50 Preguntas Frikis

Me he animado a hacer este meme que ya he leído en otros blogs ilustres como Guardia Oscura o Desenchufando la Luna

1- Te consideras friki?
Pues no, la verdad, más bien petarda…

2- Serie de tv favorita?
Supongo que tengo el corazón partío entre «Friends» y «Sexo en Nueva York».

3- Anime/dibujo favorito?
¿Anime? Puf, que rollo, si fuera «hentai» ya sería otra cosa… ;p

4- Video juego favorito de consola?
Sin lugar a dudas, Dance Dance Revolution con su alfombra de baile. El único juego en el que soy hardcore gamer!

Pero si hay que decir uno sin periféricos, que sea el «Eternal Darkness» de Cube, puede que sea el que más he disfrutado en mi vida (y bien orgullosa de haberlo acabado sin utilizar el debug mode ni una sola vez…).

5- Estas viendo alguna serie/anime?
«The Big Bang Theory» y «Dos hombres y medio» (Charlie Sheen me hace mucha gracia).

6- Juegas algún juego actualmente de consola o tipo rol/de mesa?
No sé si he entendido la pregunta… De consola estaba con el «Heavy Rain», pero lo tengo un poco olvidado porque me da cosica. Si tiene que ser de rol, no, que eso es de frikis!

7- Ultima serie que terminaste?
Desde «Lost» no he vuelto a «llegar hasta el final» con ninguna…

8- Ultimo juego que terminaste?
Desde que no me pagan por ello tampoco le pongo mucho interés. «El Profesor Layton y la Villa Misteriosa» me lo acabé por un pique, más que nada.

9- Película favorita?
Madre mía, qué difícil… Mejor digo un género favorito: el musical. (¿No he dicho ya que soy petarda?)

10- Personaje masculino favorito, ya sea de series, película, anime o libro?
Mr. Darcy, sin lugar a dudas (aunque igual le ponía el cuerpo de Sawyer de «Lost» y ya lo dejaba perfecto)

11- Personaje femenino favorito, ya sea de series, película, anime o libro?
Samantha Jones de «Sexo en Nueva York». También me gusta Lisbeth Salander de «Millenium»…

12- Personaje masculino que odies, ya sea de series, película, anime o libro?
Ben Linus de «Lost» me parecía un cansino que no veas, pero tampoco le odiaba…

13- Personaje femenino que odies, ya sea de series, película, anime o libro?
La amiga negra de la prota de «True Bluff», ya lo conté, qué mal me cayó esa pava…

14- Libro favorito?
«Orgullo y Prejuicio».

15- Autor favorito de anime, cómic ?
Peter Bagge (colecciono «Odio» desde hace más de 10 años y ahora van y me joden sacando la versión «integral»…) y Purita Campos (que la leo desde que aprendí…).

16- Escritor favorito?
Jane Austen, por supuesto. Aunque a veces le soy infiel con Irvine Welsh…

17- Ultimo libro que leíste?
«¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» de Philip K. Dick y ahora tengo una gran paranoia con que todos seáis androides replicantes así que si os hago preguntas raras igual es el test de empatía Voigt-Kampff para identificar a los Nexus 6.

18- Ultimo cómic que leíste?
Una recopilación de «Bola 8» de Daniel Clowes.

19- Tienes alguna manía rara?
No me suena…

20- Has tenido alguna pareja friki o tienes?
No sólo eso, sino que he «mezclado mis genes» con un diseñador de videojuegos. La niña ya nació con biopuertos de serie…

21- Tienes amigos frikis con quien compartir opiniones?
Me da que sí, aunque no comparto opiniones porque yo no soy friki.

22- Prefieres series/películas dobladas o en V.O?
V.O., aunque de un tiempo a esta parte me da sueño.

23- Te han mirado raro por ser o decir algo friki?
Yo nunca digo cosas frikis.

24- Vistes tipo raro o tipo tribu urbana?
Para nada.

25- Que opina tu familia de que seas friki?
Me quieren llevar a terapia de choque. No, es coña, es que yo no soy nada friki.

26- Tu sueño tiene que ver algo con este mundillo?
No. Mi sueño es escribir novelas petardas (y que la gente las lea y quiera pagarme dinero a espuertas para que siga escribiendo).

27- Hay algo que te haya introducido especialmente en este mundo?
Trabajar dos años en el testing de videojuegos para Nintendo no fue de mucha ayuda en mis intentos por ser «persona normal».

28- Alguna serie/anime/juego que marco tu vida?
Marcar mi vida no, pero cuando estaba yo jugando mi primer Zelda nos pillamos un pedo bastante majo en Amsterdam y me creía que todo lo que me encontraba eran puzzles. Jo, menuda paranoia…

29- Piensas que dentro de unos años seguirás siendo igual o mas friki o nada?
Seguiré siendo igual de petarda, lo otro no lo descarto.

30- Ultimo evento que asististe de estas caracteristicas?
Igual el preestreno de «Planet 51» sí fue un poco friki…

No suelo yo moverme en esos ambientes, aunque al Tokyo Gameshow o a la Comic-Con sí me gustaría ir algún día (y a algún festival de cine).

31- Sueles hacer fiestas frikis con los amigos?
No, pero he estado en una fiesta de Eurovisión, que también tiene lo suyo…

32- Simpson, futurama, padre de familia o south park?
Los Simpson, aunque todas me gustan.

33- Porque hiciste este test?
Por presión de grupo, soy muy influenciable…

34- Que te parece el test?
Ta bien.

35- Color favorito?
El azul en cualquiera de sus variantes.

36- Star wars o star trek?
De «Star Trek» no he visto ni un capítulo ni una peli en mi vida. Y de «Star Wars» he visto todas, pero la única que me gusta es «El retorno del Jedi» porque salen besos…

37- Poe o lovecraft?
Poe me parece un plasta con levita y a Lovecraft no le trabajo, sorry…

38- Personaje de disney favorito y pelicula?
Si valen las de Pixar, entonces Toy Story y como personaje Buzz Lightyear. Si no vale Pixar, entonces «La Sirenita», que me mola un montón la bruja esa, Úrsula creo que se llama.

39- Si pudieras ser un personaje cual serias?
Hombre, Elizabeth Bennet: sólo con ver Pemberly se le hace a una la boca agua… jajaja

40- Alguna cosa que quieras conseguir de material friki en estos momentos?
No sé si es friki, pero estoy esperando a que saquen el pack con las 6 temporadas de «Lost».

41- Algún programa de actualidad que te guste/veas?
Mi programa favorito es «Días de Cine», aunque sin Gasset Dubois ha perdido algo de su encanto.

42- Escuchas la radio?
En el coche siempre llevo M-80, que no es nada friki, pero sí muy petarda.

43- Música favorita?
Como ya he dicho en alguna ocasión, además de mi lado petardo tengo un cuarto de sangre rockera, otro cuarto indie y por último, mi lado techno (una reminiscencia de épocas de locura y desenfreno).

44- Escuchas B.S.Os u O.S.Ts de juegos,peliculas o series?
A veces. La canción del «Silent Hill 2» la tengo grabada en el cerebro de tanto como la escuché en su día («James, honey…» uf, que me da repeluco y todo!)

45- Frecuentas tiendas de cómics, videojuegos o merchandising?
Claro, la Fnac! XD

46- Compras merchandising habitualmente?
No, pero mi hermano siempre me regala figuritas y otro staff de Tim Burton, que me molan y mi niña las quiere para jugar pero no se las dejo…

47- Trabajas o estudias algo que tenga que ver con tu afición?
Pues no, porque estos temas frikis no son mi afición. Pero me dediqué dos años a jugar a videojuegos profesionalmente, cosas de la vida.

48- Has introducido a alguien al mundillo friki?
No, por Dios!

49- Posees figuras o posters de personajes que te gustan?
Además de los regalos de mi brother, tengo 3 figuritas de las Supernenas que las pinté yo misma y que son la mar de monas, oye…

50- Has visto alguna serie de imagen real no emitida en tu pais?
Pues sí, más que nada porque en Alemania echaban muchas más malas que malas y a veces las veía para practicar, pero desde luego no era por gusto, vamos.

Totalmente enganchada a The Big Bang Theory…

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Cuando a las 23:30 de la noche te pones a escribir una entrada en el blog para hacer tiempo hasta que pasen los 54 minutos que seriesyonkis te exige esperar hasta poder disfrutar de tu serie durante otros 72 minutos, es que tienes un problema (o demasiado tiempo libre…)

También puede ser que el espíritu de Sheldon Cooper se haya hecho fuerte en ti y que ya no te saques de la cabeza la dichosa “teoría de cuerdas” en lo que te queda de vida (bueno, eso suponiendo que entendiese para qué puñetas sirve o qué es lo que demuestra…)

Es desde luego este Sheldon (Jim Parsons) un personaje peculiar (y tronchante), con su CI de 187, sus dos doctorados y su máster (te da tiempo a todo eso si entras en la Universidad con 11 años, claro), su idolatría por todo aquello que huela remotamente a geek o a freaky, su incapacidad para detectar el sarcasmo o para relacionarse de manera funcional con otros seres de su especie (vamos, lo que viene siendo el síndrome de Asperguer o cierto grado de autismo), su asexualidad (que no deja de ser una variante de lo anterior), su egolatría, su hipocondria y sus millones de fobias, manías, tics y tocs (entre otros muchos trastornos del comportamiento y complejos de todo tipo).

Por tanto uno de los reclamos de la serie es el de poner al Doctor Cooper en situaciones en las que su análisis siempre científico y aséptico se contrapone a la realidad o al sentido común, casi siempre a través del contrapunto cómico encarnado en Penny, la vecina-camarera, una chica sensata y algo frívola pero con grandes habilidades sociales y con una estructura ósea (y su correspondiente envoltorio) bastante bien formada (esto último es un eufemismo bestial para no decir que la chica está buenísima hasta para mí).

La serie es muy divertida y me encantan el resto de personajes principales (Leonard, Walowitz o Koothrappali), pero otro de sus principales encantos para mí es el hecho de devolvernos a algunos de los actores de series míticas de la televisión de mi época de adolescencia:

Como ya sabéis, el propio Leonard está interpretado por Johnny Galecki, el David de “Roseanne” (una de las mejores sitcom que se han emitido jamás, capaz de tocar los temas más polémicos y seguir siendo ingeniosa y divertida, y que además nos permitió disfrutar de la lozana juventud de un George Clooney en todo su esplendor-con-vaqueros-ajustados).

george clooney en roseanne

Roseanne y yo ya nos habíamos percatado del “talento interpretativo” de este chico tan majo…

Y no es el único “reciclado” de la exitosa serie emitida entre 1988 y 1997, ya que incluso la que fuera Darleen (la, ya más fuera del armario que el Golosina, actriz Sara Gilbert) interpreta a Leslie Winkle, científico y némesis de Sheldon. También podemos disfrutar de Laurie Metcalf (Jackie, hermana de Roseanne) como la devota y texana madre de de Cooper.

Pero el remate del tomate es la aparición de Mayim Bialik, nombre que no os dirá mucho, pero que os sonará más si os digo que es “Blossom”, y que interpreta a Amy Farrah Fowler, una versión femenina de Sheldon con la que entabla una relación que no puedo definir, no ya para evitar spoilers, sino porque me siento incapaz…

Aunque no pueda evitar preguntarme qué habrá estado haciendo toda esta gente durante todos estos años, me alegro francamente de volver a verles en “The Big Bang Theory”.

Por cierto, aunque lo he buscado en Internet no he logrado averiguar qué puñetas significa “Bazinga!”, así que si alguien me lo puede explicar, quedaré muy agradecida…

Una nueva vida (o eso que llaman el abismo)

Aunque algunos de mis lectores más o menos habituales ya lo saben, ya ha llegado el momento de compartir con vosotros un hito importante en la vida de la mujer detrás de Monidala. Ha sido una decisión aparentemente repentina, pero no por ello poco meditada: He dejado mi trabajo.

Igual pensáis que estoy fatal de la cabeza por dejar un trabajo cualificado, estable y razonablemente bien pagado en una empresa solvente que podía llevar a cabo desde la comodidad de mi salón (escrito así suena infinitamente mejor de lo que es…), sobre todo teniendo en cuenta la coyuntura económica actual, pero en la vida uno debe hacer lo que debe hacer, sobre todo si aspira a cierta coherencia personal.

Sin entrar en detalle de las razones que me han llevado a esta, aparentemente irresponsable, decisión, os diré que, aunque un abismo se abre ante mí inexorable e incierto, también siento que me he liberado de una carga largo tiempo soportada que se iba haciendo más y más pesada cada día que pasaba. Que a punto de cumplirse una semana de ese momento, y con el miedo en el cuerpo ante la inseguridad a la que me deberé enfrentar, creo firmemente que he tomado la decisión correcta y que lo que el futuro nos depare se afrontará con valentía y con ilusión.

No os mentiré, el momento de la despedida fue duro, muy duro. Dejar una empresa en la que he trabajado en los últimos seis años, en la que «me he hecho mayor» profesionalmente, en la que he conocido a algunos de los que hoy día son mis mejores amigos y con los que he vivido tantas cosas, no es un trago agradable. Es cierto que ya había habido antes tantas despedidas, que apenas quedaba ya nadie para decirme adiós. Pero todavía me dejo un puñado de grandes amigos y estupendos colegas en la empresa a los que desearles lo mejor y a los que dedicar ese último mail desde mi dirección corporativa, el que más me ha costado escribir.

Si os preguntáis a qué pienso dedicar ahora mis lunes al sol, os diré que por suerte la búsqueda de un nuevo empleo no me resulta de vital urgencia (aunque desde luego no se despreciarán posibles oportunidades que pudieran surgir), por lo que me gustaría dedicar un tiempo a reflexionar y valorar mis opciones, aunque en realidad tengo claro que lo más útil que podría hacer por mí misma es dedicarme a perseguir el sueño que hace tiempo está cogiendo polvo en un cajón: el de ser escritora (o más bien a que me paguen por ello). Hasta a mí misma me suena pretencioso, pero es lo que suele pasar con los sueños, que se disfrazan de absurdos e inalcanzables y por eso pronto renunciamos a ellos acuciados por la grosera y vil realidad y el pago de las facturas.

Por lo demás, dedicar más tiempo a mi familia (y en especial a mi pequeña) o invertir más tiempo en este blog que tantas satisfacciones me está dando y que también ha sido la puerta de entrada a un mundo desconocido pero muy estimulante, serán mis prioridades.

Sólo el tiempo dirá si la decisión que he tomado es o no la correcta, si es posible que todavía tenga tiempo de encauzar mi vida y mi carrera por derroteros más acordes con mis aspiraciones, si a alguien le podrá interesar lo que tenga que contar o si por el contrario acabaré sucumbiendo a la voz de la razón que me recomienda encontrar un trabajo serio lo antes posible y dejarme de ilusiones.

En cualquier caso, la suerte está echada.

Monidala en la Ópera



Sí amigos, en un alarde de sibaritismo cultural y exclusividad sin precedentes en nuestras proletarias existencias, hemos estado en el Real «disfrutando» del bel canto. Dejadme que os cuente porque la cosa tiene guasa…


Andaba yo desde antiguo queriendo ir alguna vez a la Ópera que, aunque no estoy muy puesta, sí sé que la música de «La Traviata» me embriaga (el que entienda de historias de «perdidas» pillará la referencia) y disfruto como la que más de una buena opereta española (zarzuela para los amigos). Por un razón (pereza) u otra (pensar que el tema resulta más caro que un Birkin), nunca había hecho un intento serio de comprar entradas, pero una de esas mañanas en las que me sentía especialmente osada, me metí en la página del Teatro Real.

Confirmadas mis sospechas de que las entradas «buenas» cuestan la friolera de 164 eurípides del ala (294 si eres tan chulito como para querer ver la obra el día de su estreno), también quedo gratamente sorprendida cuando veo que, en función del tipo de localidad, las entradas van bajando de precio hasta unos más que asequibles 6 €. Y me digo: «Monidala (sí, yo ya hablo de mí en tercera persona como los chalaos, pero sólo cuando redacto para el blog, porque entro como en un trance ridículo y después me quedo como si tal cosa conservando mi dignidad y todo), a ver si por 6 € no vas a ir tú a la ópera, ¡faltaría más!».

Me pongo manos a la obra y decido que voy a probar suerte con «The Turn of the Screw» («Otra vuelta de tuerca», compuesta en 1954 por Benjamin Britten y con libreto de Myfanwy Piper), que era la próxima en la programación, es en inglés, y además basada en la conocida obra de Henry James que casualmente había leído este verano. Como quería ir en un día no laborable, resulta que entradas baratas quedaban pocas, y como no conozco el teatro le pido al sistema de reservas (a través de una opción habilitada al efecto, que todavía mis superpoderes, aunque no os lo creáis, no alcanzan a la comunicación mente-máquina) que escoja por mí las mejores localidades disponibles. En fiándome de la maquinola, las adquiero sin remilgos haciendo uso de mi maltrecha tarjeta de crédito.


Cuando por fin sale la descripción de la opción elegida (una vez realizada la compra), leo lo siguiente: Pupitre de Tribuna Extremo (lo de «tribuna» no suena mal, pero lo de «extremo» no auguraba nada bueno y sobre lo de «pupitre» no sabía ni qué pensar) y para rematar la jugada, el detalle añadía esta frase desasosegante hasta la paranoia: Visibilidad muy reducida o nula… (WTF??).

Entonces me percato de que hay un botoncico que te permite comprobar la visibilidad virtual de tu butaca, cosa que la gente de mundo suele hacer antes de adquirir las entradas y no cuando ya las has pagado (y sin haberme dado cuenta de la hijoputesca leyenda de «No se admiten devoluciones»), incluyendo los abusivos gastos de gestión (vamos, que al final la broma me salío por 17 €) y supuestamente para ver esto:


No me digáis que no es para llamar a los responsables del Teatro (y hasta a la Ministra de Cultura si se tercia) descendientes bastardos de las meretrices de Babilonia...

Imaginaos mi decepción al pensar que iba a ver la ópera sólo por el ángulo superior izquierdo del escenario, y a algo así como a 13.000 metros de altura (que ya me empezaba a preguntar si la silla -porque no era ni una butaca- tendría cabina de despresurizacion). Y lo que faltaba para el duro: mi acompañante no iba a ser otro que el insigne y «sufrido» Hombre Tecnológico; sí, ese ser humano que en las exposiciones de arte contemporáneo se queda mirando las piezas con una cara mezcla de incredulidad e impaciencia para afirmar: «Pues yo a esto no le pillo el hilo….».

Investigando un poco descubro que, efectivamente, al restaurar el Teatro sobre el edificio existente, se tuvieron que mantener las localidades con visibilidad reducida que tenía en su versión original, y que para mi sorpresa, no son pocas. Entre eso, y que hay abonados de por vida que tienen derecho privilegiado a adquirir entradas en cada representación, resulta que quedan muy pocas opciones para que el común de los corrientes disfrute de la música clásica, al menos en la Plaza de Oriente.


Nosotros viendo la ópera en escorzo y el palco real vacío: ¡Un desalojo, otra okupación!

Estuve a punto de no acudir a la función, pero dijimos que bueno, que a lo mejor merecía la pena «escuchar» y si nos rayábamos de no ver nada, nos iríamos en el descanso. Entramos en el Teatro y la verdad es que es precioso y muy espectacular. Empezamos a subir y subir escaleras hasta llegar a la cuarta planta, y una vez allí, todavía tuvimos que subir más hasta nuestros maravillosos Pupitres de Tribuna Extrema. Entonces lo entendimos: resulta que los asientos son como los de la Facultad (pero en versión mullida) y tienen una mesita para coger apuntes, y hasta una lamparita hay, que la descubrimos por un listillo que llegó y la encendió y todavía no sé para qué. Se ve que son entradas para estudiantes (y añado: incautos sin experiencia o jubilados con poca paga, que éramos las categorías que allí habíamos).

Menos mal que al sentarnos descubrimos que la vista virtual que os he mostrado era lo que se veía recostado en el asiento, pero que si te inclinabas sobre el pupitre (dejando la zona lumbar expuesta a los depredadores), se veía bastante más trozo de escenario, algo así como hasta la mitad. Además es cierto que hay unas pantallas desde las que se puede ver también la obra y los subtítulos se leían perfectamente. Cuando muy puntualmente se apagaron las luces, y como no se habían llenado el resto de asientos, pudimos «mejorar» sentándonos más centrado y al final se puede decir que «vimos» la ópera, aunque era digno de ver como todo el mundo se inclinaba tanto para poder tener más perspectiva del escenario que parecía que algunos se iban a caer al patio de butacas…

Por lo que respecta a «The Turn of the Screw», no es como para hacer afición (vamos, que no es «La Revoltosa», precisamente…): para empezar es una ópera de cámara, es decir, que está interpretada por menos músicos que una tradicional, lo que la hace menos espectacular; además, la obra de la que procede es bastante oscura (bueno, ya sabéis, es una historia victoriana de fantasmas…) y la composición musical también va en esa onda; sólo tiene seis personajes (aunque uno de ellos es un niño y eso me pareció interesante); y la escenografía era bastante escueta: una cama, una mesa, un escritorio, un caballo de juguete que iban siendo trasladados por el escenario en función de las necesidades por los figurantes.

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Las institutrices victorianas tenían todas un rictus como de virgen y los niños les cantaban «a la lima y al limón, te vas a quedar soltera».



La ópera es tan o más inquietante que la novela, y juega a la ambigüedad como su predecesora: para los que no la conozcáis, no es ningún spoiler decir que se trata de la historia de una institutriz (cuyo nombre no se menciona en toda la obra) que entra a trabajar en la mansión de Bly donde tiene a su cargo a dos niños huérfanos (Miles y Flora) cuyo tutor la contrató, aunque él no habita en la casa. Todo es idílico ya que los niños son encantadores, hasta que la institutriz comienza a presenciar las apariciones de dos antiguos sirvientes de la casa, nada raro si no fuera porque están ya fallecidos.

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Aquí Quint, el fantasma de Bly y un molesta niños sin remedio, aquí unos lectores de blog.

La ambigüedad se da en dos vertientes: en si las apariciones son reales o fruto de la imaginación de la institutriz (aunque si en el obra original sólo escuchamos «la voz» de la protagonista, en la ópera también cantan los fantasmas) y en el pasado turbio de los criados muertos y su perturbadora relación con los niños (al no especificarse nada claramente, hace que nos pongamos en lo peor…)

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La srta. Jessel, antigua institutriz, alma en pena por no morirse virgen como está mandado.

El final es verdaderamente emocionante y los cantantes (sobre todo la protagonista) fueron muy aplaudidos (hasta «bravo» gritaban algunos…).

Conclusión: Que pienso volver a ver algo más típico, por ejemplo «Tosca», que también está programada, pero cogeré (si puedo) asientos más centrados aunque sea más caro. Ante esto el Hombre Tecnológico exclamó: ¡Conmigo no cuentes!

Nine (Rob Marshall, 2009)

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Para los amantes de un género que se prodiga tan poco en la cartelera actual (es cierto que en los teatros tenemos una amplia oferta, pero la experiencia es cara y muchas veces decepcionante), la llegada de un nuevo musical cinematográfico debe ser siempre un motivo de alegría.

Sin embargo, cuando se estrenó “Nine” no corrí como el viento haciendo pas de buré a las taquillas a comprar mi entrada, la verdad es que no me apetecía demasiado. Diréis que es por lo de Pe, que me produce cierta intolerancia (como a algunos la lactosa), como ya os he comentado hablando de sus habilidades canoras, su gracilidad de movimientos, su vis cómica o su vertiente más dramática. Y algo de razón tendréis, pero lo que más me echaba para atrás era la procedencia del asunto.

Se trata de una adaptación de la película de Fellini “Otto e mezzo” (“Fellini ocho y medio”, se titula así por ser el número que hace esta peli en la filmografía del “maestro”, que cuenta su participación en “Boccaccio 70” como media), que según algunos críticos es una de las mejores películas jamás rodadas. No lo sé porque nunca consigo terminar de verla y siempre acabo disfrutando de una de las mejores siestas jamás sobadas…

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¿Quién necesita inspiración teniendo a Mastroiani?


El protagonista de la historia es Guido (Anselmi en la original y Contini en el “remake”), un director de cine (se entiende que el propio Fellini) en plena crisis de inspiración y, yo diría, existencial. Es un mujeriego, egoísta, embustero e inmaduro que, a pocos días de empezar el rodaje de su próxima película (y después de varios fracasos seguidos), sigue sin tener ni idea sobre qué contar ni tiene escrita una palabra del guión. En realidad la línea argumental es poco menos que inexistente; se suceden una serie de escenas en las que se refleja su relación con las mujeres más importantes de su vida. El musical se estrenó en Broadway en 1982 y ha sido protagonizado por Raul Julia y por Antonio Banderas, como habréis escuchado hasta la saciedad.

Por lo que respecta a “Nine”, la película, la dirige y coreografía Rob Marsall,. el que ya fuera responsable del paso al cine de “Chicago”. Si en aquella ocasión realmente podemos decir que consiguió llevar a cabo una obra maestra del género, con ésta me temo que se ha quedado en el intento. La enorme producción, gran presupuesto y brillante reparto no han servido más que para hacer algo mediocre, eso sí, con un pintón (vamos, que lo mejor que tiene es el trailer).

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Que no nos vendan que en el rodaje se hicieron BFF porque este es el único momento en que coinciden.

Es justo señalar que la materia prima de “Nine” (libreto de Arthur Kopit y música y letra de Maury Yeston) no le llega a “Chicago” (música de John Kander, letras de Fred Ebb y libreto del propio Ebb y del inconmensurable Bob Fosse, que también lo dirigió y coreografío en su versión teatral y que estaba a punto de dirigirla en cine cuando falleció en 1987) a la suela del zapato. Parece ser que Mashall era colaborador de Fosse en esa época y que hasta él mismo reconoce que el verdadero autor de la película de 2002 es el difunto Fosse (esto último me lo ha contado a mí Jess Franco vía la Cinemanía de este mes).

Además de que en “Nine” no es posible disfrutar de canciones tan redondas como “All That Jazz” “When You’re Good To Mama” “Cell Block Tango” “All I Care About” o “I Can’t Do It Alone” (no pongo más, pero en realidad TODAS son estupendas y superpegadizas), tampoco hay personajes carismáticos y seductores como la ambiciosa y pelín patética (con su dignidad) Velma Kelly, el ambicioso abogado sin escrúpulos Billy Flynn, la ambiciosa y corrupta pero entrañable matrona Mama Morton o la ambiciosa, ambiciosa y ambiciosa Roxy Hart. Por lo que respecta a los personajes, no sé si es un problema del propio guión o si son las interpretaciones las que aportan poca profundidad o matices…

Catherine y Renne
“¿Nos echabais de menos?”


Tampoco se puede disfrutar en “Nine” de las trabajadas coreografías que vimos en “Chicago”, ya que la mayoría de las actrices principales apenas bailan, lo que me decepcionó bastante.

[“Nine” tiene además muchas reminiscencias de la película musical de 1979 “All That Jazz” dirigida también por Bob Fosse y basada en parte en su vida y que os recomiendo fervientemente porque, siendo muy parecida a “Otto e mezzo” no es nada aburrida, es tremendamente original y está impregnada de una corrosiva acidez de la que esta peli que os comento hoy carece.]

Daniel Day-Lewis (Guido Contini) me tiene muy desconcertada en su actuación. De nuevo he visto la película doblada, por lo que les escuchaba doblados en sus parlamentos y con su voz original en las canciones. Supongo que su interpretación me ha parecido irregular: en algunos momentos le he visto bastante bien y en otros me ha parecido algo sobreactuado y su acento (era un acento, ¿verdad?) bastante ridículo. Sus números musicales son aburridísimos, me ha disgustado profundamente su manera de cantar y en general es el personaje más cansino (normal porque es el que más sale).

daniel, hijo
Mira Daniel, desde que hiciste aquella cosa de “Gangs of New York” no levantas cabeza…


Penélope Cruz interpreta a Carla Albanese, la amante de Guido. Está bien en general (bendito doblaje), aunque ni mucho menos me parece como para nominarla a absolutamente nada (si que una actriz llore o aparezca demacrada en una escena es para darle un Óscar entonces a Belén Esteban deberían nominarla a diario) , como no sea al galardón anual de la peluquería “Pepi y Emilio Estilistas” a las mechas más chonis de la historia del cine, vamos, que parecía una hiena.

En su número musical (Top 3 en el ránking para mi gusto, que conste), la oscarizada actriz está bella (una belleza algo explícita) y muy sexy, pero bailar, lo que se dice bailar, no baila, sino que se marca un poledance en toda regla, sólo que sustituyendo la barra por unas cuerdecitas a las que se agarra y con las que se columpia (por cierto, que se le ven perfectamente los esparadrapos que lleva en las manos para no quemarse). Hace posturitas (con bastante estilo, eso sí), nos demuestra que conserva un moderado grado de elasticidad, herencia de sus clases de ballet, luce cacha y tetamen y pone morritos como si no hubiera un mañana. Para cantar utiliza sus dos recursos vocales: la media voz y el susurreo (ya es un avance porque este último es nuevo).



He descubierto que como secundaria (o formando parte del reparto de una película coral como esta) la tolero bastante mejor que como protagonista absoluta (donde me empalaga más que el “paluluz”). Creo que todavía no tiene capacidad para sostener ella sola el peso de una película…

Judy Dench (la figurinista Liliane La Fleur, uy mira como mi Sawyer el de “Perdidos”…) me parece que hace de Judy Dench, vamos, que es de esas actrices que con solo estar ahí ya decimos: “Pero qué bien está, pero que clase, que presencia escénica, que todo…”, aunque la verdad es que aquí pone poquísimo de su parte a un papel que, por otro lado, tampoco es que tenga mucha enjundia. La Dench, además, baila menos que el Hombre Tecnológico en el Why not? y para estar más sosa sólo hubiera faltado que la llevaran en parihuelas.

La Kidman es Claudia Jenssen, estrella y musa del director, y todo el rato se comporta como tal: parece recién sacada de uno de esos anuncios de perfume que hace ella. Guapa, distante, más fría que el hielo, tiene una escena relativamente intensa en la que no está mal y para mí, posee una de las mejores voz de todo el reparto, con la que ya nos sorprendiera en la sublime y excesiva “Moulin Rogue”.

Nicole-Kidman fumando!
ESCALOFRIANTE DOCUMENTO: La Kidman echándose un piti! («Hey! What did you expect?»)


Stacy Fergurson (Fergie la de los Black Eye Peas) interpreta, en uno de los mejores números de la peli (aunque algo repetitiva la canción), a Saraghina, se entiende que una prostituta en la época en la que Guido es niño, y el primer icono sexual del director. A mí más que morbosa y “la sexualidad hecha mujer” me parece que esta Saraghina es un poco “límite”, no sé si me explico… Aunque a lo mejor se comporta así porque son los recuerdos imperfectos de algo que ocurrió como hace un millón de años a un crío impresionable. La cantante tiene un número muy de “Cabaret” con sus sillitas y tal y claro, como está casi todo el rato sentada, pues tampoco es que sus aptitudes como bailarina queden muy representadas, aunque hay que decir que lleva muy bien el ritmo con la pandereta (no sé, por decir algo…) y que (faltaría más) tiene una gran voz.



La esposa de Guido (Luisa Contini) está encarnada por Marion Cotillard, que es la que más me ha gustado en su interpretación. Contenida, con matices y transmitiendo (yo de todas formas para la interpretación me gusta el rollo minimalista más que los histrionismos), me pareció real (el resto son diferentes clichés). Tiene poquita voz pero bonita y en su segundo número muestra una sensualidad recatada que va a más a lo largo de la interpretación y acaba sorprendiendo.

marion cotillard
Nena, como no saques las garras ¡te quedas sin marido!


Mi favorita por su número musical (interpretativamente apenas tiene unas frases en la película) es Kate Hudson (la periodista Stephanie Necrophuros). Tiene la coreografía más “marchosa” del musical y, aunque no entrañe demasiada dificultad, la hace de forma muy divertida y chispeante, dándolo todo. La canción, además, sí me parece bastante difícil de cantar y creo que sale bastante bien parada.



La que menos me ha gustado, sorprendentemente, es Sophia Loren (la Mamma) que parece un fantasma (quizá porque lo es…) y está siempre como inexpresiva (igual se pasó de botox la mujer…) aunque es realmente un milagro (de la ciencia…) cómo se conserva esta mujer (vale, la iluminación también ayuda…).

Hay que destacar sobre todo el fantástico trabajo de vestuario y la escenografía, ya que aunque todos los números tengan lugar en el mismo set, con unos pocos elementos y variando la iluminación se crean ambientes totalmente diferentes y muy interesantes.

A pesar de esto último, la valoración total que hago del film es que me resultó decepcionante ya que esperaba mucho más, aunque prefiero que se sigan haciendo musicales aunque no todos sean obras maestras, igual que ocurre con el resto de géneros.

Ah, os dejo el comentario de Pumares sobre la peli. Qué le voy a hacer, este hombre me hace mucha gracia…

The Ultimate Spanish Petarda Collection VIII : Marisol

Madre del amor hermoso cómo está Internet! Me meto en la Wikipedia para buscar información sobre la niña prodigio por excelencia y me encuentro con que pone que Pepita Flores fue contratada para suplantar a la verdadera Marisol, una tal «Reme», que supuestamente habría rodado «Un rayo de luz» y «Ha llegado un ángel»… ¡Cómo para fiarse!
Bueno, desvaríos de una loca aparte (aunque yo creo que esto hasta le añade un poco más de morbo a la leyenda de esta maravillosa artista), se sabe que esta malagueña nació en 1948 y que fue descubierta en 1959 por el productor Manuel J. Goyanes. En 1960 se estrenó su primera película en la que se podía ver el talento y el desparpajo de este «mico».
«Corre, corre caballito», Marisol
Esta pobre cría siempre era huérfana y pasaba unos dramones tremendos (casi siempre acompañada de Isabelita Garcés) hasta encontrar la felicidad. Además, en algún momento de las películas me la vestían de faralaes y ala, al flamenqueo (a mí, que de pequeña era de lo más «popie», esas partes me daban una rabia tremenda).
Al año siguiente en «Ha llegado un ángel» se confirmaba que la niña estaba dotada para el cante, el baile y la actuación (torcimiento bucal incluido).
«Estando contigo», Marisol
Este temazo con música de Antonio Guijarro y letra de Augusto Algueró fue el primero que España llevó a Eurovisión, de la mano (voz, cuerpo y cara) de Conchita Bautista.
Los Goyanes seguían explotando a gusto a Pepa Flores (no voy a incidir en los abusos, vendaje de pechos, la úlcera de estómago, etc. que esto no es «Hormigas Blancas») y a base de una película (o dos) al año podemos seguir su evolución muy de cerca…
«Tómbola», Marisol
Y la pobre niña se iba haciendo mayor, aquí en 1963 en «Marisol rumbo a Río»…
«Muchachita», Marisol
Y en 1964, en «La nueva Cenicienta», con absurdo rumor de romance con Antonio el Bailarín incluido, interpretaba «Máscara», homenageada en la película «20 centímetros», de Ramón Salazar, en la que Mónica Cervera es una trans con narcolepsia y nostalgia y muchas ganas de cantar y bailar.
«Máscara», Mónica Cervera

A la chica está claro que no le dejaban ser normal, y eso también le debía de pasar a su personaje en «Carola de día, Carola de noche», de 1969.
«Una muchacha igual que todas», Marisol
Hasta llegar en ese mismo año a este surrealista (y destapado) momento de «El taxi de los conflictos» cuando interpreta esta canción del argentino Palito Ortega. Que digo yo que Jaime de Mora se podía haber puesto alguna medallita…
«Corazón contento», Marisol
Aunque mi interpretación favorita de esta canción siempre seguirá siendo ésta.
Fue en esta época aproximadamente cuando Marisol se separa de Carlos Goyanes, y empieza a llamarse Pepa Flores. Se declara comunista (supongo que siempre lo fue, pero nunca le dejaron decir lo que pensaba) y empezó su relación con Antonio Gades, con el que tuvo que casarse en Cuba para evitar ser detenida por adúltera.
En 1972 se hizo unas fotos que después se publicaron sin su permiso en 1976 en Interviu y que fueron un escándalo (pero hay que ver lo bien que estaba la muchacha).
Aquí la podemos ver, tremenda petarda (me río yo de Madonna), en su última actuación en televisión:

«Mi propia ley», Pepa Flores

En 1983 se retiró definitivamente haciendo su mutis a lo Garbo.

A las hijas de la Pepa también les ha dado por cantar: la mayor, María Esteve, hizo sus pinitos en el exitoso musical «El otro lado de la cama» y Celia Flores va de ese palo flamenquito que tan poco me interesa…

«Hace calor», reparto de «El otro lado de la cama»

Sexo en Nueva York II: Divino exceso

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[Puede contener spoilers!]


Queridísimas Carrie Bradshaw, Miranda Hobbes, Samantha Jones y Charlotte Goldenblatt-York:


Como tantas y tantas mujeres (y hombres, pero ¿que discriminación es esta?) del mundo, soy una fan incondicional de la serie (aunque no se hicieran más temporadas más allá de la 6ª, las reposiciones permanentes en Cosmopolitan TV me permiten revivir los episodios como si el tiempo no hubiera transcurrido), de los modelazos de la ahora Sra. Preston (aunque opino que enseñas demasiado el sostén, querida, que ya tienes una edad; y por cierto ¡¿qué son esas bragas enormes que llevas?!) y de los comentarios descarados y totalmente “desprejuiciaos” de Sam (tú no cambies, aunque a tu lado parezcamos todas unas institutrices remilgadas y estrechas) .

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Esto me lo pongo yo en mi pueblo y me apedrean fijo.


Además de haber visto todas las temporadas de Sex and the City varias veces (tanto en versión original como doblada, conozco tan bien vuestros diálogos que podría veros en chino y entendería perfectamente lo que estaba pasando…), hace tiempo que decidí con cual de vosotras me identifico yo (sin lugar a dudas soy Miranda) y con cual mis amigas (manda huevos que, aunque entre ellas haya varias Carries, Charlottes y Mirandas, sólo haya una e indiscutible Samantha, y ¡que ésta sea un tío! –señal de que la liberación de la mujer todavía no está completa, al menos en nuestra generación-), y hasta me estoy planteando seriamente realizar vuestro tour por Manhattan cuando vaya a la ciudad (sí, es una horterada, pero peor es subir a la Estatua de la Libertad).

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¿Ves? Soy Miranda, el azul es mi color…


Esperé con ilusión la llegada del primer largometraje tratando de no creer lo que se decía acerca de las irreconciliables diferencias entre las actrices que os dan vida, concretamente Sarah Jessica Parker y Kim Cattrall (bitches!!), y cuando finalmente llegó el estreno, no pude ir al cine… Pero en cuanto conseguí una copia (pirata, ups!) de la peli, decidí que se merecía lo mejor y la vi con el proyector, aunque tuve que mover los sofás (bueno, en realidad fue el Hombre Tecnológico antes de huir despavorido a la cocina, doble ups!) para recrear una minisala y disfrutar la experiencia como se merecía: no me defraudó lo más mínimo, sino todo lo contrario. Me pareció glamourosa, divertida, conmovedora, y narraba sucesos cruciales de vuestras vidas: Carrie plantada en el altar (Dios mío Mr. Big, ¿cómo pudiste hacernos esto?), Miranda cornuda (que dilema para la cínica abogada), Samantha enfrentada a la monogamia (cuando todos sabemos que sobrellevaría mucho mejor la mononucleosis) y Charlotte… ¡Charlotte se cagó! ¿Qué más se puede pedir?

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Los ochenta: el que esté libre de pecado…


Pero chicas, para ver vuestra segunda película me he tenido que dejar a la sesuda crítico de cine que finjo ser porque sino no me lo iba a poder pasar bien: la historia es insustancial y escapista y todas las situaciones y gran parte de los diálogos son exageradamente paródicos. Habéis (bueno, a vosotras no creo que os hayan dejado meter mucha baza, me refiero a vuestros amigos gays productores) hecho una peli sólo para fans, y así se lo tomó la crítica: escuchar que la franquicia estaba muerta aterroriza a todos aquellos que no queremos que esta fiesta se acabe nunca.

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Pero que cómodas y que fresquitas vamos…


Aun así la he disfrutado muchísimo porque vuestra sola presencia nos hace sonreír, porque el vestuario era más disparatado que nunca (esos modelazos para ir en camello no pueden ser mas “heavies”); porque la boda de Stanford y Anthony es lo más marica que ha parido madre (Liza Minelli interpretando “All the single ladies”, no creo que haya que decir nada más); porque no nos quedamos con las ganas de ver el vestidor nuevo de Carrie; porque Samantha no defrauda en su faceta de depredadora sexual con encanto, ni siquiera con la llegada de la menopausia; por ese lujo asiático que la mayoría de nosotros no podremos palpar jamás (aunque yo no desespero); porque la cantidad de botox por fotograma que vemos en acción no puede ser sana; por ver a Penélope Cruz divina de la muerte fingiendo ser una directora de banco que flirtea con Mr. Big (será perraca!); y porque sale Aidan, el bueno de Aidan, que me encanta desde los tiempos en que era locutor de radio en Alaska…

En este vestidor podrían vivir 50 refugiados ruandeses.


Y desde luego, confío plenamente en que llegaré a veros en la tercera parte Sex and the City (me encantaría que fuera cierto lo que he leído por ahí de que se trataría de una precuela anterior a la época de la serie, más que nada porque si no lo hacéis ahora no lo podréis hacer nunca, que ya se van descolgando las cosicas, chicas) independientemente de que los críticos se os echen encima. ¿Quién necesita una buena crítica cuando puede tener una buena taquilla? (Negaré haber dicho esto ante un tribunal). Guiño

Vuestra siempre,


Monidala

Gossip

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Hace algún tiempo que quería hablaros de esta banda americana que me descubrió Jm Rod (al que pienso secuestrar pronto para que comparta con nosotros un poco de esa información musical privilegiada que posee y nos ponga al día, que buena falta me hace…) y que últimamente está copando mi Spotify (con el permiso de Doña Concha, claro).

Liderados por la polémica vocalista Beth Ditto y con Braise Paine a la guitarra y Hannah (andá, un palíndromo, con lo que a mí me gustan!) Blielie en la batería, han evolucionado desde su post punk original hacia el punk-dance y al queercore en sus letras, etiquetas ambas dos que, como os podréis imaginar, me tienen acongojada, alucinada y extasiada.

He escuchado principalmente sus álbumes “Music for Men” (2009) y “Standing in the way of control” (2007), en los que he encontrado reminiscencias de los White Stripes de “Seven Nation Army” con esos bombos tan dramáticos (por todas partes, pero sobre todo en “Dimestore Diamond”) y esas líneas de bajo melancólicas y evocadoras (como en “Listen Up!”), Franz Ferdinand y sus riffs ágiles y vigorosos (sin ir más lejos, en esta “Heavy Cross” que he insertado para vuestro solazamiento personal), Scissor Sisters (no en vano Mary Beth y Ana Matronic son íntimas), ritmos house (“Pop goes the world” no hubiera desentonado nada en el Morocco un jueves noche), synth pop ochentero, elegancia dance from the 90’s y, por supuesto, el más sucio punk de los setenta.

Su música consiguió reconocimiento internacional a partir de que su “Standing In The Way Of Control” apareciera en el tráiler promocional de la serie británica “Skins”, que he conocido hoy y que tiene una pinta buenísima (menos mal que no echaban estas cosas por la tele durante mi tierna adolescencia, porque hubiera sido el fin de Monidala tal y como la conocemos…)

La potente voz de Ditto, muy próxima al gospel o al soul, no se ha dejado eclipsar por su mediática personalidad (y “boteriana” fisicidad de la que presume sin pudor por el escuálido star system): lesbiana y defensora activa de los derechos civiles de los homosexuales, provocadora hasta la sangre en sus comentarios (el “mundo todo» se rasgó las vestiduras cuando declaró que de pequeña comía ardillas), fashionista empedernida (ha diseñado para una cadena de tallas grandes) y hasta columnista en The Guardian, la de Oregón no puede pasar desapercibida.bethditto

De momento no hay fecha para una próxima actuación de Gossip en España (estuvieron en Barcelona en julio de 2009), pero pienso estar alerta porque puede ser divertidísimo, no hay más que ver como se lo están pasando en este concierto durante esta versión del “Careless Whisper” de George Michael con la que se han ganado el cielo de la Petardidad.

Los abrazos rotos

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Continuando con lo que ya empieza a parecer un ciclo sobre Penélope Cruz, pero que me sirve para analizar, tratar de entender y de explicar (que es lo más difícil) porqué casi nunca me convence esta actriz, he invertido mi hora de la siesta (y tiene mérito porque anoche trasnoché bastante por culpa de esa panda de “golfos” que son mis compañeros de la EGB, aunque sin duda mereció la pena como nunca) en ver “Los abrazos rotos”.

Almodóvar me tiene ya cansada de sus dramas rocambolescos llenos de personajes tarados (a mí lo que realmente me interesaba eran sus comedias irreverentes llenas de personajes tarados, pero que por lo menos eran frescos y estaban llenos de gracia cañí). La última película suya que me gustó realmente fue “Todo sobre mi madre” (donde hasta Penélope Cruz me gustó, según creo recordar, aunque tras su estreno nunca más la volví a ver).

De la misma forma que me pasó con “Hable con ella”, “La mala educación” e incluso “Volver”, la historia de “Los abrazos rotos” no me ha atrapado y, mucho menos, conmovido. Todo en ella me ha parecido muy poco natural: las interpretaciones de algunos personajes (en realidad, los secundarios) son algo rígidas y los diálogos muy artificiales (¿que DJ le va a decir a un colega que se está “poniendo” en su cabina “Sé más discreto” pudiendo soltarle un “Córtate”?) y ese tono de dramatismo desgarrado me ha dejado fría (porque esto es un drama-drama, ¿no? Si había una pizca de la comedia habitual en Almodóvar yo no he pillado la gracia…)

Incluso la puesta en escena me ha chirriado en ocasiones: hay ciertos movimientos y ubicaciones de cámara artificiosos en lo que creo que son referencias cinéfilas, como en cierta escena con un diálogo entre Harry Caine (Lluís Homar) y Diego (Tamar Novas) en el que en lugar de utilizar un plano/contraplano habitual, la cámara se desliza (demasiado) lentamente de uno a otro personaje a la manera del Dreyer de “Ordet” (que no sé muy bien que quiere transmitir, la verdad…); o el plano en contrapicado a través de una mesa de cristal para enseñarnos un escorzo de Ernesto Martel (José Luis Gómez) muy a la manera de Welles en su “Ciudadano Kane”.

sailor moon

Con este claro homenaje a “Sailor Moon” ¿qué nos quiere decir el Manchego?

Creo que hay otras dos referencias claras (además de las que aparecen expresamente como “Ascensor al caldalso” o “Stromboli”) en “Los abrazos rotos”: una sería “Encadenados”, de Hitchcock. La relación entre Ernesto Martel (José Luis Gómez) y Lena (Penélope Cruz) me ha recordado mucho a la que se establecía entre Claude Rains e Ingrid Bergman, incluso con algún plano calcado. La otra, “El fotógrafo del pánico”, a través del patético personaje del hijo de Ernesto Martel (Rubén Ochandiano).

El guión dista mucho de ser redondo e incluso da la impresión de introducir escenas que nada aportan al avance de la historia (por ejemplo, la parte del guión sobre vampiros ¿sirve para algo más que para mostrar la relación entre Caine y Diego? Que no digo que no se me haya escapado algo…; y ¿de qué va eso de las manchas en la cara del personaje de Judit al final de la peli? Igual estaba más resacosa de lo que creía…) o que sólo sirven para poder incluir pequeños papeles o cameos totales que además, unas veces están mal interpretados (al de El Canto del Loco menos mal que no le dejan decir mucho -lo fuerte es que este tío tenía una serie y todo- y el papel de Kira Miró en realidad era para sus tetas -soberbias, eso sí-) y otras son para Chicas Almodóvar haciendo más de lo de siempre: Mariola Fuentes con el mismo acento de lo de “las camisetas percutidas” y “los anorales” en “Carne Trémula”o Chus Lampreabe y Rossi de Palma, que me gustan mucho pero hacen de sí mismas. Sí me gustaron Kiti Mamber, Alejo Sauras y, sobre todo, Carmen Machi. Lola Dueñas, actriz que me parece realmente talentosa (pero reconozco que me cuesta horrores dejar de pensar en María Navarro cuando la veo) me parece que está desaprovechada, aunque hay que reconocer que el papel de lectora de labios es, cuando menos, curioso.

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Si estas dos petardas pueden ser las nuevas Lucía y Pepa, Susan nosotras podemos hacer “¿Qué fue de Baby Jane?”

A destacar la decepción terrible que he sufrido con Rubén Ochandiano, que me encantó en “Tapas”, sobre todo por su naturalidad. Ya he dicho que el doble papel (porque a nivel interpretativo son totalmente diferentes) de Ernesto Martel hijo (ese nerd con pluma) y Ray-X (éste parece directamente que se ha escapado de “Kika”, uno de los peores trabajos de Almodóvar) es patético y, desde luego, poco agradecido. No ayuda en nada, además, que la caracterización del personaje sea tan absurda e irreal. Pero realmente no sé si está mal dirigido o si la culpa es sólo suya (aunque en último término la decisión sigue siendo del director, que en este caso e irónicamente parece haber elegido las peores tomas del actor).

En cuanto a las interpretaciones de los actores principales, quien más me ha gustado con diferencia es Blanca Portillo. Transmite mucho de forma muy contenida, sin necesidad de histrionismos. Prefiero al Homar del presente que al de los flashbacks (quizá porque el personaje se enriquece tras la tragedia vivida y aporta una nueva carga de ironía); Novas me parece irregular, pero aceptable; Gómez me ha recordado mucho a Claude Rains (y eso no puede ser malo); y Cruz, desde luego, no se puede decir que esté mal (desde luego me ha gustado más que en “Vicky Cristina Barcelona” o en “Volver” (donde no me la creí como Raimunda ni por un minuto por lo que creo que es un fallo de casting, pero claro, es mi opinión…), pero pienso que he dado con dos claves de mi rechazo hacia la madrileña:

mamarrachas

“Ay Pe, ¿no nos habremos pasao de modernas?”

Uno de los problemas es su voz, que algunas veces y durante unos segundos se vuelve casi tan chillona, desagradable y poco educada como la que gastaba en los tiempos de “La Quinta Marcha” (y si eso os parece un golpe bajo, cambiadlo por “Belle Epoque”). Lo siento, pero esa voz de niña de la E.S.O. me saca totalmente de la historia y me dificulta creérmela en determinados papeles. Lo bueno es que esto es mejorable y quizá con el tiempo…

El otro aspecto es más peliagudo, porque tanto su belleza, fotogenia y glamour (que los tiene a raudales) como su trayectoria profesional y personal (es imposible diferenciar ambos aspectos en alguien que se ha prodigado tanto y que ha paseado relaciones sentimentales como ella ha hecho) hacen que más que como “actriz”, la vea como “estrella”, pero a la antigua usanza. No me la creo en papeles dramáticos serios y terribles porque es como si siempre llevara adjunta su imagen de modelazos y joyas prestadas en la alfombra roja.

Yo sí creo que esta mujer tiene talento, pero no tanto para la interpretación como para ser capaz de llegar hasta donde ha llegado, que si me apuras es mucho más difícil. Creo que me encantaría verla en comedias sofisticadas (a ver que pasa con “Nine”, la siguiente en mi lista) o thrillers en los que apareciera divina, algo así como una Lauren Bacall de nuestros días.

Volviendo a “Los abrazos rotos” y según la información promocional de la película, es una historia de “amour fou”, que evidentemente lo es (aunque no es tan emocionante como también dicen los de El Deseo); pero yo creo que además trata el tema de las relaciones paterno-filiales realizando una comparativa entre dos polos opuestos, aunque en ese sentido también la encuentro fallida al estar la relación entre los Martel esbozada de una forma algo burda.

Lo peor de la película: La grotesca escena del polvo con sábana en Ibiza. Por favor que alguien me explique eso porque no lo pillo.

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José Luis Gómez también se quedó muerta tras la escenita de marras.

Lo mejor de la película: La secuencia de la película “ficticia” “Chicas y Maletas”. Es cierto que te apetece seguir viendo ese remake de “Mujeres” hasta el final.

The Ultimate Spanish Petarda Collection VII (Viva España!)

Anoche tuve la suerte de no perderme (gracias a que el GH 12 es un rollazo, todo sea dicho, que una tiene sus vicios inconfesables…) el documental “Conchita Piquer” (no os lo perdáis!) que se emitió en La 2, y el que se revelaba el hallazgo de una película sonora de unos 11 minutos de duración del año 1923 en la que se puede ver a una “Doña Concha” de 17 años cantando, bailando y tocando las castañuelas. Vamos, que ya me están cambiando en el Trivial Pursuit la respuesta de “El cantor de Jazz”, que ya no nos vale…

Ojos verdes, Concha Piquer

Para escucharla entera, aquí.

Que esta valenciana fue una pionera, en realidad lo descubrí ayer: la tía triunfó en Nueva York antes que en España todavía siendo muy cría, y volvió a su país para traernos para la copla todo aquello que los americanos hacían para el Music Hall, y después llevaba a cabo giras de varios meses por España y después de varios años por Latinoamérica con sus espectáculos (escritos por los famosos Quintero, León y Quiroga), rodaba películas y en su compañía se descubrían talentos por doquier.

En lo personal, hablaba inglés y conducía (que hoy nos parece basiquito, pero en los años 30, imagínate), y para colmo vivía “en pecado” con un casado (el torero Antonio Márquez). A pesar de que “el Régimen” la mimaba (porque le convenía) no se casaba con nadie (bueno, con el “Belmonte Rubio” al final sí se casó) y fue capaz de escandalizar a toda España con canciones como “La otra” u “Ojos verdes” (que si la cantaba ella era alegoría de la prostitución y si la cantaba Miguel de Molina, sodomía).

En tierra extraña, Concha Piquer y Conchita Márquez Piquer

Esta canción del maestro Penella no la puedo escuchar entera sin que se me ponga la carne de gallina y acabe emocionada hasta las lágrimas. Cuenta como nada lo que se siente cuando uno está fuera de su país y echa de menos su tierra (por más que al volver se piense: ¡la madre que nos parió!).

Al que no le conmueva es que no español.

Suspiros de España, Estrellita Castro

Coetánea de la Piquer, Estrellita Castro fue otra niña que hubiera estado abocada a “servir”, sino hubiera sido por su voz, su talento y su determinación por convertirse en “folclórica”, en esta España de pandereta nuestra.

Parece que cada vez más el género de la copla se va reconociendo como se merece, y a estos hombres y mujeres se los coloca en el sitio que le corresponde en la historia de la música.

Por cierto, que veo que mucha gente querría que esta canción fuera nuestro himno, anda que no molaría ver a Fernando Alonso cantando esto de “me arrancaron de mi rosal” por esos circuitos de Dios…

Adiós mi España querida, Antonio Molina

Otra de “Españoles por el mundo”, esta vez por este inimitable (aunque todo el mundo lo intenta y hacen el más absoluto de los ridículos) patriarca de artistas (nunca olvidaré lo que me decía mi abuelo, que era practicante y puso inyecciones a todos los Molina, sobre su mujer Ángela Tejedor, que según él era mucho más guapa que sus hijas) en la película “Pescador de Coplas”.

Me parto con Tony Leblanc: “Has un poder, Juan Ramón”.

El emigrante, Juanito Valderrama

¿Y qué me decís de esta versión pop setentera que se nos marcó el jienense desde el Corral de la Pacheca donde se emitía el programa “Cantares”, dirigido y presentado por el Obispo Walleran, digo, Lauren Postigo?


La Camboria no da crédito…


El beso en España

Hay que ver lo que hemos cambiado las españolas…

Ojito con el playback de la Paca, que la jodía dice “la pazión” (sí, sí, con una zeta como un caztillo!).

Aquí en versión de la Tárrega & Cia. en los ochenta, por cortesía de Sonia. Que Dios le conserve a “la Loba” las mamellas (como diría Caótico), porque lo que es el talento musical…

Soldadito español, Marujita Díaz

Yo quería poneros a María del Dulce cantando “Banderita española” (que oye, yo soy roja, pero también gualda), pero encontré esto y creo que merece la pena ver esas piernas en todo su esplendor.

La tía tiene más cuento que Calleja, pero también tiene su gracia la cancioncilla… y mira que yo soy antimilitarista (aunque un uniforme me ponga como a la que más).

¡Qué viva España!, Manolo Escóbar

Este momento patrio hasta la médula, con esos “adalides de la españolidad” que son los Campeones de Europa y del Mundo de fútbol (que igual nos enterasteis de aquello…).

Y ahora, la patria chica!

Madrid, Madrid, Madrid, Ariel Rot y Bimba Bosé

Pues nada, hasta aquí este ataque patriótico que me ha dado y que lo tenía que compartir, en este el día del medioaniversario del club.

Ah, por cierto, se lo dedico a mis amigas Tania e Isi, que están en tierra extraña, más concretamente, en la Pérfida Alvión. Un besazo