La Saga Crepúsculo: Amanecer Parte I (Bill Condon, 2011)

[No recomiendo este post a los que no hayan leído las novelas de Stephanie Meyer. Primero porque no es probable que entiendan el entusiasmo de los que lo hicimos y por tanto, el interés por las pelis, y segundo porque hay spoilers de toda condición.]

Es una pena que el interludio romántico de esta primera parte de la novela “Amanecer” se haya rodado de manera tan pastelosa y aburrida. Y lo digo porque el resto de la cinta no está nada mal…

Bueno, digo nada mal, teniendo en cuenta que hablamos de una película pensada para adolescentes gritonas más que para las muchas mujeres adultas que se engancharon a la saga literaria de Stephenie Meyer y que, desde luego, no se trata de una historia profunda ni trascendente sino de un mero entretenimiento.

Pero es cierto que los responsables de este film no han sabido aprovechar el tirón de la tensión sexual no resuelta que se va arrastrando desde que Bella y Edward se conocieran. Tanto la boda (el vestido de Bella me gustó, por cierto… y los zapatos son divinos!) como la posterior luna de miel de los tórtolos, contienen secuencias que pueden provocar la necesidad de practicarse un trasplante de hígado de emergencia.

“Sí, quiero (que me chupes la sangre y me inocules tu veneno vampírico para convertirme en un demonio del Averno condenado para siempre)”. Eso sí que es un compromiso!

El bodorrio es un poema, y está lleno de todos los topicazos que suelen conformar el sueño de una novia de pro: la ceremonia al aire libre en bucólico bosque decorado con lucecitas, el altar hecho con un arco de flores (esto seguro que tienen un nombre, pero ni idea…), la novia llegando entre nerviosa y emocionada (aunque a Kristen Stewart parece que le duele la barriga) del brazo de su padre, los invitados en feliz contubernio entre vampiros, hombres lobo y humanos (aunque alguna bruja siempre critique), el novio esperando en el altar con cara de pánfilo, la “madre” del novio enseñando cacha y tetamen (ah no, que esto no es tan tópico…), el “sí, quiero” solemne y engolado, el beso con trávelin circular, la orquesta molona entre clásica y moderna, la tarta de cinco pisos…

Las escenas de sexo son melifluas y cursis (por cierto, ¿estos dos no eran pareja? Porque yo la química ni la he olido… Pa’ mí que se han dejao….). No me acuerdo ya de lo que ponía exactamente en el libro pero para mí la cosa fue mucho más “interesante”, pero claro, yo tengo una imaginación que no es nada tolerada para todos los públicos… ;p Además, que Edward, que estaba guapísimo en otras entregas, sobre todo en “Crepúsculo” que parecía un James Dean postmoderno, está aquí muy sosuno y tiene unos pelitos recolocados con laca que parece El Puma… (sin embargo Jacob y su torso cada día está mejor).

¿Esto no lo habíamos visto en un anuncio de Fa?

Pero a partir de que Bella se percata de su aberrante embarazo, la cosa mejora mucho (y la peli me hizo recordar la intensidad con la que se leían esas páginas, con Edward en modo “sácate eso, muchacha” y la otra “¡nosotras parimos, nosotras decidimos!”).

Luego, cuando ya están de vuelta en la Residencia Cullen, me ha gustado mucho recuperar a los vampiros y sus diferentes idiosincrasias, especialmente a Rosalie, siempre incomprendida y en contra de todo “el asunto Bella” pero que se convierte en su mayor aliada proyectando en toda la situación su maternidad (y su vida entera) frustrada…

Está bastante bien conseguido el deterioro físico de Bella (¿no os ha parecido que cuándo está super flaca y demacrada se parecía un montón a Keira Knightley?), y es bonito cuando Edward empieza a leer la mente del bebé y entonces cambia por completo su actitud hacia el embarazo (que es algo que no recordaba) y es divertido ver a Jacob cabreado como una mona con todo el asunto…

“Ofú, qué parto más malo! Ni con epidural…”

También hay algo, aunque evidentemente está muy poco profundizado siendo uno de los mayores hallazgos de la saga en mi opinión, de la interesante relación de la manada de lobos y la tortura mental que supone el que todos en la familia sepan lo que piensas, en particular en el caso de Leah y su rabia al sentirse despechada por alguien imprimado por otra…

El momento parto me pareció poco sangriento y algo decepcionante, pero en fin, al final se soporta porque la verdad es que Renesmee (hay que joderse con el nombrecito) es monísima y podemos presenciar la imprimación de Jacob, que es un momento que yo no veía venir para nada en el libro, y eso que ya teníamos un lobo imprimado de una niña pequeña…

La conversión de Bella tampoco está mal y la verdad es que hay un momento en que yo misma me asusto y creo que se ha muerto del todo. Pero no, empieza su transformación bajo los efectos de la morfina. Y me encanta el final con los ojos de Bella transformada en neófita y me han entrado muchas ganas de verla con hambre atrasada con esa fuerza incontrolable que la va a hacer muy poderosa.

“¿Dónde habéis puesto el Visprín?”

Está gracioso que en el epílogo salgan los Vulturis, pero esa gente a mí ya me tiene muy decepcionada…

En la próxima entrega nos vamos a encontrar con Bella descubriendo lo que significa ser una vampiresa (y a lo mejor, si hay suerte, alguna escena de sexo de ultratumba, que eso sí que va a ser romper muebles y no lo de Esme Island…), con la amenaza Vulturis y con el descubrimiento de un montón de nuevos vampiros con poderes muy curiosos. Ah sí, y la crianza de un bebé medio humano medio chupasangre! Entonces… ¿cuánto decís que falta para que estrenen la segunda parte? ;p