Sígueme el rollo (Dennis Dugan, 2011)

Sígueme el rollo

Lo mismo que te digo una cosa, te digo otra: con esta me he reído. Venga, caretas off: el Adam Sandler me pone. Me cae bien, me divierte y eso hace que le consienta más de la cuenta. Por otra parte está Siempre Rachel, o sea, la Aniston, que para mí como si fuera una prima mía (aunque como actriz deja mucho que desear y debería dejar de tocarse tanto el pelito, que se lo debe de poner perdido…).

En ésta él es Danny, un cirujano plástico que liga mogollón por el Método Fake, vamos, el de hacerse pasar por lo que no es (esto más que tendencia es pandemia nowadays, verbigracia: friki-pollas hikikomori de palo posteando a discreción desde sus dieciocho redes sociales favoritas, un dos tres, responda otra vez…) gracias a un anillo de boda reciclado, símbolo de la insustancialidad más femenina y de la mamarrachez más cabría.

En esto que pasan los años y el Anormal cree haber encontrado a la mujer de su vida, la que le hará ponerse el anillo definitivo, en las carnes de esta rubiaca indecentemente cañón.

La Rubiaca

“Bua, pues las he visto mejores…” (Sí, en las pajas de Larry Flynt, no te jode…)

Pero hete aquí que La Rubiaca descubre el anillo, y el Anormal tendrá que fingir que se está divorciando para justificar su imbecilidad crónica. Aquí entra en juego Katherine (Aniston), su ayudante, que se hará pasar por su ex y hasta le prestará a sus hijos (un par de hijoputillas mu salaos) para la pantomima.

Lo demás os lo podéis imaginar, es bastante predecible… Chistes de cacas por doquier, situaciones absurdas, mucha prótesis deformante y Sandler haciendo de Sandler enamorándose de Aniston haciendo de Aniston (uy, ¿os he hecho spoiler? Cuanto lo siento…).

Sandler narizotas

“Hola, soy Adam Sandler y si al principio de una peli no salgo hecho un cromo y con este pelo polla supongo que luego cuando ya voy con mi cara no parezco nada atractivo…”

Y hasta ahí podía llegar este post si no fuera por algo que me ha dejado helada madrina (esto último, por cortesía de mi amigo Koldo): sale la Nicole Kidman!!!! Sí, amigos y fulanos que han llegado aquí buscando porno. La divina, la etérea, la toxinabotulimizada Kidman! Y además, burlándose de sí misma sin atisbo de ridículo en su espectacular cuerpo de tres metros de alto (no, en serio, roza lo monstruoso esta mujer) y encarnando a la attention whore más whore de los últimos tiempos.

Nunca la había visto así, y la verdad es que no termino de creérmelo, pero la verdad es que merece pasar a la historia aunque sólo sea por ese momento duelo hula-hula con Aniston que es lo máximo que hemos vislumbrado de su cuerpo desde la coñaza “Eyes Wide Shut” (está mucho más buena ahora, entonces estaba más seca que un bacalao). Nicole, my dear, esto te reconcilia con el mundo real, del que tanto te habías apartado.

Coco loco

“Y aprovecho esta oportunidad que me da Internet para decir desde lo más profundo de mi alma: Viva la madre que te parió!”

Devolvemos la conexión a los estudios centrales.

Sin reservas (Scott Hicks, 2007)

Sin reservas

No sé muy bien la razón por la que unas pelis me motivan a escribir y otras no: supongo que algunas por ser muy buenas, y otras por ser tan rematadamente malas que me puedo explayar con ellas y sacar todo lo malo que una lleva dentro (que es mucho, para qué nos vamos a engañar…).

Pero en este caso no estamos ni en un caso ni en el otro. Bueno, sí, la historia es una moñez totalmente desprovista de verdadero interés en la que la señora de Douglas y el señor éste que unas veces huele bien y otras va en bici, digo…, que unas veces me encanta y en otras le detesto, hacen lo que pueden (o no) con unos diálogos insulsos y plastíferos mientras transitan por unos territorios bastante poco “de la comedia romántica”. En realidad es una cansinada romántica, un nuevo género a tener en cuenta, mayormente porque no paran de crecerle ejemplos, válgame Dios.

Sosos, mu sosos

“Prueba, que yo creo que está soso” (Sí, añade la bloguera, pero de cojones, no te digo más…)

Cate Amstrong (Zeta-Jones) es una chef workaholic slash muertecita por dentro slash más esaboría que la Merkel arrancándose por bulerías, en un restaurante fachon. Como la vida es asín, la muchacha se tendrá que hacer cargo de una sobrina de 9 años que vendrá (sí amigos, como ya os imaginaréis), a trastocar todo su mundo y cambiarla para siempre.

Luego está el chico este, Nick Palmer y a la sazón el nuevo sub-chef, que no para de meterle fichas a la cocinera desde el minuto menos diez (pero de corazón, ¿eh?. Porque claro, esas cosas pasan). Dos cosas sobre Aaron Eckhart además de lo que ya he dicho, a saber:

1. Este tío está que cruje. No, lo digo por si algun@ no se había percatado… Es que desde aquí también me gusta hacer labor social. Llamadme filántropa, si queréis…. ;p

2. En esta peli está mal no, peor y vuelta a empezar. Todo hay que decir, que el papel es tan mierdón que yo lo llamaría papel higiénico. Pero es que además creo que se ha debido de inspirar en el más repelente Pacino de “Esencia de Mujer”, peli abominable os pongáis como os pongáis.

3. ¿Pero qué coño de pelo es ese que lleva la criatura? Encargada de peluquería: shame on you (hijadebitch). Me parece de pecado coger a un tío macizorro (con hoyuelo barbillil incluido) y colocarle una melenita repugnante con unas mechas de lo que le sobró de teñir a Jeniffer Aniston. Una cagada.

[Al final han sido tres cosas: es que hago lo que me sale de la penca, you know…]

Si toda la peli se sostiene en el vacío más absoluto aunque pretenda reflejar el dramatismo de la vida misma, la historia de amor ya es que está cogida con pinzas invisibles (qué horror me dan las películas en las que las cosas se cuentan en lugar de mostrarse, es el anticine…) y es tan poco sugerente que lo único que da, es hambre.

En la nevera

“Chico, me dejas fría.” (¿Qué pasa? ¿Que no habíais oído un estúpido chiste de neveras??)

No perdáis el tiempo, que para eso ya estoy yo, que se ve que no tengo otra cosa que hacer que flagelarme con estos espantos cinematográficos. En este caso ni siquiera ha llegado a ser doloroso: solo mortalmente aburrido. Adiós.

P.D.: Parece ser que es un remake de una peli alemana titulada «Deliciosa Martha» que dicen que está muy bien. Ya os contaré…

Kung Fu Movie (David Valero, 2011)

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Como el Orson Welles de “Don Quijote”, Valero utiliza los materiales de su película inacabada “Kung Fu Movie” como excusa para contarnos su vida, sus sueños, sus inquietudes artísticas (¿o es al revés?).

Lo único que le puedo reprochar es no haber diseñado el póster de la peli, que me quedaría cojonudo en la entrada del post (eso y no haber disfrutado de ese súper estreno en los cines del barrio tal y como se nos había prometido: era lo más cerca que íbamos a estar de la alfombra roja…).

Pero es que el proyecto faraónico estaba abocado al fracaso. Y no porque la idea fuera mala, o no estuviera lo suficientemente pensado y trabajado (bueno, quizá un poco más de planificación… ;p), sino porque aquello era más complejo que recrear Atlanta en la Guerra de Secesión, y claro, no había el presupuesto de O. Selznick (joder, si hasta Lucas tuvo que esperar para poder rodar la primer trilogía…) Pero sí mucha ilusión. Y talento.

Lo bueno es que la cosa no acaba aquí. Espero. Confío en tener la oportunidad de volver a acercarme al cine de la mano de Valero Artes y su troupe de inconscientes. Porque este chico va a triunfar y todos querremos estar cerca cuando lo haga.

No os puedo pedir a los que no sois de “la familia” que veáis entero el documental. Es un trabajo demasiado personal de hora y media que conjuga la infancia de los que crecimos en este barrio (o en otros barrios, eso es igual…), con la evolución artística de este Da Vinci del Henares para terminar con las escenas montadas que se pudieron llegar a grabar de una peli de chinos que hubiera sido la delicia de mi padre, todo ello sin escamotear los preparativos y las mil y una vicisitudes que llevaron a ella.

Sólo para que conste, alucino con el nivel de técnica al que “el colega” ha llegado en lo que se refiere a montaje. Por no hablar de la grandísima visión que tiene el tío para la puesta en escena. Te admiro, Valero. Y te envidio, aunque claro, estás cosas no caen del cielo sino que vienen de mucho tiempo de trabajo, la Teoría de las 10.000 horas le llaman… (Es que estas cosas hay que decirlas, aunque sean las 00:30 de un lunes y mañana haya que madrugar…).

Pero lo que sí os recomiendo es no perderos la última parte (a partir del quinto vídeo), la que contiene las escenas de marras, porque a mí me parecen descojonantes. Aunque claro, yo salgo en la peli y, qué voy a decir… (para mis fanses incondicionales, no perderse a partir de 00:50 del último vídeo, tengo un papel pequeño pero con mucha enjundia XDDD –y también salgo en las tomas falsas!!!-).

Y a los amantes del thriller y el terror, no dejéis de ver su aclamado corto: Darkside. Es una virguería. Creo firmemente que en ese género está tu voz, David.

Indiscreta (Stanley Donen, 1958)

Indiscreet

Cary Grant e Ingrid Bergman hicieron dos películas juntos. La primera no hace falta que os diga que es “Encadenados” (“Notorious”, 1946), una de las obras maestras del cine de todos los tiempos en general y de Alfred Hitchcock en particular. Y es justo que por ella pasara a la historia esta pareja.

Esta otra película realizada doce años después por el director y coreógrafo Stanley Donen no ha trascendido demasiado, aunque es una de las pelis favoritas de Grant. Quizá porque la rodó con su amiga Ingrid, quizá porque disfrutó mucho haciéndola y eso, en algunas escenas, se nota.

Cold cream meet cute

“Buenas, soy el hombre de tu vida”. “Sssstupendo, y yo con el Oil of Ulai all over my face, ¡destino, te burlas de mí!”

Adaptación de una obra teatral, lo que lastra desde el principio su puesta en escena, “Indiscreet” no es una gran película. No me extraña que sea poco conocida. Yo he llegado a ella por mi investigación sobre la comedia romántica: algo que pretendía ser un entretenimiento veraniego que me diera pie a unos cuantos post y que se está convirtiendo en una de las tareas más apasionantes de mis últimos tiempos. No sé si algún día me sentiré capacitada para escribir públicamente sobre el tema, me quedan aún muchas pelis que ver, pero por el camino estoy disfrutando muchísimo…

La historia comienza en Londres cuando una famosa actriz teatral inglesa (supongo…), Anna Kalman, que todavía no ha encontrado al hombre de su vida, conoce a Philip Adams, un señor estupendo, economista y americano al que la OTAN (y su cuñado) están tratando de convencer para entrar en la organización. Desde el primer momento es notorio que ha saltado la chispa entre ellos y, como Anna no está ya para perder el tiempo, le deja las cosas bastante claritas al yanqui, que, en un alarde de sinceridad sin par, el confiesa que está casado, aunque en trámites de divorcio.

Arrime

“No arrimes tanto, mozo, que en el pueblo me conocen…”

La película está, en ese sentido, muy condicionada por su época y es demasiado coyuntural. Pero aunque me gustaría pensar que ese argumento ya no tendría sentido en este momento, no sé hasta qué punto sería así… Los protagonistas continúan su romance (algo soso aunque con algunos momentos destacables como la forma en que se relata su amor a distancia, sin que olvidemos que estos temas de pantalla partida fueron, un año más tarde con “Confidencias a medianoche”, el leit motiv de un romance entre la virginal Doris Day y La Señora, Rock Hudson) a pesar de todo, y los acontecimientos empiezan a sucederse sin demasiada emoción aunque con una tendencia que parece abocada al melodrama lacrimógeno (las alusiones a “Romeo y Julieta” o “La Dama de las Camelias” ya me hacían prever lo peor…).

Phone doing it

“Venga tonta, ¿conectamos el Skype o qué? Si te va a gustar…” “No, no, que luego me grabas y me cuelgas en Youtube…”

Sin embargo el último tercio del film se inicia con una revelación inesperada que hace que el tono de la película vire de nuevo hacia la comedia. No os cuento nada pero nuestra pobre Anna se pilla un cabreo monumental con su amado y a partir de ahí la cosa mejora horrores. De hecho, os diré que la película tiene una secuencia que ha pasado a mi Top de favoritas de la historia del cine: momento actoral glorioso en el que la Bergman demuestra porque es quien es y mi querido Archibald da un auténtico recital de comedia física, de elegancia y de gracia sin igual. Para mí, dos de los mejores actores de la historia del cine. No os perdáis este momentazo, yo me he reído a carcajadas (claro que sin ver el resto de la película igual no os hace tanta gracia….).

Cary Grant dances

“¡Mira y aprende, Natalie Portman!”

Y tú ¿dónde estabas aquel 11 de septiembre?

WTC

Siempre me había fascinado esa pregunta que se hacían muchas veces los personajes de las películas americanas: ¿dónde estabas cuando asesinaron a Kennedy? Lo que no sabía es que algún día viviríamos uno de esos momentos críticos en la historia de la humanidad, aunque nos pese.

Bueno, por suerte también vivimos la caída del muro de Berlín, otro hito fundamental de la historia contemporánea. Pero el 11-S es uno de los sucesos más terribles que hemos tenido la desgracia de “presenciar”: desde luego nos es peor que los tsunamis que han ocurrido en los últimos años, o tragedias tan terribles y que tan bien recordamos como la erupción del Nevado del Ruiz. Pero es que eso fueron asuntos de la Naturaleza (y quien puede culparla…). Los atentados del World Trade Center (como los posteriores de Madrid y Londres) fueron obra humana, algo que debería avergonzarnos a todos. Aunque si recordamos las heroicidades de anónimos que los acompañaron nos podemos reconciliar con nuestra raza…

Como todos, jamás olvidaré aquel día. Yo estaba en Frankfurt, trabajando en las oficinas de Nintendo of Europe en el barrio de Bornheim Mitte. Tenía 27 años y estaba en Alemania desde hacía cuatro meses. Cuando nos enteramos de que un avión se había estrellado contra una de las Torres Gemelas todo el Departamento de Localización y Testeo se revolucionó. Conectados a Internet tratábamos de recibir más información. Recuerdo que llamé a mi madre para decirle que pusiera la televisión. No se lo creía. Mientras hablaba conmigo el segundo avión se estrelló contra la Torre Sur. Ella lo vio en directo. Yo nunca podré olvidar la emoción de su voz.

Como tampoco olvidaré la cara de nuestro Supervisor, un afroamericano militar en la reserva, mientras trataba de sintonizar uno de los televisores que utilizábamos para jugar. Era la cara de un soldado en guerra. Y el mundo nunca volvió a ser igual.

Ni nosotros tampoco.

Al servicio de las damas (Gregory La Cava, 1936)

Al servicio de las damas poster

Es de locura que haya que coger la máquina del tiempo y trasladarse nada menos que al año 1936 para poder congraciarse con el cine, y especialmente con ese género que conjuga comedia y romance.

En el caso de este film de La Cava cuyo título original es “My Man Godfrey”, la comedia sofisticada (sí, otra screwball de las que tanto os hablo últimamente pero sobre las que no me atrevo todavía a profundizar por las terribles lagunas de mi desastroso background cinéfilo) se convierte asombrosamente en una crítica social descarnada. Sí, amigos. Resulta que se puede hablar de la desigualdad social sin recrearse en los aspectos más sórdidos y deprimentes del arrabalismo y todo ello sin salir apenas de los esplendorosos decorados de la burguesía neoyorquina y sin aburrir ni un segundo.

Ya desde los ultra modernos (para la época, claro, todo en su contexto…) títulos de crédito en luces de neón que enlazan con el comienzo de la acción en un vertedero de basuras a orillas del East River, lugar improbable para las diletantes hermanas Bullock que han llegado hasta allí a la caza de un mendigo que les permita ganar el premio de una disparatada gincana para ricachos vacuos y casquivanos (hay que recuperar términos como este, os insto a uniros a mi cruzada…).

al servicio de las damas créditos

Me diréis que esto lo habéis visto hasta la saciedad, pero os recuerdo que es del ‘36. En España sin ir más lejos empezamos ese año a cagarnos en la democracia y no paramos hasta 1975, así que ni se os ocurra ser condescendientes…

Las hermanitas en cuestión son la fría y sarcástica Cordelia (Gail Patrick, una actriz poco conocida para el gran público porque casi no protagonizó ninguna película pero que era absolutamente formidable haciendo de “la rival” –y a mí no me gustaría cruzármela en una pelea de gatas, francamente…-) y la alocada, romántica e histérica Irene (Carole Lombard, una estrella cuyo brillo no se apaga a pesar de que su fatídica muerte en un accidente de avión nos privara de ella cuando contaba sólo 33 años de edad y se encontraba en lo más alto de su carrera; me temo que no sólo Gable enviudó con su fallecimiento, imaginaos lo que significaría la desaparición de una Julia Roberts a día de hoy y os acercaríais a lo que pudo suponer…).

El mendigo en cuestión y el Godfrey del título está encarnado por William Powell, el tipo con menos pinta de vagabundo de la historia de la humanidad (y ex-marido de Lombard, by the way…) y del que muy pronto descubriremos que no es lo que parece y que además es uno de esos señores que una se llevaría a casa. Así lo hace Irene que, sorprendida por su personalidad (su manera de tratar a la impetuosa y arrogante Cordelia es casi una declaración de principios de la lucha de clases) y su clase (valga la “repugnancia”), lo contrata como mayordomo y pretende adoptarlo como “su protegido”.

Patrick, Lombard y Powell

Cordelia y esa mirada capaz de encogerle los huevos a un hombre. Pero lo siento, pequeña, aquí has pinchado en hueso…

En el hogar de los Bullock en la Quinta Avenida podremos disfrutar de lo peorcito de la alta sociedad de esa época en la que la crisis del ‘29 había dejado una desigualdad tan cruel como la que vivimos actualmente: mientras que muchos habitantes de la ciudad subsisten de lo que recogen de las basuras incapaces de encontrar un empleo, los ricos pasan el tiempo en clubs nocturnos haciendo cosas tan productivas como emborracharse y romper escaparates o subir las escaleras de sus mansiones a caballo. Absurdamente caprichosos, ridículamente ignorantes de los problemas de la sociedad más allá de Park Avenue y alimentando a gorrones sin escrúpulos, está familia es el espejo en el que se miran (y en el que deberían seguir mirándose, aunque intenten no darse por aludidos) los privilegiados de este mundo (entre los que, por cierto, nos encontramos sin nos comparamos con gran parte de la población del planeta…).

En aquellos años de Depresión, y como después durante la II Guerra Mundial, se estilaba un cine de evasión en el que la gente pudiera disfrutar del humor y del lujo del que carecían sus vidas. Pero eso no era óbice para que las películas estuvieran cargadas de crítica y tuvieran un poso que perdura a través de las décadas. La sofisticación y la clase la ponían los escenarios, las situaciones disparatadas, los diálogos chispeantes llenos de ironía (pero también de cargas de profundidad: “Lo único que distingue a un hombre de un mendigo es un empleo”.) y el maravilloso vestuario de las protagonistas (aunque en ese sentido os recomiendo otra que he visto hace poco “La pícara puritana (The Awful Thruth)” en la que Irene Dunne luce unos modelos absolutamente fabulosos.

Carole Lombard

Pues no sé cuántos avestruces se habrán sacrificado para confeccionar este salto de cama. Pero espero que cuando dices “irrisorio” en realidad quieras decir “un primor”.

Como película, “Al servicio de las damas” no es que sea recomendable, es que debería ser obligatoria. Es deliciosa e inteligente. Como historia de amor, no me la termino de creer, pero sobre todo por el papel de Lombard, que dista mucho de ser una mujer de verdad y es demasiado niñata e histérica hasta el paroxismo. Me identifico más con su hermana Cordelia, qué se le va a hacer…