La Femme Fatale en el cine (I)
23 febrero, 2011 8 comentarios
A mí me hubiera gustado ser una mujer fatal y arrastrar a los hombres a la perdición. Lo que pasa es que lo más que he conseguido es ser fatal como mujer y tener a alguno que otro hombre algo perdido y que acabara arrastrándose hasta el sofá para jugar a la Play. Pero no desisto, que todavía me quedan algunos años de lozanía…
La Femme Fatale es una señora siempre estupenda, las más de las veces rubia, que para conseguir sus objetivos utiliza a hombres a los que idiotiza con sus encantos sexuales, en la mayoría de los casos haciéndoles cometer toda clase de actos innobles.
Incluso antes de verlas encarnadas en el cine, este tipo de “lobas” ha existido y se nos ha advertido de la forma más machista de sus peligros, desde que el mundo es mundo: el hombre heterosexual, no nos vamos a engañar, es fácilmente idiotizable cuando hay unas faldas de por medio (no os vayáis ahora a poner dignos y a ofenderos, forma parte de vuestra, vamos a llamarlo, “esencia viril”), pero luego es más sencillo culpar a la inductora, ains…. No os olvidéis de Dalila, la Estilista de los Hijos de Israel, o la propia Cleopatra, que traía a César y Marco Antonio por la calle de la amargura.
Otro icono fatal sería la famosa Mata Hari, una bailarina exótica condenada sin pruebas concluyentes y ejecutada, acusada de ser una agente doble para Alemania durante la Gran Guerra.
“¿Una ramera? ¡Sí! Pero una traidora, ¡jamás!” Tú di que sí, Mata Hari, que desde que estoy viendo que tienes tripilla, me he hecho fan total.
En la película de 1915 “A Fool There Was” se acuña por primera vez el término “vamp” (obviamente, diminutivo de vampiresa) para referirse a este prototipo de mujer. En este caso con la cara de la actriz Theda Bara.
Pero fue en las décadas de los ‘40 y ‘50 y en el marco del cine negro, con sus claroscuros y sus historias truculentas llenas de humo, donde la mujer fatal adquirió los distintivos que todos reconocemos hoy día. El mítico historietista Will Eisner en su serie “The Spirit” también contribuyó a la creación de ese icono (recordadme que un día de estos le dediquemos a este neoyorkino un post-homenaje de los gordos por su gran contribución al “arte secuencial”).
“No te hagas ilusiones, chato, esto no es nada sexual… Me envía Will a torturarte por dejar a Frank Miller destrozar su obra.”
Como ya habréis adivinado, voy a recopilar algunas de mis arpías favoritas desde aquella época hasta la actualidad. Obviamente habrá spoilers, aunque se trata de películas clásicas que ya habréis (o deberíais haber) visto.
Brigid O’Shaughnessy en “El Halcón Maltés” («The Maltese Falcon», John Huston, 1941)
Qué la hace fatal: Esta mujer encarnada por Mary Astor está obsesionada por apoderarse de una estatuilla supuestamente muy valiosa, y para ello, no duda en hacerse la buenecita para seducir al detective Sam Spade (con la cara y la voz de Humphrey Bogart), en liquidar a un tío y pretender cargarle el mochuelo a su cómplice.
Cómo termina: Pues el “mirlo blanco” que creía tener en Spade le sale rana, y en una escalofriante escena final (brutal el plano del ascensor) la entrega a la policía, a pesar de estar enamorado de ella hasta las trancas, para que sea pasto de la horca.
“Ahora es cuando pongo cara de monja atormentada y el bobo esté se queda prendadito”
Y ahora que ya os tengo engachados, os dejo hasta la próxima entrega (vamos, lo que viene siendo un post interruptus). XD La mujer fatal es lo que tiene, que se hace desear…