Du Levande (Roy Andersson, 2007)

Du Levande

Mira que he visto pelis raras, pero esta («La comedia de la vida» es su título en España) desde luego, es que no hay por donde cogerla… Con deciros que la frase sobre ella que me impulsó a verla fue “el cruce imposible entre el cine de los Monty Python y el de Ingmar Bergman”, os lo he dicho todo. Porque eso, aunque yo creo que ni sé explicar en qué consiste, es total y absolutamente cierto!!

A ver cómo me lo monto para que os hagáis una remota idea:

1. Se cogen unos decorados fríos, desangelados y anacrónicos que parecen todos sacados de más allá del telón de acero en los años ‘70, así con unos tonos verde post-stalinista o vainilla pre-Kruschev y se pone la cámara fija, eso sí, teniendo muy pensado el encuadre para que sean los personajes al moverse (cuando se muevan, claro…) los que le den dinamismo (algo, tampoco nos pasemos) a la escena.

Ideas de casquero... Se entenderá la escena o no se entenderá, pero la calidad de la composición quasi-pictórica es indiscutible…

2. En lugar de un argumento lineal, se escriben 50 sketches a priori totalmente independientes unos de otros aunque con algunos personajes que se cuelan a lo largo del metraje en distintos lugares.

3. Se contratan actores de todas las edades y condiciones y se les hace aparecer en situaciones a veces cotidianas, a veces disparatadas. En ocasiones se presencian conversaciones o monólogos interminables y aparentemente sin interés alguno. En otras se comparten los momentos más patéticos de la vida de esos personajes sacando a relucir la miseria inevitable del ser humano.

4. Pero sobre todo, que cuando más bergmaniano esté el tema (ya sabéis, esa profundidad sueca que no se caracteriza precisamente por un ritmo brasileiro) se sorprenda al respetable con un detalle surrealista que le haga despertar del soporcillo trascendente y le provoque una sonrisa y un WTF.

Paseando al perro nordic-style

Estos cócteles insólitos suelen encantar en los festivales de cine y este no fue una excepción. Se estrenó en la sección oficial de Cannes y tiene un montón de premios en su haber. A mí me parece una marcianada, pero prefiero haberla visto a que me la cuenten, como con “El árbol de la vida”, vamos…

The Future (Miranda July, 2011)

the future

¿Qué harías si pensaseis que sólo os queda un mes para conseguir hacer todo aquello que siempre soñasteis? No un mes de vida, sino que sólo durante los siguientes 30 días tuvierais la oportunidad de conseguir vuestras aspiraciones, aquello para lo que estáis llamados, lo único que os podría hacer felices el resto de vuestra vida?

Pues cagarla. Fijo.

Los protagonistas del segundo largometraje dirigido por Miranda July son una pareja de treintañeros formada por la propia July y Harnish Linklater que, ante la decisión que han tomado de adoptar un gato enfermo que requerirá multitud de cuidados (que veo yo claramente como sucedáneo de la elección vital de muchas parejas de tener un hijo cuando ya han llegado a un punto en el que parece necesario aparearse o romper) y que les será entregado en un mes, caen en la cuenta de que apenas les queda ese tiempo para hacer las cosas que querían hacer antes de estar acabados (en el sentido de terminados, sin posibilidad de evolución).

el hastio en la pareja

-¿Chino o pizza? -No, mejor adoptamos un gato…

Lo primero que hacen, por tanto, es dejar sus respectivos empleos y empezar a hacer cosas de lo más absurdas, pero claro, supongo que cada uno tendrá en su cabeza una idea de lo que querría ser y no es: ella, profesora de baile, decide grabarse realizando una coreografía distinta (pero de esas raras, raras, raras) cada día y colgándola en Youtube; él (operador de servicio técnico) empieza a trabajar en una organización protectora del medio ambiente vendiendo árboles a puerta fría; deciden quitar la conexión a Internet (WTF?? Aunque pensándolo bien…); etc. Vamos, que lo que están es absolutamente desesperados por encontrar algo que dé sentido a sus vidas (y quien no?).

Cómo no sentirse identificado con estos elementos inseguros, frustrados, huérfanos de una conexión espiritual, que no saben aceptar lo inevitable, tan paralizados por la necesidad de asumir la responsabilidad como por el temor a quedarse atrás si no lo hacen, y, en definitiva, dominados por su miedo a crecer, como lo estamos todos (o la mayoría) de los jóvenes maduros de nuestra generación. Menuda panda de peterpanes con tecnología que estamos hechos…

Además de la identificación (dentro de su enrevesamiento algo amanerado, esta escena no incluida en la peli sobre la procrastinación me ha llegado al alma) , me ha gustado la comicidad sutil pero, en mi opinión, inteligente que destila “The Future”. El problema es que la película tiene una manera de contar las cosas que se te hace eterna en ciertos momentos, otros que se pasan de alegóricos (como éste, por ejemplo…) y un defecto insuperable, al menos para mí: las apariciones del gato Paw-Paw y su parlamentos (con la voz de Miranda July) me resultan insoportablemente ridículos y de un moñas acojonante.

the-future-paw-paw (1)

“En realidad prefiero mil veces vivir en un mugriento callejón a que me adopten ese par de tarados memos”.

Ah sí, esta peli también obtuvo premios en Sundance y Berlín, por si eso hace que os guste más. Allá cada cual.