jugosos como un fresón de Huelva, una piel tan libre de vello como un huevo duro, unas axilas (el equivalente femenino a sobacos) que no estén bonitas!!!

Y todo esto, hermanas, nos sale por un pastón, así que cuando un hombre nos invita a cenar, que no se piense que es el único que ha hecho una inversión…

40# Hombre tenías que ser!

Yo no soy una conductora especialmente buena, de hecho me costó bastante esfuerzo conseguir mi carnet de conducir y mi profesor de autoescuela (que era un hombre de mucho tacto como veréis) me llegó a decir en una ocasión que «se notaba que no había nacido para eso»; pero eso no significa que no me esfuerce por conducir procurando no sólo cumplir las normas, sino facilitar la circulación. Y además me consta que hay muchas mujeres que sí son conductoras ejemplares y muy habilidosas.

Por eso me molesta sobremanera que todavía hoy, si bien no se escucha tanto la frasecita de marras, todavía se den los tópicos sobre la mujer. Sobre todo teniendo en cuenta lo sumamente mal que conducen muchos hombres: están los «arrimacebolletas» que no pueden esperar a que te apartes para adelantar, por lo que se te acercan a tope ignorando la distancia de seguridad y que si les valiera te pasaban por encima con un tanque; también están los «abonados al carril central», que se acoplan allí y les da igual lo que pase a su alrededor porque ellos no se mueven; los «doblefilistas de la barra fija» y que si encima pitas se cabrean porque les pillas con Higuain a punto de sacar una falta…; los «charlamóviles«, que no se cortan un pelo, vamos; si lo único que no hacen los tíos es maquillarse en los semáforos!!!

To be continued…

A tí ¿qué es lo que de verdad te saca de quicio y te pone a parir?

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