Vergüenza y conspiranoia

Estas imágenes ya han dado la vuelta al mundo y cada vez se nos pone más cuesta arriba explicar a nuestros colegas y amigos extranjeros que España es un país moderno y democrático que tiene lo que hay que tener y más para salir de la crisis.

Cada vez lo decimos con la boca más pequeña y cada vez tenemos muchos más ganas de emigrar porque esas sanguijuelas que son nuestros políticos y banqueros no van a soltar la teta para que nosotros podamos engordar otra vez a la vaca.

A las protestas les llaman golpe de estado y encima nos acusan de ser los que creamos mala imagen ante la comunidad internacional. Justifican las cargas policiales por la violencia de los manifestantes. En realidad nos temen no sólo porque somos más, sino porque además tenemos razón.

Después de una tarde-noche sobrecogedora estaba a punto de tomarme dos suicidines e irme a acostar cuando descubro que se está extendiendo la teoría de que los mismos encapuchados que “provocan” esta durísima carga policial son los que después ayudan a los antidisturbios a detener manifestantes. Ved y juzgad vosotros mismos.

Susan, que he llegado bien!

Ainssss Susan… qué bonito es empezar la semana en modo Sue Ellen meets Barney Stinson, aprovechando el supuesto horror-en-el-hipermercado/horror-en-el-ultramarinos de una reunión a las 17:30 en Mordor, para convertirlo en una velada de las nuestras. Y es que si la vida nos da limones, nosotros los ponemos en los gintonics y volvemos loco al camarero (alma de Dios) buscando la ginebra adecuada! ;p

Como Account Managers no sé si triunfaremos, ahora como dúo electro-pop trash lo vamos a petar con nuestro nuevo EP “Qué nos gusta una reunión, un traje sastre y un tacón”.

Luego había que volver a casa y, ya me conoces, me he puesto de morros con el TomTom porque eso no era una ruta, eso eran Las Doce Pruebas de Asterix! En la M-30 (también conocida como un Agujero en el Espacio-Tiempo) de entrada se pierde la señal del satélite y yo allí más perdida que Jennifer Connelly  “Dentro del Laberinto”, que si me llego a encontrar a David Bowie marcando paquete no me habría sorprendido, vamos… Luego unos cruces de carriles que eso no es de recibo… Como pille a alguien de Fomento lo crujo a palos!

Pero finalmente, he conseguido llegar sin incidentes!

En cuanto a RiRi, cada día me convence más esta chica… Como no sabía si preferías la versión de día o la de noche te pongo las dos (porque nosotras somos nocturnas, pero esas medias furcia tampoco las podía dejar pasar, tengo que ver cómo me agencio unas… ). Totally agree en que es un temazo y te advierto que da para un mash up con eso de Morrissey que hemos hablado… ;p

Pues nada, a ver cuando abrimos hueco para una noche a tumba abierta porque con este rollo “Tú a Boston, Yo a California” que nos traemos parecemos azafatas con la maleta hecha todo el día!

Always yours,

Geena

Sexología para Dummies: Male Fatalest Error

Me vais a permitir que hoy le cedamos este espacio a una gran amiga de toda la vida, la Dra. Beach. Reputada sexóloga de salón, su experiencia viene abalada por millones de tertulias y “momentos terapia” con cientos de  mujeres y algún que otro hombre y sus conocimientos sobre las relaciones y la guerra de sexos provienen de lugares de académico y rancio abolengo como Sexo en Nueva York o las novelas de Marian Keyes o Sophie Kinsella. Vamos, una eminencia…

Nos quiere hablar del peorcísimo error que puede cometer un hombre en los primeros días de su relación con una mujer, aquello que puede ser la cagada definitiva y que sin duda va a  precipitar las cosas hacía territorios de terror extremo. Las autoridades deberían alertar sobre ello, pero como hasta ahora no era tan corriente, parece que se está dejando a ambos sexos a merced de esta recientemente extendida epidemia sin ponerle remedio antes de que se convierta en un grave problema de salud pública.

Para que ellos lo entiendan fácil (os cuesta, os cuesta, lo tenéis que reconocer…) tenemos que hacer un ejercicio de introspección: vamos a visualizar a dos personas del sexo opuesto en una primera cita. Kevin y Jennifer (estamos en EEUU o en Fuenlabrada, ahí ya como queráis) han quedado después de bastante flirteo y miraditas en el lugar X en que se conocieran. La cosa va sorprendentemente bien, la conversación fluye con facilidad, se ríen juntos, tienen cosas en común… en resumen, que hay química. Ambos luchan por disfrutar del momento tratando de mantener sus respectivas expectativas controladas, lo normal en estos casos. Imaginemos ahora que Jennifer decidiera pronunciar en ese momento la improbable frase: “Yo es que siempre he sido muy de follar…” (Improbable que la pronuncie, porque Jennifer de verdad es muy de follar, vamos, como todos los humanos sanos y normales, por otra parte, lo digo para la tranquilidad de algun@s).

No hay que ser urólogo para saber lo que podría suceder en ese momento. Superado el cortocircuito cerebral inicial (y el momento bebida saliendo por la nariz con atragantamiento y riesgo de muerte), lo más probable es que el pobre Kevin fuese, a partir de entonces, incapaz de descifrar una sola palabra más que saliera de la boca de su partenaire y que gran parte de su caudal sanguíneo quedara concentrado en salva sea la parte. ¿Podríamos culparle si se dejase llevar por su ancestral instinto de preservación de la especie y entendiese la frase como una señal más clara que una flecha de neón con la leyenda “Insertar aquí” en la entrepierna de la insensata Jennifer? Siendo justos, yo diría que no.

Ahora volvemos a imaginar la misma estampa bucólica de primera cita exitosa pero en lugar de ser Jennifer, es Kevin el que pronuncia la improbable frase:  “Es que yo siempre he querido tener hijos”. (Improbable pero creedme: está pasando; no es como los vampiros o los zombies que mucha amenaza pero luego nunca llegan y os advierto de que vuestra incredulidad os pone en serio riesgo!!).

Cataclismo nuclear mental. Y mientras Jennifer intenta recomponerse del seísmo gritando mentalmente “Def Con Dos!!! Def Con Dos!!!”, el daño ya está hecho: el útero ha tomado el control.  Si no os parce aterrador, dejadme que os presente a este órgano femenino: Quizá alguna vez hayáis oído hablar de las vaginas dentadas. No son nada. Son los esbirros cuyos hilos mueve il capo di tutti capi. El útero es el parásito definitivo y es, con respecto a la mujer que lo hospeda, “el jefe de todo esto”.

No exageraríamos al decir que el útero es un Terminator T-100 programado con un único objetivo: engendrar. Y para ello se prepara concienzuda e incansablemente cada puto mes desde la menarquia hasta el climaterio. Así que si una mujer es fértil desde los 14 años hasta los 50, eso querrá decir que su útero se habrá acicalado para ser polinizado unas 432 veces. Imaginaos la de decepciones que ha recibido… A que ahora sí que estáis acojonados?

Incluso las mujeres que ya son madres y que racionalmente no sienten la necesidad de volver a serlo son potencialmente  manipulables desde su matriz, porque el útero no descansa hasta el último óvulo y su necesidad de mejorar la especie es tan reptiliana como la que impulsa a los varones a esparcir “lo suyo” all over the place.

¿Podríamos por tanto culpar a Jennifer de sufrir a partir de ese momento comportamientos maníacos y de prácticamente necesitar un exorcismo? El que se atreva a juzgarlo, que tire la primera piedra.

En fin, por la salud mental de nuestras mujeres, se ruega a los hombres aguantarse las ganas de comentar los asuntos de su paternidad frustrada en la medida de lo posible para evitar una ovulación en masa tan potente que podría llegar a hacer que el ser humano se reprodujera por esporas. Y  no sé si a los úteros les iba a gustar que les dejáramos de lado…

Por la Doctora Sylvia Beach

The Deep Blue Sea (Terence Davies, 2011): No, no es una peli de tiburones

Hoy en un alarde de intrepidez sin parangón me he aventurado a localizar en algún cine madrileño esta peli que tenía ganas de ver desde su estreno este verano, más que nada porque a mí un melodrama y  un amor imposible me van tope de gama desde que leí “Mujercitas” allá por la pre-pubertad (esto lo combinábamos con el porno de rigor que se ponía al alcance, que yo era una niña muy normal…).
El caso es que me ha tocado irme sola como en las épocas de filmoteca de mis veinte (ahí ya iba combinado con hentai, que nos habíamos sofisticado algo…) y aventurarme al centro porque apenas había cuatro cines en los que la pusieran, casi todos en V.O.S.E.
Pues una cosa le voy a decir al tal Davies: me debe Ud. nueve eurazos del alma (más párking, que no veáis como las gastan por la zona) de lágrimas, sollozos, hipidos y sofocos. Que yo a esta peli había ido a llorar y a partirme la camisa, y me he quedado más fría que un fletán en el Atlántico. Nada oye, ni medio nudo en la garganta, ni un “ay qué me privo” ni nada de nada. Decepción total: he tenido padrastros que han hecho más pupa.
Me ha faltado verla preparando un gazpacho con barbitúricos como a Pepa la de MABDUADN!!
Ojo que igual había ido yo a verla con la armadura del Amadís de Gaula y no me había fijado, pero la historia prometía mucho con la encantadora Rachel Weisz haciendo de la mujer de un juez en el Londres de 1950 aquejada de mal de amores por un tercero y para nada cumple las expectativas (vamos, que algún tiburón sanguinario habría animado algo el cotarro…).
Pero al final resulta que es todo bastante lugar común: pues sí, chica, que te has colado por un tío de esos de “te quiero” fácil y que después ha resultado ser un bluff? Nos ha pasado a todas alguna vez en la vida: deja de hypearlo y a otra cosa mariposa (yo es que el tema del suicidio –no es spoiler!!- lo respeto en los existencialistas que deciden librarse del absurdo de la vida, pero por amor me da vergüenza ajena –si se tienen huevos para hacer el ridículo por amor, se apechuga-). Que como dice la gran Susan: caer está permitido, pero levantarse es obligatorio. Bueno, en la sociedad de los ‘50 era bastante más complicado, pero aún así no encuentro qué aporta esta peli que no hayamos visto ya en otras historias de triángulos (hasta de pentágonos las hemos tenido…).
El amor eterno yo calculo que  viene durando lo que dura una pinta de Guinness, más/menos…
A nivel cinematográfico seguramente esté muy bien hecha: la ambientación muy buena, las interpretaciones fantásticas (Rachel Weisz llora muy bien, las cosas conforme son…), la fotografía preciosa, la música estupenda (un poco hasta los huevos de gente cantando pero oye, que supongo que está muy bonito eso de cómo fue la guerra y la posguerra en Inglaterra y como se hermanaba la gente y tal…).
Pero que como la historia me ha parecido fría, los personajes (salvando un poco a la protagonista que es una de esas abanderadas de la pasión a las que nos va un drama, pero con la que tampoco he terminado de sentirme identificada porque no he podido entender de qué se había enamorado; quizá más que amor fuese una reacción exagerada al aburrimiento) bastante planos y poco interesantes (bueno, la suegra me ha gustado: era para cogerla del cuello…) y la historia muy manida y sin mucha originalidad ni en su planteamiento ni en su resolución, pues lo puramente fílmico acaba por resultarme intrascendente.

This Must Be The Place (Paolo Sorrentino, 2011)

Joder… tengo unas ganas de ver a Sean [pronúnciese /Shon/, por el amor de Dios, que se oye cada cosa…] Penn haciendo un papel de señor corriente, que si él lo supiera me enviaba sus guiones para que le escogiera yo la próxima película…
Mira que me gusta a mí este hombre, y vaya latazo que en todas las pelis en las que le he visto últimamente tenga que dar grima o ser más raruno que imaginarse a tu madre bailando desnuda con una pitón albina (ya, esta noche alguno va a tener pesadillas… ;p): o va del palo “atormentado por pedregal” como en la insoportable (pero soy fan!) “El árbol de la vida”, o es la marica definitiva de “Milk”. Si no está en todas sus escenas subido en un avión soltando rollos extraños como en “It’s All About Love”, es porque va de sosias de Robert Smith con la agilidad física de Ozzy Osbourne… Sean, una peli romántica, un melodrama o algo!! Por el amor de Dios!! Pero claro, como él es actor-actor, pues qué se le va a hacer. A ver si hay suerte y le ofrecen un Tenorio, por lo menos, a ver si le veo pillar cacho…
“Yo a los palacios subí,  yo a las cabañas bajé, y en todas partes dejé memoria amarga de mí.”
De la peli ésta había escuchado yo sapos y culebras, pero ya me conocéis: ¿cuándo he desperdiciado yo la oportunidad de meterme en algo potencialmente dañino? En la vida de Dios… Así que allá voy yo, viernes por la noche, después de una semana cuando menos peculiar, a meterme en vena dos horas de cine de autor espeso, con una línea argumental casi invisible, personajes intrigantes pero que después te dejan igual, y un ritmo pausadito, pausadito, paaauuussaaadiiiiiiiiiitoooooo (esto último lo he escrito en balleno para que os hagáis una idea…).
Como ya sabréis, la cosa empieza con que Penn es Cheyenne, una estrella del pop retirada. Pues media hora después, todavía no ha pasado nada. Vale que conocemos mejor al personaje y a su entorno de encanto gótico, pero ¡señores! ¡que esto es cine! De verdad que cada vez veo más pelis que se deberían exhibir en los museos y no en los sitios donde la gente normal vamos a comer palomitas, hombre ya…
Barra de labios tan permanente que no se quita ni con cunnilingus! (Me da que su nicho de mercado está en el mundo lésbico…)
Y el caso es que la película tiene algo… no sé, mi lado gafapaster estaba gozando en cierto sentido de la bizarrada y de las frases de Penn, y de volver a ver a McDormand, y de la música y universo de Talking Heads, etc. Pero mi lado “persona humana con sueño” no paraba de mirar la barra del streaming y darme cuenta de que eso no avanzaba y cada vez me importaba más un pijo si el friki este encontraba al nazi que torturó a su padre o no.
Desde luego lo mejor, la banda sonora.

Dedicatoria de los viernes: “Don’t Stop Me Now”

Hace como un millón de años que no sentía pena al despedir un verano y es que este año, y tras esa primaverita existencial, escandinava y en blanco y negro que me comí, he vivido un verano plácidamente hedonista. Más propio de la adolescencia que de este momento borderline con el paso del Ecuador que andamos tratando de esquivar como si la cosa no fuera con nosotras (Girls Just Wanna Have Fun…).

Me lo he pasado en grande con la familia (familia de amplio espectro), amigos (del alma –y eso no lo cambia ni un ciclón que nos arrastre…-, ENPPP, colegas del barrio, amigos reciclados desde el remoto pasado…) y con gente nueva que llega a tu vida de la forma más improbable (ya sea desde miles de kilómetros o desde otra dimensión porque si no, no se explica…) y paseado palmito por toda clase de fiestas, bodas, happenings y otras circunstancias de diversión desde la mismísima Gran Vía hasta remotos pueblos manchegos, pasando por media Italia para acabar en la Grand Place de Bruselas tomando Geuze y disfrutando las vistas de nuestras antiguas colonias… ains…. con lo que nosotros hemos sido… (jo, qué imperialista ha sonado!).

Pero parece que la realidad se impone y no podemos ser “niños del verano” para siempre…. Así que aquí llega un otoño que se adivina de transición (ya os contaré, que en este mes de Septiembre también ha habido tiempo para tomar decisiones que abren abismos de incertidumbre y esperanza…) durante el que invocaremos a los dioses antiguos para que nos sean propicios en lo que podría ser el invierno más largo de esta era.

Que venga el frío no tiene porqué ser malo necesariamente, así que os deseo que tengáis un buen lugar en el que refugiaros y gente cerca que os de calor. ;p

Sombras Tenebrosas (Tim Burton, 2012): Ya estás muy vista Timotea, hija…

Se veía venir desde el estreno, pero aprovechando su salida en DVD y su disponibilidad en calidad fetén (sin pagar, claro: FBI, ven a buscarme!!!!) me he tragado (más bien atragantado con) la enésima versión de la misma película con la que nos lleva “deleitando” el plasta de Burton desde hace ya más de 20 años.

Quien me iba a decir a mí en los tiempos en que le idolatraba por su original modernidad que saldrían estas palabras de mis dedos: Timoteo, ¡estás más visto que el TBO!

Otra vez se nos pone en plan nostálgico y nos saca a colación esos temas que le encantaron/traumatizaron en su infancia, otra vez con su rollito neo-gótico a la par que hiper-pop, oootra vez con música de Danny Elfman (éste señor se está ganando el cielo…), y sí, oooooooooooooooooootra vez con Johnny Depp haciendo de Johnny-Depp-en-una-peli-de-Burton y con la aborrecible Helena Bonham Robamaridos Carter, a la sazón Mamarracha de lo Que Llevamos de Dédaca según los prestigiosos Premios  Aberración a la Moda de El Club Pickwick.

“Coño! Se me ha ido la pinza y no me acuerdo en qué peli de Burton estoy… Bah, da igual, ¡pondré la misma cara de siempre!”

Ahora que estará  a punto de seguir dando el coñazo con otro déjà vu estrenar “Frankenweenie” (según nuestro enviado especial a la Comic-Con –cuya crónica seguimos esperando, ejem ejem- se presentó allí, así que es cuestión de tiempo…), ésta peli también me parece, sin reflexionar demasiado, que está hecha con los deshechos de obras anteriores como “Bitelchús” (la hija taciturna, por ejemplo),  “Eduardo Manostijeras” (aunque aquí cambia el rollito sixties por seventies),  “El Jinete sin Cabeza” (Depp parece el mismo personaje, ¡por el amor de Dios!) o “La Novia Cadáver” (pues, ¡la novia cadáver?).

Como no tenía bastante con fusilarse a sí mismo, para mí que se “ha inspirado” bastante en el “Drácula de Bram Stoker” de Coppola (a lo mejor me diréis que tiene lógica ya que Barnabas es un vampiro, que su historia de amor esté basada en la de Drácula y Mina pero a mí me ha olido todo mucho al imaginario que creara el italo-americano), en “La familia Addams” de Sonnenfeld, especialmente la segunda parte (el personaje de la bruja me ha recordado mucho al que hiciera con mucha más gracia Joan Cusak como niñera-viuda negra en casa de Gomez y Morticia) y hasta en “La muerte os sienta tan bien” de Zemeckis (¿o no os lo ha recordado la pelea final??).

“Sí, te habla Michelle Pfeiffer. Lo que pasa es que llevo botox hasta en el chichi y como ya no puedo gesticular, he aprendido telepatía.”

Aunque el hecho de que todo huela a refrito y ya visto no es lo peor del asunto. Ni siquiera que sea ultra predecible. Tanto, que adivinas todo lo que va a pasar desde tres secuencias antes y me ha puesto de infinita mala leche saber hasta cuál iba a ser el último plano (aunque sí le he de reconocer cierta originalidad o atrevimiento en la forma cómo remata la historia de amor de la pareja protagonista).

Lo peor del asunto es que es suuuuuuuuuuuuper aburrida y no tiene ningún tipo de tensión argumental. Para colmo tiene la misma gracia que la Bonham Carter sexappeal. Resumiendo, que es un tostonazo que se me ha hecho interminable y se adentra un paso más en la decadencia de la filmografía de Burton (y con lo que habrá costado todo esto!!).

Ichimei (Hara-kiri: Muerte de un Samurai, Takashi Miike, 2011)

Me ha sorprendido que ya estuviera disponible en Filmin esta peli que se estrenó en España en agosto. Había leído buenas críticas así que me ha apetecido verla. La próxima vez me meteré las apetencias por donde me quepan porque, Jesús, ¡qué mal rato he pasado!

Y no porque no sea buena, que me ha parecido un peliculón, sino porque es un drama sin concesiones que no deja títere con cabeza y no estaba yo preparada ni de lejos para enfrentarme a esta catarsis de amor, dolor, honor y venganza un día en el que no me he levantado muy fina que se diga…

Claro, eso me pasa por inculta. Porque si hubiera visto el film original de Kobayashi que aquí  “versiona” Miike, no me habría pillado de susto. Y mira que había tenido tiempo, porque data de 1962 nada menos. Tampoco me extraña porque ni soy yo de samuráis, ni he visto mucho cine japonés que se diga, aunque casualmente hace unos días también vi “Koseki (Milagro)” de Kore-eda y bien bonita que me pareció (y mucho más gratificante que esta orgía de katanas, dicho sea de paso).

La historia empieza cuando Hanshiro, un ronin [un samurái sin amo (y por lo tanto, empobrecido)], se presenta ante la casa de un gran clan a solicitar llevar a cabo un suicidio ritual en dicho lugar (esto, desde la perspectiva de un occidental, no hay por dónde cogerlo, pero es que para esta gente el tema de la honra era más importante que para una moza virgen en el Valladolid de los 60′). Entonces le narran la cruel historia de Motome, otro joven que acudió al mismo sitio con la misma pretensión. Vamos, que la peli es, como dirían mis padres, “contada” (que no sé qué prejuicio tienen con esto de los flashbacks pero ya de entrada siempre les parece un handicap, cuando en este caso de todas-todas enriquece la narración y la convierte en mucho más emotiva y orgánica).

Como os he dicho la historia es dura, pero es preciosa y no se la han de perder vuesas mercedes. Está contada con gran lirismo y, a pesar de lo mucho que se sufre, es de ese dolor que gusta, sobre todo para los buenos amantes del drama personal y social (que haberlo, haylo). Los que vayan buscando mucha acción, igual se deberían buscar otro título, aunque de los pacientes es el reino de los cielos…

Inenarrables los últimos quince minutos, que constituyen una de las mayores y más emocionantes demostraciones de Honor que se han visto en el cine.