Sexo en Nueva York II: Divino exceso
10 noviembre, 2010 3 comentarios
[Puede contener spoilers!]
Queridísimas Carrie Bradshaw, Miranda Hobbes, Samantha Jones y Charlotte Goldenblatt-York:
Como tantas y tantas mujeres (y hombres, pero ¿que discriminación es esta?) del mundo, soy una fan incondicional de la serie (aunque no se hicieran más temporadas más allá de la 6ª, las reposiciones permanentes en Cosmopolitan TV me permiten revivir los episodios como si el tiempo no hubiera transcurrido), de los modelazos de la ahora Sra. Preston (aunque opino que enseñas demasiado el sostén, querida, que ya tienes una edad; y por cierto ¡¿qué son esas bragas enormes que llevas?!) y de los comentarios descarados y totalmente “desprejuiciaos” de Sam (tú no cambies, aunque a tu lado parezcamos todas unas institutrices remilgadas y estrechas) .

Esto me lo pongo yo en mi pueblo y me apedrean fijo.
Además de haber visto todas las temporadas de Sex and the City varias veces (tanto en versión original como doblada, conozco tan bien vuestros diálogos que podría veros en chino y entendería perfectamente lo que estaba pasando…), hace tiempo que decidí con cual de vosotras me identifico yo (sin lugar a dudas soy Miranda) y con cual mis amigas (manda huevos que, aunque entre ellas haya varias Carries, Charlottes y Mirandas, sólo haya una e indiscutible Samantha, y ¡que ésta sea un tío! –señal de que la liberación de la mujer todavía no está completa, al menos en nuestra generación-), y hasta me estoy planteando seriamente realizar vuestro tour por Manhattan cuando vaya a la ciudad (sí, es una horterada, pero peor es subir a la Estatua de la Libertad).

¿Ves? Soy Miranda, el azul es mi color…
Esperé con ilusión la llegada del primer largometraje tratando de no creer lo que se decía acerca de las irreconciliables diferencias entre las actrices que os dan vida, concretamente Sarah Jessica Parker y Kim Cattrall (bitches!!), y cuando finalmente llegó el estreno, no pude ir al cine… Pero en cuanto conseguí una copia (pirata, ups!) de la peli, decidí que se merecía lo mejor y la vi con el proyector, aunque tuve que mover los sofás (bueno, en realidad fue el Hombre Tecnológico antes de huir despavorido a la cocina, doble ups!) para recrear una minisala y disfrutar la experiencia como se merecía: no me defraudó lo más mínimo, sino todo lo contrario. Me pareció glamourosa, divertida, conmovedora, y narraba sucesos cruciales de vuestras vidas: Carrie plantada en el altar (Dios mío Mr. Big, ¿cómo pudiste hacernos esto?), Miranda cornuda (que dilema para la cínica abogada), Samantha enfrentada a la monogamia (cuando todos sabemos que sobrellevaría mucho mejor la mononucleosis) y Charlotte… ¡Charlotte se cagó! ¿Qué más se puede pedir?

Los ochenta: el que esté libre de pecado…
Pero chicas, para ver vuestra segunda película me he tenido que dejar a la sesuda crítico de cine que finjo ser porque sino no me lo iba a poder pasar bien: la historia es insustancial y escapista y todas las situaciones y gran parte de los diálogos son exageradamente paródicos. Habéis (bueno, a vosotras no creo que os hayan dejado meter mucha baza, me refiero a vuestros amigos gays productores) hecho una peli sólo para fans, y así se lo tomó la crítica: escuchar que la franquicia estaba muerta aterroriza a todos aquellos que no queremos que esta fiesta se acabe nunca.

Pero que cómodas y que fresquitas vamos…
Aun así la he disfrutado muchísimo
porque vuestra sola presencia nos hace sonreír, porque el vestuario era más disparatado que nunca (esos modelazos para ir en camello no pueden ser mas “heavies”); porque la boda de Stanford y Anthony es lo más marica que ha parido madre (Liza Minelli interpretando “All the single ladies”, no creo que haya que decir nada más); porque no nos quedamos con las ganas de ver el vestidor nuevo de Carrie; porque Samantha no defrauda en su faceta de depredadora sexual con encanto, ni siquiera con la llegada de la menopausia; por ese lujo asiático que la mayoría de nosotros no podremos palpar jamás (aunque yo no desespero); porque la cantidad de botox por fotograma que vemos en acción no puede ser sana; por ver a Penélope Cruz divina de la muerte fingiendo ser una directora de banco que flirtea con Mr. Big (será perraca!); y porque sale Aidan, el bueno de Aidan, que me encanta desde los tiempos en que era locutor de radio en Alaska…
En este vestidor podrían vivir 50 refugiados ruandeses.
Y desde luego, confío plenamente en que llegaré a veros en la tercera parte Sex and the City (me encantaría que fuera cierto lo que he leído por ahí de que se trataría de una precuela anterior a la época de la serie, más que nada porque si no lo hacéis ahora no lo podréis hacer nunca, que ya se van descolgando las cosicas, chicas) independientemente de que los críticos se os echen encima. ¿Quién necesita una buena crítica cuando puede tener una buena taquilla? (Negaré haber dicho esto ante un tribunal).

Vuestra siempre,
Monidala
Las fotos aquí en el trabajo no puedo verlas, pero me ha encantado tu crítica! Yo nunca he visto un capítulo de la serie, ni descargado ni en la tele ¿me pierdo algo? Es que siempre pensé que la serie no sería para mí, por tener el prejuicio de que hablan demasiado de ropa, compras, glamour y esas cosas… no sé si me podría gustar aún así, jeje.
Monidala, estoy 100% de acuerdo contigo!Sin ponernos quisquillosas con la calidad del guión o de algunos diálogos, la peli es muy divertida y pensada exclusivamente para pasar un buen rato con las chicas.Me uno a ti en la petición de la precuela, aunque sea a costa de litros y litros de bótox!! ;o)
SONIX: A mí me parece de lo más divertido que he visto, pero yo soy muuuuuuuuy petarda… De ropa no se habla mucho (la ropa la llevan ellas puesta), casi todo el rato se habla de sexo! En Youtube puedes ver algún capítulo y ver qué pasa, pero no sé si te gustará porque casi no salen zombies!! :)Es verdad, AMIGO ANONIMO, que hay cosas que están hechas para disfrutar sin pensar, como el champán o los vibradores (uy, que Samantha me ha quedado…) ;p