Esta es la clase de películas que uno no se debe perder si pertenece a la categoría de cinéfilo con un lado terriblemente snob al que le asaltan de vez en cuando los “momentos Sundance”, que consisten en el ansia desesperada que nos invade después de tragarnos tanto cine-negocio por ver algo que por lo menos huela a independiente y tenga un mínimo de autoral. Con “Broken Flowers” los aliviará al instante (y se le quedará la misma cara de pasmo que a todos los demás, aunque por dentro se diga: “Pero mira que soy moderna…”)
Pero es que claro, si juntamos a Jarmusch (que, no lo vamos a negar, tiene una pedrá de las gordas) con Bill Murray (uno de mis actores favoritos, como demuestra el hecho de que le dedicara uno de mis primeros posts –ains, éramos tan jóvenes… ;p- y últimamente musa del gafapastismo) en una de sus hieráticas interpretaciones (desde luego si hay algo que no se le podrá reprochar a Billy es que sobreactúe…) y lo aderezamos todo con un argumento sin estridencias desarrollado en un guión lleno de silencios, un montón de personajes tarados, una banda sonora peculiar y un final de los que te dejan WTF, pues claro, se convierte al instante en una delicattessen no apta para cualquier paladar: vamos, que es bastante elitista y la clase de peli que duerme como un tronco a mi madre y a mi padre le hace poner a Dios por testigo que no volverá a hacer caso de mis recomendaciones (“si es que mira que te he dicho veces que las películas que le gustan a tu hija son una birria…”), aunque por dentro se diga: “Pero mira que soy moderna…”.
Que se joda Al Pacino…!
Murray es Don Johnston, un Don Juan retirado cómodamente gracias a la fortuna que hizo en la industria informática que no espera ya otra cosa de la vida más que estar en chándal y escuchar música clásica. Dos cosas pasan el mismo día que hacen que la película avance (iba a decir que le cambian la vida, pero es que no estoy yo tan segura…): le deja su novia y recibe una carta de una de sus ex amantes informándole de que tiene un hijo de 19 años que se ha propuesto encontrarle. Como la ex amante no firma la carta, Winston, el mejor amigo de Don, decide que éste debe resolver tamaño misterio y le organiza un viaje a través del país para visitar a las cuatro mujeres que podrían haber escrito esa carta. Es una historia detectivesca, aunque las pesquisas son emocionales y las pistas, de color rosa.
Además está llena de estupendas actrices rubias: Julie Delpy es breve pero contundente; Sharon Stone, simplemente maravillosa, intemporal, la adoro…; Alexis Dziena rezuma frescura; Frances Conroy está inquietante y dan ganas de recatarla; Jessica Lange hace fenomenal de chiflada absoluta; Chlöe Sevigny da hasta un poco de miedo; y Tilda Swinton ni siquiera es rubia, no os digo más…
Os juro que es Tilda Swinton… Sí, ya sé que no parece que vaya a decir: “Venimos en son de paz”, como acostumbra, pero es ella…
De nuevo la banda sonora me parece lo mejor de la película: en este caso una combinación de rock/soul clásico y actual con algo de música clásica y, sobre todo, el fascinante descubrimiento de Mulatu Astatke, parece ser que el principal exponente del Jazz etíope de los 60’ y 70’: NO OS LO PODÉIS PERDER (más que nada porque haceros esta recomendación me va a costar una cena en Brighton…).
Puf, me vais a matar, pero es que el capítulo de hoy («The Kingsroad») no me ha gustado nada… Bueno, igual estoy exagerando, pero es que pasada la euforia inicial, todo me está empezando a parecer… no sé… como envasado al vacío.
Todo no, hay que ser justos. Pero es que los únicos momentos que me parecen realmente excitantes son aquellos en los que aparece algún Lannister (menos Joffrey, a ese sigo sin aguantarle y además ahora me parece que tiene cara de no ser de este mundo, pero para mal, no sé si me entendéis…) y eso que todavía no estoy en “esa fase”. Si no está Tyrion diciendo frases estupendas o el Follahermanas y sus hoyuelos, o la perraca de Cersei en plan “soy el mal encarnado” (por cierto, ¿por qué se inventan cosas???) el tema no hay por dónde cogerlo. Por lo menos hoy… no sé qué me ha pasado, igual soy yo, ¿eh?
Sí que me está gustando como queda Jorah Mormont, que es un personaje interesantísimo y del que siempre apetece saber más…
Y ojo, que el momento Catelyn luchando con el intruso que pretendía matar a Bran me ha encogido el estómago… Después, cuando ha entrado en acción el huargo ya no, se veía falso y parecía que el lobo se lo habían tirado a los brazos al hombre. El “juicio” de Arya (joder qué cara de pekinés tiene la niña esa, por cierto…) ha sido otro momento emocionantillo, ma non tropo, que hay cosas que al verlas representadas hasta me resultan ridículas, fíjate tú, con lo que he llorao yo por Dama…
Lo peor de todo es que mis dos personajes favoritos salgan tan mal parados: Jon Nieve es, definitivamente, un triste. Si no va a enseñar six pack mejor que no lo saquen, porque esa cara de pena permanente y como de “cuánto sufro, soy un bastardo” me pone a parir. Joder, ni que fuera Hamlet… Y, de nuevo, ¿por qué inventan?? No, si al final voy a resultar más papista que el Papa, yo…
Y esta chica tan mona que hace de Daenerys (sí, ya sé que se llama Emilia Clarke, pero dejadme que me salgo del papel…) cuando está calladita y sólo mira hacia Poniente está muy bien, en plan anuncio de perfume, pero no sé yo si algún día podremos ver la sangre del Dragón… Le voy a dar el beneficio de la duda por la escenita pseudo lésbica (aquí no voy a preguntar ¿por qué inventan?? porque ya lo sé, para calentar al personal, está claro). La escena de después con Drogo: a mí no me ha dado ni frío ni calor, y eso no es bueno, sobre todo teniendo en cuenta que en el libro, uf…
A veces es de agradecer que los guionistas se decidan a hacer tangibles las elipsis, más que nada porque mi imaginación no suele llegar a tanto…
También hay que tener en cuenta que en la serie las cosas pasan muy rápido, es como si lo estuviera viendo todo en fast forward y ahorrándose un montón de detalles. Igual ese es el problema, que una de las cosas que más me gustan de estos libros son los detalles. Pero es que los detalles son importantes, son los que te ayudan a conocer a los personajes y a saber porqué hacen las cosas que hacen y las que hicieron…
El Muro me ha gustado, es quite impressive así visto de lejos (veremos cómo queda más de cerca), pero en general en varios momentos (en algunos interiores y con los dothraki o a lo largo del Camino Real) la realidad me ha golpeado en la cara: es sólo televisión. Y hasta he pensado que habría estado mejor si hubieran hecho una peli como con “El Señor de los Anillos”, que el presupuesto sería mayor y no se verían esos extras haciendo las cosas como sin ganas. Pero claro, necesitaríamos una peli de unas veinte horas, ese es el problema, que diez episodios me parecen poquísimos!!! ¿Soy sólo yo? No he leído nada todavía de los demás así que es probable que sigan flipando…
Anyway, veremos a ver si en el próximo episodio recupero la ilusión, porque mi segunda lectura de “Juego de Tronos” no sólo me ha descubierto cosas fascinantes, sino que además está haciendo que valore infinitamente más la obra y eso hace que las expectativas para con la serie sean mucho mayores. Como me lo lea una tercera vez R. R. Martin me va a tener que poner una orden de alejamiento. Qué Dios nos asista…
Anoche me vi dos pelis seguidas en la tele pública (qué bien está eso de que no pongan anuncios, madre mía…): “Invasión” (que igual si me animo también la comento, lo que pasa es que me da miedo que los fanses de la Kidman y del Craig me retiren el saludo) y ésta, que sé que la vimos en casa en Frankfurt en su día, pero yo no le presté mucha atención, estaría yo en una “fase Ingmar Bergman” o similar y claro, estas peliculillas me debían de parecer una pérdida de tiempo.
El caso es que “Arac Attack” entra desde ahora mismo en la categoría de Pelis Belcro, de la que “Fantasmas de Marte” de Carpenter es el principal exponente: pelis, a priori más malas que un dolor, pero que como las pilles por ahí en algún canal, aunque estén empezadas, te las acabas tragando hasta el final.
He dicho a priori malas porque “Eight Legged Freaks”, que es su título original y a mí desde luego me pone mucho más (me hace evocar ese montón de patitas corriéndome por todo el cuerpo y me entran ganas de fumigarme), es una gran película. Me explico, no sea que me expulsen del Club de Lectura Generación Perdida (por esto o porque se enteren de que he plagiado a William Faulkner…): no es cine de autor, ni pretende descifrar los enigmas que componen la esencia del ser humano, tampoco es una fuente inagotable de hallazgos del lenguaje cinematográfico. Es una peli que homenajea/parodia el cine de monstruos de serie B de los 50’ y que triunfa plenamente en su pretensión de entretener y dar yuyu. Ni más ni menos.
“No me estoy encontrando pero nada bien…”
El punto de partida es sencillo y a la vez más tópico que una pomada: en un pueblo de la América profunda que ha vivido tiempos mejores, unos residuos químicos hacen que las arañas de un criadero adquieran proporciones épicas. A partir de ahí todo es caos y descontrol. Una gozada.
Tenemos un protagonista masculino plano pero no exento de cierto atractivo: Chris McCormick es el hijo del fallecido dueño de la mina del pueblo que antes daba trabajo a sus habitantes y que ahora está abandonada. Chris dejó el pueblo hace diez años y ahora ha vuelto (joer, pues me parece que es tan gafe como la Jessica Fletcher…), más que nada porque está enamorado de la Sheriff y no la ha podido olvidar en todos esos años. Es que el argumento gana enteros cuando lo analizas, ¿no estáis de acuerdo??
A este buen mozo lo interpreta, primero con perilla y luego afeitado, el marido de Courtney Cox y hermano de sus hermanas, David Arquette, un tío que no voy a negar que me pone tontita. Me sabe mal que al pobre no le haya ido demasiado bien en su carrera (aunque si tenemos en cuenta que por esta peli se embolsó cinco millones de dólares, la que da pena es MI carrera…) y, de hecho, recientemente ha estado en un programa de rehabilitación “to deal with alcohol abuse and other issues” (y aquí es cuando yo me enamoro, claro…).
Me lo envuelva, por favor. No, qué coño, me lo llevo puesto!
Luego tenemos a la Sheriff Samantha Parker (Kari Wuhrer, yo no la conozco de nada, pero reconozco que está muy buena…), la típica mujer fuerte y sensata madre del típico niño friki flipaete de las arañas (o dinosaurios o tiburones o lo que se tercie en cada momento) y de una Scarlett Johansson típicamente adolescente en fase totalmente abofeteable y con el sempiterno complemento de noviete salido de turno (lo siento chicos, no he encontrado fotos apropiadas, pero no veáis qué bufas gastaba ya la moza!).
“Os he dicho cienes y cienes de veces que recojáis vuestra habitación y que no me traigáis bichitos a casa.”
Me ha sorprendido lo bien que se conservan los efectos de esta peli. Bueno, en su día y aunque tenga ese look de serie B ya les debió costar un pastizal hacerla (y tampoco es tan antigua, no tiene ni diez años…), pero es que hay que ver las arañas lo bien hechas que están: las hay corredoras, saltadoras, de esas que se ocultan en el suelo y ponen trampas… Pero las que flipan especialmente son la tarántula y, sobre todo la tejedora hembra. Un mal rollo tremendo.
A mí en los momentos de apocalipsis arañil por todo el pueblo me ha recordado mucho a “Gremlims” con ese punto sádico pero a la vez muy cachondo (sobre todo en las reacciones de las arañas, que hasta gritan las cabronas), y en algún otro me acordé de “Temblores”, que es otra que me gusta un montón y fíjate, que ya va tocando volver a verla.
Mira, una que es más peluda que yo…
Total, que me lo he pasado bien, me he echado unas risas y esta noche ni se me ha ocurrido dejar ni la más mínima parte de mi cuerpecillo serrano fuera del edredón, no fuera a sentir el inquietante cosquilleo de unas patitas sobre mi piel… ¡Dios, qué repelús!!!
Teniendo en cuenta los siguientes hechos probados: (Vale, me ha quedado muy jurídico, cambiémoslo por “Partíamos de estas bases, a priori, positivas”:)
Que estamos ante una comedia (aunque la ambientación bélica siempre me repele como el hígado a los críos, si es por echarse unas risas, al final me vence la curiosidad) con Jeff Bridges (que ya sabéis lo que pienso de él, y que además me parece genial como actor), George Clooney (no creo que haya que decir nada, pero que sepáis que estuve a punto de comprarme una cafetera de esas de cápsulas y eso que yo no tomo café, que me sube la tensión…), Ewan McGregor (me encanta desde tiempos de “Trainspotting”, aunque a veces se mete en cada proyecto que parece que los elige una prima suya de resaca de crack) y Kevin Spacey (actorazo indiscutible que además, me cae fenomenal pero… ¿será o no será gay? jo, pero mira que soy cotilla…).
Que tiene una temática prometedora (y parece ser que basada en hechos reales): la existencia de una división secreta del ejército americano llamada “El Ejército de la Nueva Tierra” concentrada en la creación de soldados con superpoderes a través del desarrollo de la mente, todo ello muy basado en el New Age y un montón de referencias a esas cosas que me gustan tanto a mí como el destino y las consecuencias de luchar contra él y otras paparruchas, todo ello regadito de drogas lisérgicas.
Namaste… y todas esas chufas.
Que contiene una banda sonora con temazos: en los créditos iniciales ya me colocan el “Alright” de Supergrass, que es la canción que escucho cuando no recuerdo dónde he puesto las ganas de vivir y oye, que de repente aparecen (me tengo que agenciar otra para las llaves y el móvil); y la canción-leit motiv de la peli es el “More Than A Feeling” de Boston, que me pone la carne tan de gallina que durante el solo podría rallar diamantes con los pezones (y eso que en la última parte me falta el público en modo Energia Estrella, que hay mucho Guitar Hero en estos deditos…)
Y a pesar de todo ello al acabar la peli, en lugar de estar flipando, me doy cuenta de que me estoy preguntando: Pero ¿QUÉ TONTERÍA ES ESTA?
No es sólo que le sobren unas doscientas referencias a los Jedis, (que la palabrita aparece más veces que en las seis pelis de Lucas y en toda la filmografía de Kevin Smith juntas), es que de verdad que no le veo el sentido. Ni la gracia, ya puestos.
“Los hombres que se dejaban bigote porque creían que les quedaba bien y en realidad están matadores”.
Todo en la peli es tan “a lo Cohen” (las interpretaciones de Clooney y Bridges; la progre-crítica permanente al ejército y la empresa americanos en plan “pero mira que soy demócrata… ¡Republicanos, arderéis en el infierno!»; lo irreal que parece todo…) que me creía que la peli era de ellos. Me ha decepcionado que no lo sea porque tenía yo ganas de decirles cuatro cosas a ese par, que no hacen nada que sirva desde “El gran Lebowski” (y por Dios, no me mencionéis esa Oda al Pestiño Pretencioso que se marcaron para mayor gloria de “Melenitas” Bardem con aquello de “Algunos hombres viejos” o como se llame, porque la tenemos…).
Total, que no me ha gustado nada. Y en realidad tampoco me he aburrido (ni me he dejado de aburrir). Pero la voz en off se me ha hecho cansina hasta más no poder y cuando ha llegado el final a mí también me hubiera gustado tener LSD y un helicóptero. Ups ¿esto es un spoiler? Buf, contenta me tiene el cine actual.
Por si el título os confunde, ya os advierto que ésta no es una comedia romántica de esas de chico conoce chica (o viceversa, que tanto monta, aunque la segunda variante suele ser ligeramente más cursi y edulcorada; un día ya hablaremos de ello que hoy no tengo el cuerpo…). Tampoco una comedia amable con personajes entrañables y diálogos llenos de frases ingeniosas que nos hacen asentir con la cabeza mientras esbozamos una sonrisa. Ni siquiera es una tragicomedia en la que la risa y el llanto compartan mesa y mantel. No. Esto es un dramón en toda regla que por momentos (muchos) raya con el dolor de ovarios (me parece que la historia va bastante de cómo las mujeres nos tomamos la maternidad, así que…).
La película tiene como título original “The Other Woman” (pero la versión en castellano toma su nombre de la novela de Ayelet Waldman en la que se basa: “Love and Other Impossible Pursuits”) y, aunque estaba lista en 2009 y se presentó incluso a algún festival, no se estrenó comercialmente en EEUU hasta febrero de este año, no me preguntéis porqué, pero algunos sospechan que se retrasó su distribución para aprovechar el más que probable rebufo de la Portman y su estatuilla dorada…
Aquí pensé que se ponía a hacer piruetas en plan Odile. Dios, qué paranoia!!
Nos cuenta la historia de Emilia (como siempre guapísima Natalie, eso no te lo quita nadie…), una abogada licenciada en Harvard y proveniente de una familia tan bien (como si con lo de Harvard fuera necesario añadir más…) que su padre es juez y casada con el que fue su jefe (Scott Cohen) en el prestigiosísimo bufete de Nueva York en el que trabajaba. La complicada relación con el hijo del primer matrimonio de él (y con su ex mujer, una odiosa Lusa Kudrow, aunque reconozco que el hecho de que tu marido te deje por la Portman debe de cabrear lo suyo…) y la pérdida de su bebé (no cuento nada que no aparezca en lal sinopsis y que no se sepa prácticamente desde la primera secuencia) marcan este melodrama bastante frío y aséptico y más amargo que un yogur de soja, y que yo subtitularía como “Los pijos del Upper East Side también lloran”.
Y es que casi todos en la película caen antipáticos desde el primer momento: la protagonista es fría y borde (otra “muerta por dentro” de esas que pululan por ahí) y parece que no puede hacer nada que no acabe sacando de quicio a alguien; el marido es más soso que el humus (que hay que ver qué mierdas comen los ricos…); la ex mujer está con el síndrome premenstrual permanente; y hasta el niño de la peli es repelente, rancio y viejuno y dan ganas de darle collejas cuando no nos miran.
Los niños de Park Avenue tienen una infancia más triste que los de las fabelas: en vez de jugar al fútbol les obligan a tocar el violonchelo, y encima tampoco comen chuches…
El film se plantea como un millón de preguntas. Demasiadas, porque uno termina por no saber bien de qué va: ¿Acabamos repitiendo los modelos de pareja de nuestros progenitores? ¿Las mujeres nos casamos con nuestros padres? ¿Desde cuándo podemos considerar que una nueva vida es una persona? ¿A qué podemos llamar “familia”? ¿Sobreprotegemos y presionamos demasiado a los niños? ¿Se puede ser malo en uno de nuestros roles familiares pero bueno en otro? ¿Las cosas ocurren por alguna razón? ¿Por qué mueren los bebés? Y sobre todo: el helado de tofu, ¿de verdad es helado?
A pesar de su frialdad aséptica y su corrección formal (a mí me ha recordado a “La tormenta de hielo” de Ang Lee, aunque es una peli que tenía olvidadísima…; y también me he acordado alguna vez de Sofia Coppola, no sé por qué), una cruel dosificación de la información y la utilización de ciertos resortes de que disponemos especialmente las madres la pueden convertir en una experiencia lacrimógena donde las haya.
¿Os acordáis de cuándo Phoebe se enfadaba? Pues eso, pero todo el rato…
No digo que la peli sea mala, y Natalie Portman está bien (aunque tampoco empecemos a creernos ahora que es la nueva Meryl Streep, ¿eh?), pero desde luego ni pienso esperar con ansia su salida en DVD ni os la recomiendo especialmente, a no ser que os apetezca una sesión de esas de acabar rodeados de kleenex usados alrededor (pero ojo porque no acabas en plan “qué a gusto me he quedao”, sino más bien con mal cuerpo), y si sois hombres igual ni para eso os sirve (porque las escenas de cama de la Portman, que algo hay, están gestionadas también en el mismo modo frígido que el resto).
Sí me ha llamado la atención para bien su banda sonora. Tanto el score como las canciones que aparecen están muy bien escogidas porque encajan perfectamente en el tono de la peli: esa sofisticación elegante con un tufillo intelectualoide a psicoanálisis. He recopilado las que he podido encontrar porque, bien pensado, no hay nada que apeste más a intelectualoide y a psicoanálisis que yo misma!! XD.
[Escribo esto tras haber disfrutado (y mucho) del piloto de “Juego de Tronos” («Winter is Coming»). Como, a mi pesar, todavía me queda mucho de la lealtad de los Stark, preferiría no publicarlo antes que mis guruses (que, ya nos contarán su experiencia en la première, pero creo que es posible que a partir de ahora Canal + desbanque a Cuatro en lo que se refiere a la mutilación de series de culto, exhibiéndola en su pre estreno sin sonido…), pero como tampoco quiero leer nada antes de redactarla, lo preparo y la programo para mañana a las 14:00…
Para los que no la hayáis visto, puede que cuente alguna cosita, pero no será desde luego un spoiler si no lo aviso convenientemente. Pero si preferís no saber absolutamente nada, como me gusta a mí y por lo que he intentado ver lo menos posible sobre la serie, mejor leedlo después de haberla visto. Pero desde luego, vedla, no os arrepentiréis.]
Hoy hemos cenado prontito y hemos acostado a la peque para poder ver la serie con tranquilidad. Ella no estaba de acuerdo, y decía que quería ver “el juego de tronos”, a lo que su padre con gran criterio ha respondido: “Tú lo que vas a ver es el juego de tronas”. Ha habido buenas risa. Luego ya ha venido lo serio…
Victoria Pickwick (la primera de su nombre) en el auténtico y genuino «Juego de Tronas».
Después de la secuencia inicial que abre uno de los mayores y más atractivos enigmas de la serie podemos gozar de la cabecera: es brillante y espectacular, muy currada y con una música épica y contundente. Parece ser que el mapeado variará en cada episodio en función de los lugares que aparezcan, ¡me parece total!
Supongo que hay dos maneras de valorar el primer episodio de “Juego de Tronos” (que dicho sea de paso estoy de acuerdo con Trikar en que debería llamarse “Canción de Hielo y Fuego”; a no ser que la próxima temporada se denomine “Choque de Reyes, añado yo…): como la encarnación de la saga (para aquellos que lo han leído -sean fans fatales o meros lectores, si es que se puede hacer tal distinción porque no me imagino que nadie pueda leerlo y no enamorarse de sus personajes y tramas-) o como una serie de televisión (para los que no lo han hecho).
Ya os conté que terminé la primera novela hace poco, pero como la había empezado en la Era Terciaria, estoy releyendo de nuevo (y descubriendo cosas que se me habían escapado y entendiendo mejor otras. Por cierto, me urge un debate con la Asamblea de Majaras porque hay varios misterios que… bueno, ya hablaremos…) así que lo tengo todo bastante fresco en la memoria (y en mis notas, porque mi espíritu de empollona que creía doblegado está resurgiendo con una pedantería sin igual).
La adaptación me parece realmente buena. Es muy complicado resumir tantísimas cosas que ocurren en las primeras cien páginas de la novela, y evidentemente es aún más difícil trasladar todo aquello que pasa por la cabeza de los personajes. En ese sentido creo que los creadores de la serie cuentan un poco con lo que los lectores pondrán de su cosecha por conocerlo previamente, y me da la sensación de que los que no lo leyeron se perderán un poco, al menos al principio, entre la maraña de personajes y sus no tan conocidas motivaciones. No significa que no se pueda seguir la trama, ni mucho menos, pero quizá haya un riesgo de simplificar a algunos personajes (cosa que incluso en el libro tendemos a hacer para después sorprendernos cuando pensamos que ya les conocemos).
Sean Bean: Born to Stark.
A pesar de todo ello, creo que han sabido resumir bastante bien los eventos (echo de menos algún flashback de eventos pasados, espero que en próximos episodios los haya) y especialmente las conversaciones, en las que se ha mantenido muy bien el espíritu e incluso las frases memorables. Me han sorprendido algunas escenas que no aparecen como tales en el libro pero que me han gustado y ayudan a condensar y a presentar a los personajes principales (bueno, la de Tyrion en el burdel me ha sonado más a excusa para sacar más tetas y culos, pero Dios me libre de quejarme de eso…), aunque no entiendo muy bien porqué la opinión de Catelyn en un punto crucial es justo la opuesta que tiene en el libro (supongo que era más sencillo así…).
La ambientación es soberbia, está cuidada hasta el último detalle tanto en decorados como en vestuario, etc. Las localizaciones son una pasada también y me han gustado mucho los cambios de iluminación en cada una de ellas. En ese sentido es muy difícil, sino imposible encontrarle un pero (y no es que yo quisiera hacerlo).
Jaime Lannister: guapo que jode.
El casting no es 100% de mi gusto, sobre todo porque claro, yo no me los imaginaba así… Bueno, Sean Bean es perfecto para interpretar a Eddard Stark (hay que ver lo bien que le queda a este señor un pelo largo, una barba y una capa, vamos que ha nacido en la época incorrecta) pero para Robert Baratheon me esperaba a un actor al que pudiera imaginar apuesto en otro tiempo, cosa que no me ha pasado para nada; los Lannister me parecen todos adecuados menos Joffrey, que se supone que es guapo pero que tiene una cara de higo que tira pa’ trás; Emilia Clarke es preciosa y hace una Daenerys muy dulce, me gusta; pero lo de Khal Drogo todavía no lo tengo claro: entiendo que es un personaje con un físico extremo y Jason Momoa desde luego lo tiene, pero no me ha terminado de cuadrar, igual ha sido ese maquillaje que me ha recordado al Genio de Aladdin en una peli de los ‘50… Otro que se nota que está disfrazado es el que hace de Viserys (aunque lleve las mismas pintas que Daenerys no le queda igual, es un poco lo que pasaba con Legolas y Elrond, que lo mismo que Orlando Bloom estaba para comérselo, a Hugo Weaving no había por dónde cogerlo…). A Jon Nieve (a pesar de que ya había visto imágenes del tal Kit Harington) tampoco me lo imagino así cuando leo (vale que es un personaje torturado, pero es que tiene siempre una cara de penita, el pobre…), aunque ese momento torso desnudo que nos han regalo by the face tanto de él como de Robb me ha parecido que le hace ganar muchos puntos, mira tú… #Haztefan.
Yo por si acaso no le pediría los tres deseos…
Las interpretaciones me han parecido en general muy buenas. Destacaría de nuevo a Sean Bean, que no sólo tiene el porte de un Señor del Norte sino que además también le imprime su carácter; Michelle Fairley (Catelyn Stark), una actriz a la que tengo que querer, ya que fue muy suegra en «Misfits»; Nicolaj Coster-Waldau (Jaime Lannister), con todo el cinismo y apatía necesarios para su papel; Lena Headey (Cersei Lannister), que a Hitchcock desde luego le encantaría porque es una de esas rubias de apariencia fría y con un volcán en su interior; y, especialmente a Peter Dinklage (el Gnomo,Tyrion Lannister) que tiene un papel que es un bombón y parece que ganas de aprovecharlo. Le auguro un gran futuro en los próximos Emmy. Aunque después no sé qué será de su carrera, me da que le van a encasillar… (lo sé, lo sé, y estoy supersonrojada en este momento, creedme… XDD)
Me casé con un enano, salerito, pa jartarme de reir…
Sólo hay, en mi opinión, un momento en el que el perfeccionismo imperante ha fallado y que no está a la altura del resto, ACHTUNG, PSEUDOSPOILER!: durante la reggaetonera boda de Drogo y Dany hay una pelea a muerte entre dos dothrakis en la que, lo siento, pero se notan las coreografías más que en mi clase de Aerobic. Espero que esto mejore porque el realismo es fundamental en estos casos…
En resumen, (y a pesar de ese pequeño detalle) aunque ya esperaba un trabajo de mucha calidad, me ha sorprendido, me ha encantado y no me pienso perder un episodio. No es que sea recomendable, es que es casi obligatoria.
Yo, como sigo superflipada con la saga (en “Choque de Reyes” sigue tomando altura tras el espectacular despegue de su predecesora) ya me estoy diseñando el blasón de los Pickwick. ¿Qué os parece que nos pega más: Manolo Blahniks sobre alfombra roja o un hard crash sobre pantalla azul??
“Game of Thrones” se estrenó el 17 de abril en EEUU (HBO) y se estrenará oficialmente en España en Canal + hoy, 19 de abril. Para los proscritos de la descarga, ya está disponible en su distribuidor habitual de materiales dónde la legalidad pierde su casto nombre, ains…
Queridos amigos, colegas, lectores, curiosos ocasionales, señoras que pasan por aquí a preguntar por sus maridos (chata, aquí no está ¿has mirao en el Bingo?): así como hace unos días era noticia que me había acabado un libro, hoy os traigo la impactante exclusiva de que he estado en el cine. Hay que ver, con lo que yo he sido…
No, si a mí me encantaría ser como Al, que se acaba el tío varios libracos a la semana (venga confiesa, algunos no ya es que no te los hayas leído sino que directamente no existen, son invenciones tuyas… ;P) o como Perse y Diego que están puestísimos en los últimos estrenos cinematográficos y conocen unas pelis que le alisarían el pelo a Gasset Dubois… (aprovechad, aprovechad, que como un día os dé por regalar al mundo un pequeño Mike de Alas Negras, el único cine que vais a pisar es el de las sábanas blancas!), pero qué le vamos a hacer, cada etapa tiene sus cosas (y no me quejo que el viernes los Ángeles de Charlie estuvimos arreglando el mundo en una sesión divertidísima como siempre…).
“La vida en cautividad también aporta conocimientos útiles para la supervivencia en la selva”. Mira éste, como si no lo hubiéramos visto ya hasta la saciedad…
Pero hoy hemos estado viendo “Rio”, o como la llama Victoria, “la peli de los loros”. De entrada decir que es una peli bonita que ha cumplido con creces las expectativas que teníamos: que la niña se lo pasara bien sin que los mayores tuviéramos que cortarnos las venas de aburrimiento.
Y sin embargo, a pesar de que visualmente está muy bien (sin acercarse a los virtuosismos que se podían disfrutar en “Rango”), la considero una peli menor y algo decepcionante si tenemos en cuenta que el equipo que la ha llevado a cabo es el responsable de las, para mi gusto, estupendas “Ice Age”.
“Yo, como Mary Poppins, soy prácticamente perfecta en todo”. Venga, creémos a las niñas la necesidad de exigirse más de la cuenta y a los niños falsas expectativas sobre el género femenino…
En realidad todo en “Rio” huele un poco a déjà vu: un polluelo de guacamayo azul es capturado en su selva brasileña por unos traficantes de animales exóticos y por accidente (casualmente de forma muy parecida a como Rango comenzaba su peripecia) acaba siendo adoptado por una niña en Minnesota. Bastantes años después, y totalmente reconvertido en animal de compañía, como último macho de su especie que es vuelve al país carioca para procrear con la última hembra viva.
Se podría decir que es una peli romántica de aventuras ornitológica que además sigue punto por punto todos los clichés de su género: un protagonista simpático pero que está muy lejos del prototipo heroico, aunque tenga sus recursos y que a lo largo del metraje luchará por superar sus carencias; una guapísima partenaire resuelta, decidida e independiente (sorprende hasta qué punto en el cine actual son casi siempre ellas las fuertes…); una relación que empieza fatal para ir limando asperezas hasta llegar al climax romántico; un villano carismático y muy peligroso (Nigel es de lo mejor de la peli) que acosa a la parejita hasta el último momento y que en realidad es el motor de la acción; un catálogo de personajes secundarios no demasiado destacable pero que ayudan a incrementar la comicidad de las situaciones; y por supuesto, un final feliz, como no podría ser de otra forma.
La adorabilidad con babas.
Si en la historia no hay originalidades, sí que el tono general se mantiene en un nivel de entretenimiento aceptable (aunque en algunas ocasiones moñea un pelín) y se puede decir que hay varios gags y puntos bastante graciosos. Los números musicales bien en lo visual, pero reguleros en lo musical, de nuevo el de Nigel el mejor (igual en V.O. ganan…).
A nivel gráfico están realmente bien animados los animales y se puede disfrutar de unas vistas de Rio de Janeiro preciosas (sin olvidar que, por supuesto, se incluyen todos los tópicos conocidos sobre la ciudad: samba, fútbol, Corcobado, fabelas, playas, carnaval –eso sí, la escena en el Sambódromo es muy chula y a servidora se le ha despertado una nueva frustración vital: la de no menear el cu-cu desde una carroza del desfile luciendo poca ropa y muchas plumas-.
“Llamadme creído, pero sin mí (y los monetes) esta peli sería un truñaco lamentablemente caro”. Pero mira que eres borde…
De la banda sonora, en la que se incluye una versión estupenda del maravilloso clásico de la música brasileña “Mas que nada” (aquí sin concesiones, al que no le guste es que está gilipollas, que se lo haga mirar con urgencia) me ha gustado mucho esta que os dejo de Esther Dean y Carlinhos Brown, un señor que por lo general me carga bastante.
Pues sí, queridos sí, yo también me uno al famoso lema de los Stark (aunque ahora mismo me sienta más de la sangre del Dragón…), que, aunque suena a previsión meteorológica surrealista dadas las fechas en las que estamos, no tengo muy claro todavía si es premonición o amenaza…
Para los que no me entendáis, lo que pasa es que he sobrevivido a la lectura completa de “Juego de Tronos”, la primera novela de la saga de George R. R. Martin “Canción de Hielo y Fuego”, y no podía por menos que dedicarle un post, aunque estoy sacando el tiempo de escribirlo de mis horas de sueño en estos momentos de actividad frenética que estoy viviendo por culpa del IMSERSO y sus deliciosas vacaciones subvencionadas a la Manhattan de la Costa Blanca.
Ese oscuro objeto de deseo: El Trono de Hierro. Lo primero que haré cuando aposente mis turgentes nalgas en él será contratar un diseñador de interiores. ¿Es que en Westeros no habéis oído hablar de la ergonomía? Lo siguiente: imponer las patillas por decreto entre mis vasallos.
Hasta hace unos meses yo vivía ajena (y podríamos decir que hasta feliz) a la existencia de esta obra de fantasía épica de la que pronto verá la luz el quinto libro de un total de siete. “Me la presentaron” precisamente dos amigos blogueros muy fans (en Sonia Unleashed o en Guardia Oscura encontraréis TODO lo que se refiere a este tema, especialmente lo relacionado con la serie de TV que se estrena próximamente. De hecho, estoy segura de que tienen materiales promocionales que ni las lumbreras de Marketing de la HBO saben que existen. Sí, dan un poco de miedo, pero hay que ver qué a gusto me he sentido yo siempre entre la gente que lleva su entusiasmo a lo patológico…) a los que nunca se lo podré agradecer como merecen (más que nada porque casi estoy resignada a no volver a “oír su rugido” en persona; hay que ver los Lannister como son, antes muertas que sencillas… ¿y lo que les va undorao, que parecen gitanos?), aunque seguro que ellos ya saben que les tengo presentes en mis oraciones…
A pesar de sus fervientes recomendaciones, yo me adentré en la novela con cierto escepticismo, como siempre hago cuando me asomo a estos universos potencialmente frikis: de Star Wars, y a pesar de haber visto las 6 películas, ya sabéis que sólo hay un momento que salvo de la quema del tedio y la grandilocuencia y es el famoso morreo en la Luna de Endor (llamadme romántica y melancólica, que yo sé que lo que soy en realidad es cursi y sentimental…); Star Treck me ha parecido siempre, sin ánimo de ofender, ¿eh?, una sandez con jerseys de colores y ni en esas tardes veraniegas de tierna juventud, de vagancia y reposiciones he sido yo capaz de ver ni un episodio, que me daban más pereza que “Jara y Sedal”. Aunque, como en la vida no se puede decir de este agua no beberé ni a esa convención trecki no iré vestida de teniente Uhura, no os toméis este comentario como un escupitajo al cielo, que no hay que tentar a la suerte…; con “El Señor de los Anillos”, la que más se puede parecer a lo que hoy os comento, tuve unos inicios fatales: “El Hobbit” me lo habré empezado a leer como trescientas veces pero siempre acabo de enanos hasta las narices y me rilo, y a punto estuve también varias veces de rendirme con “La Comunidad del Anillo” porque, francamente, no se puede ser tan pesado describiendo paisajes, coño, que una piedra es una piedra, lo mires como lo mires… Pero a partir de “Las Dos Torres” la cosa se empezó a poner emocionante y al final me tuve que rendir a la evidencia: es una historia maravillosa. Tampoco soy tan fan como para haber podido con “El Silmarillion” o manifestarme en la puerta de la casa de Peter Jackson exigiendo que rehaga la versión extendida para meter a Tom Bombadil, pero sí soy de las que consideran que el final de “El Retorno del Rey” no es, ni de lejos, demasiado largo y lloro a moco tendido cada vez que veo [OJO, SPOILER MORTÍFERO] al pobre Frodo despedirse de su amada Comarca para irse, Dios sabe donde, con los lánguidos y paliduchos elfos…
Daenerys de la Tormenta: “Si vuelvo la vista atrás, estoy perdida”. Pues nada, hija, tú siempre hacia delante y sobre todo, que no te toquen los huevos.
El escepticismo inicial me duró poco: “Juego de Tronos” es de esas historias que atrapan bastante pronto, a pesar de la dificultad que entraña la profusión de personajes. Aviso para navegantes: si os animáis a leerla, que sea en una edición que contenga glosario de personajes (que suelen ser todas, hasta la mía aunque yo me haya dado cuenta al acabar, que soy así de lerda…) porque los hay a miles y, para colmo, a varios de ellos se les llama por su nombre, por su diminutivo, por su apodo o por su cargo de manera indistinta y os podéis hacer un jari tremendo, sobre todo al principio cuando uno todavía no se ha hecho con ese “algo” que individualiza a cada personaje, no sé si me explico…
Lo que a mí me ha pasado (y creo que todos los que lo leen), y por lo que he tardado tantísimo en leerme este libro (es largo, pero ¿más de tres meses? No es propio de mí, desde luego…) es que uno se involucra tanto en las peripecias de los personajes que acaba tomándoselo todo de forma demasiado personal (y que R. R. Martin sea un sádico tampoco ayuda, nena…). El caso es que en cuanto te encariñas con los personajes y te identificas con su causa, pasan cosas que te cabrean y te sublevan (pero hasta límites insospechados) y ya no sabes qué pensar, y claro, yo ese descoloque permanente lo llevo fatal. En más de una ocasión he cogido mi e-book y lo he metido en el congelador al grito de “¡Ahí te quedas!” y han tenido que pasar a veces hasta semanas para volver a sumergirme, con mucho miedo, en la lectura de sus páginas.
Aquí Jon Nieve, aquí una admiradora, una esclava, una amiga, una sierva: le perdonaré cualquier cosa que haga en el futuro incierto que se nos avecina sin importarme lo más mínimo sus orígenes (que ya me voy yo oliendo la tostada…)
Es una historia llena de pasiones, ambición y ansia de poder, rencores y venganzas, la corrupción más abyecta vs. la inocencia más pura (y viceversa…), traiciones, intrigas, batallas sangrientas y amores truculentos. Y mucha, mucha muerte y destrucción. Dura y cruel como la vida misma. Todo ello escrito en un estilo sencillo pero emocionante, con escenas bestiales y diálogos brillantes llenos de frases para el recuerdo (yo las estoy recopilando, igual un día os las pongo por aquí…) Vamos, una joya que no os podéis perder.
Ya sé que todavía apesto a verano, que no sé nada y que estoy tan verde que meo hierba pero, aunque tenía planeado seguir con mi vida como si tal cosa al acabar “Juego de Tronos” (empeñada en terminarla a pesar de lo orgánica que se estaba volviendo su lectura sólo por el mero hecho de que no soporto dejar cosas a medias), me temo que “Choque de Reyes” es la próxima parada de mi destino. Confiaremos en que los Dioses nos sean favorables…
La verdad es que llevaba toda la santa vida queriendo ir al Planetario para quitarme ese trauma de que no me llevaran allí de excursión con el colegio (no, allí no fuimos pero una vez nos llevaron a la fábrica de Bimbo y después nos dieron Panteras Rosas, que es el bollo que más asco da de la tierra…), así que el sábado nos fuimos a Méndez Álvaro a ver con qué nos encontrábamos.
Jo, pues resulta que está molón! Está muy bien para llevar a los críos y aprender un montón de cosas sobre Astronomía. También me pareció un sitio muy chulo para una cita romántica (¿hay algo más romántico que ver las estrellas?), ya sabéis, una de esas que dice “vamos a hacer algo bonito juntos”, no de las que dicen “estoy más caliente que el cenicero de un bingo”; siempre y cuando no te pongas en plan enteradillo porque entonces diría “soy más friki que Sheldon Cooper y esta es mi última oportunidad de perder la virginidad”.
Primero vimos una proyección, concretamente “El cielo y sus historias”, en la que te explican divinamente cómo encontrar la Estrella Polar (una cosa que todo el mundo sabe, al parecer, menos yo) que es muy útil para localizar siempre el Norte (algo que no viene nada mal a los estamos desnortaos). También te cuentan cómo diferentes culturas ven y denominan a la constelación del Escorpión (para nosotros y nuestra herencia del mundo clásico es un arácnido que se cargó Orión, pero para los hawaianos es un anzuelo mágico y para los bolivianos una honda; interesantísimo todo, oiga).
¿Sabíais que las constelaciones que podemos ver bien durante las noches primaverales son las de Cáncer, Leo, Virgo y la del Boyero (me voy a abstener de hacer gracietas)?
La Constelación de Leo (según este gráfico que he encontrado en el estupendo blog “La Bitácora de Galileo”), para que veáis lo fácil que somos “las leonas” de encontrar localizando la Osa Mayor…
La verdad es que me pareció genial eso de ver “una peli” en la cúpula del techo de manera que el hombre elefante no te pueda jorobar parte de la pantalla. Y la proyección de estrellas es una auténtica pasada, sobre todo para los que no estamos acostumbrados a verlas en esa cantidad gracias a la estupenda contaminación lumínica de que podemos disfrutar en esta nuestra ciudad… Al Hombre Tecnológico y a mí nos encantó, aunque la verdad es que Victoria se aburrió bastante; creo que la próxima vez que la llevemos a un sitio en el que se apaguen las luces más vale que aparezcan Pocoyó o Bob Esponja o se nos va a levantar en rebelión la pobre…
Después estuvimos viendo varias exposiciones:
“Paisajes de Marte”, de la que lo que más nos gustó es el módulo de simulación de tornados. A mí me hubiera gustado poder pararme a leer los carteles y ver las fotos (que son impresionantes) con más detenimiento, pero la verdad es que los niños son un coñazo milagro de la naturaleza y no se les puede tener quietos más de dos segundos.
“Viaje a Saturno” también es muy interesante. No sabía yo que Saturno, al igual que Júpiter, Urano y Neptuno, no tiene una base rocosa sino que está formado sólo por gases. También nos pareció muy friki el tema de sus satélites y los intentamos memorizar: sólo se me quedó Titán, mi cabeza no da para mucho últimamente…
¿Sabíais que el mayor satélite del sistema solar es Ganímedes y orbita alrededor de Júpiter, siendo incluyo mayor que Plútón y Mercurio? (Seguro que hay algún listillo que está pensando “pues claro que lo sabía ¿por quién me tomas”?)
También había otra exposición llamada “Arte en el Universo” con fotos espectaculares de toda clase de maravillas del Cosmos.
Pero la que nos triunfó a todos fue “De la manzana a los agujeros negros”, una exposición interactiva sobre la gravedad en la que había multitud de módulos en los que experimentar con este fenómeno. Se podían hacer cosas tales como lanzar objetos en los simuladores de agujeros negros o comprobar tu peso en diferentes planetas, así que tuvimos a la niña entretenida bastante rato (vamos, de hecho tuvimos que engañarla para salir de allí), así que pudimos enterarnos bastante bien de cosas muy curiosas.
¿Sabíais que el punto de no retorno, es decir, del que nada escapa, de un agujero negro se llama “el horizonte de sucesos” y su vórtice se conoce como “la singularidad”? (Qué conceptos tan estupendos, creo que los voy a utilizar la próxima vez que vea a un tío con la bragueta abierta…)
Para culminar la visita, un paseo por el Parque Tierno Galván (como ya sabéis, prócer de La Movida madrileña) desde el que se pueden contemplar unas vistas de Madrid de lo más bucólicas y castizas.
Si alguno se queda con ganas de más, están muy cerca tanto el Museo de Ángel Nieto, (que no lo vimos, pero que me parece difícil que pueda estar mejor que el Museo de Motos que tiene mi tío en la Puebla de Montalbán (Toledo), al que recomiendo acudir a todos aquellos moteros de pro que quieran disfrutar con los trabajos de reconstrucción de motocicletas antiguas y con una colección realmente fabulosa) y el Imax, al que también quiero ir desde hace mucho tiempo, pero que me temo que habrá que esperar a que la niña sea un poco más mayor.
Parece ser que esto, por mucho que nos guste, no sería posible: con ese tamaño la fuerza de la gravedad que ejercería la tierra sobre esta bella dama no permitiría que sus huesos la sostuvieran. (Yo me puedo permitir hacerme la sabionda porque hace ya bastante que perdí la virginidad).
Según Virginia Woolf, una mujer que quisiera escribir ficción necesitaría dinero y una habitación propia. Esto no va a dar dinero, pero tiene que servir como habitación...