Danzón (María Novaro, 1991)
23 octubre, 2011 5 comentarios
Hay días en los que parece que la vida te la está jugando: cuanto más te esfuerzas y más luchas por las cosas en las que crees, más se alejan de ti tus objetivos y peor te sale todo. Supongo que eso es porque vamos a contracorriente. Entonces hay que detenerse y dejar de buscar alrededor, simplemente sentarse y escuchar lo que el Universo trata de decirnos (no, no me refiero a esas voces que oyes en tu cabeza, eso es otra cosa… ;p).
El martes pasado estaba yo teniendo uno de esos días infames, uno de los que parece que van a terminar con mal sabor de boca porque te sientes al cincuenta por ciento culpable y víctima de todos tus infortunios. Me encontraba derrotada y triste. Pero se ve que algo/alguien allá por el limbo cósmico se sintió compasivo y quiso compartir conmigo “un momento”. Casi por casualidad me encontré con una película de esas que según las presenta la Cayetana Guillén Cuervo (utilizo el artículo determinado para demostraros “sutilmente” mis desdén hacia esa señora) piensas: “Uf, qué pereza me da… “: una peli mexicana (como si eso no fuera bastante rollo en sí mismo, que Dios me perdone…) de 1991 (pero con una ambientación que te hacía pensar que pretendía recrear los 60’ en los 80’) relacionada con un baile y una música que me eran por completo ajenos. Pero por suerte me dio tantísima pereza que ni siquiera tuve fuerzas para cambiar de canal. Me quedé allí, contemplando, al principio casi en estado comatoso…
La película empieza con un primer plano de los engalanados pies de una mujer (medias negras, sandalias plata inenarrables) para recorrer en plano-secuencia los del resto de bailarines en una sala deslizándose al ritmo del danzón de marras, una danza criolla de origen cubano y sensualidad y ritmo africanos pero que tiene mucho de tango. Os juro que desde el arranque de “Europa” de von Trier (qué casualidad, ambas son del mismo año…) no había presenciado nada tan hipnótico.
Si alguien sabe donde puedo hacerme con unas sandalias como estas, que me lo comunique a la mayor brevedad: se recompensará.
Y así dejo que me arrastre la marea y me cuelo en la vida de Julia (María Rojo: actriz prodigiosa, mujer de belleza fascinante), una telefonista del D.F. que ha criado a su hija sola, que empieza a dejar de ser joven y que vuelca todas sus ilusiones en el danzón. Por ello cuando desaparece Carmelo, su pareja de baile, no puede seguir con su vida y decide ir a Veracruz a buscarle. De esa forma comienza un viaje que la lleva a descubrirse a sí misma a través de unos personajes de una humanidad desbordante.
No os cuento más porque es mejor así: que la película os vaya llevando a terrenos totalmente desconocidos y que os sorprenda y, como dice un amigo mío, os pellizque el corazón. Sólo os diré que Julia deja de ser una mujer, se convierte en todas nosotras. Y la historia ya no es mexicana, o veracruzana o como puñetas se diga (carajo me importa): es absoluta y completamente universal. El momento deja de ser el que es: se torna intemporal. Es ayer, hoy y para siempre.
Una mujer: todas las mujeres.
Cinematográficamente es una película de una grandísima calidad. Me ha impresionado muchísimo (soy consciente del excesivo uso de superlativos, es que me ha gustado una barbaridad y no sé expresarlo de otra forma…) la puesta en escena de María Novaro (en el fondo y en la forma esto es un musical, y de los buenos: no, no todos los musicales son superficiales expresiones de alegría impostada; algunos son capaces de reflejar sentimientos humanos y verdaderos y mostrarnos todas esas cosas por las que la vida merece la pena, de esa forma en la que sólo la música puede), su sensibilidad, los muchos hallazgos de su mirada…
Pero además de todo ello, nos enseña el mundo femenino de una forma nueva y libre de estereotipos. Un soplo de aire fresco que abre de golpe una puerta por la que podemos escapar a aquellos que pretenden etiquetarnos, clasificarnos, encasillarnos y así, bien empaquetaditas y envueltitas para regalo, hacernos suyas. Las mujeres somos y debemos ser libres para soñar nuestras vidas. Para perseguirlas y para arriesgarnos a encontrarnos con el éxito o con el fracaso porque, en este trayecto poco importa llegar a buen o mal puerto, lo que realmente cuenta es el camino. El tuyo.
Buen viaje!
[La verdad es que no sé si es fácil o difícil hacerse con una copia de este film, considerado el número 45# en la lista de las 100 mejores películas del (para mi gusto) excesivamente melodramático cine mexicano (no, a mí esto tampoco me dice gran cosa, sobre todo porque entre las diez primeras hay tres de Buñuel… ), pero aunque no sea la mejor manera de disfrutarlo, aquí tenéis un link a la película. Como amiga, os la recomiendo: yo pienso volver a ella cada vez que necesite quitarme ese regusto amargo que a veces la vida se empeña en dejarnos.]
¡Pienso verla, que lo sepas! Me la has vendido de maravilla. A ver si así compruebo que no todos los musicales son "expresiones superficiales de alegría impostada".Hay, por un casual, algo de reivindicativo en tu post? 😉
XDDD Yo nunca doy puntadas sin hilo…Seguro que te gustará, ya me dirás!
Yo llevo un mes infame en todos los sentidos, ya te contaré por que ahora no tengo internet!!!!!!!la peli no la he visto….
Aunque tarde cuando vi tu entrada pensé en el Lanzón, un postre contudente que se toma para el 23 de abril, luego ya vi que era una entrada más sutil 😉
Pequeña PERSE, pronto me cuentas! BesosAnda, AL, qu tú sí que estás hecho un postre contundente!! XDDD Un besazo