Musical Friday: «Haunted» (Kelly Hogan)

¿En serio ya es viernes? Entre que ya no tengo obligaciones laborales, que los virus nos han impedido ir al cole casi toda la semana y que además ha habido fiesta y puente (algo me suena de un libro mágico lleno de leyendas urbanas que los políticos invocan con la boca pequeña a la más mínima ocasión…) la verdad es que me he levantado sin tener muy claro en qué día vivo. Es lo que tiene ser mujer florero y rica heredera: que los días se te confunden. Así no me extraña que la Paris Hilton esté como está de lo suyo porque no os imagináis lo duro que es amanecer sin estar ni que se te espere.

Sobre todo es fundamental mantenerse activo para que los demonios no nos ataquen y, si es posible, con música de fondo que nos ayude a espantar fantasmas y malos pensamientos que ya sabéis que las mentes ociosas son como las cabras, y a la que te descuidas tienes la tuya intentando escalar algún ochomil en mitad de una tormenta.

Esta canción (compuesta por Jon Langford) del último disco de Kelly Hogan (estupenda cantante folk, heredera legítima de Patsy Cline o Brenda Lee  que  me ha descubierto la app de Mondo Sonoro para Spoti, que supongo que como sois tan listos ya estaréis utilizando por lo que no es necesario alabar sus virtudes) es como un pentagrama invertido: te sientas cómodamente en ella y no hay malignidad que pueda penetrar su escudo protector.

Os la dejo un rato pero no me la sobéis mucho que yo la necesito más (lo siento, pero no había nada de más calidad disponible ni con todos sus maravillosos arreglos…). Feliz fin de semana (aunque para mí serán sólo dos días que me acercan un poco más a mis sueños  ;p).

«Haunted» (Kelly Hogan)

Haunted don’t talk so haunted
There’s things you wanted
and things you feel
Here is one for all the done for,
what have you come for
Why are you here?

Gaze into the ruins of your life,
draw what parallals you like
just don’t look down.
Marvel at the wonder of it all
Till it makes no sense at all
and we can’t talk you down.

Existence, needs persistence
I’m the extra guest at your party
Haunted, don’t talk so haunted
Cause there’s things you wanted
From me

Looking like your world’s about to end
Drop some money and some friends
While the night goes spinning round
Across your way they’ve built another wall
Swung your bat and hit a ball
That has not yet reached the ground

Morning came without warning
the crack of dawn
the breaking of the day
Shaking, your bodies aching
So crawl back inside
you scare the light away

Haunted, don’t talk so haunted
there’s things you wanted
and things you fear
Here is one for
All the done for
What have they come for
why are they here?

Gaze into the ruins of their life,
draw what parallals they like
to keep our eyes from looking down
Marvel at the wonders of it all
till your body snaps and falls
back to the ground.

Haunted, don’t talk so haunted
there’s things you wanted
and things you fear.

La pianista (Michael Haneke, 2001): Cualquier excusa es buena para teorizar sobre sexo…

La sexualidad de cada cual es un aspecto más de su personalidad. Dependiendo, no sólo de su experiencia, sino también de su carácter, gustos, educación… es posible tenerla alojada directamente en el vestíbulo de nuestro yo (a algunos es que solo les falta sacársela espontáneamente y meneársela all over the place… OH, WAIT!) o muchísimo más escondida, quizá hasta en algún oculto trastero en un desván,  semi tapiado y olvidado por el tiempo donde jamás entra nadie (pues tampoco lo veo plan…).

La salud mental y la sexual van de la mano, así que la cordura dicta que las personas razonablemente equilibradas mantengamos nuestras fantasías más o menos inconfesables fuera de la mirada de los curiosos, pero relativamente accesibles para cuando necesitemos utilizarlas (y compartirlas si se tercia…). Ya sabéis, en ese lugar donde guardamos nuestra intimidad cuando ésta no es tan vergonzosa que temamos que el hecho de que sea descubierta nos arroje al ostracismo de nuestros semejantes: la mesilla de noche.

Aún así siempre hay cosas que no le contaremos nunca ni a nuestra mejor amiga  (los siento infinito por los hombres heterosexuales que carecen de esta figura que hace las veces de madre, hermana y confesor y que sirve de desahogo de la conciencia así como de válvula de escape liberadora para ese sentimiento que es casi imposible de soportar: la incomprensión. Tener a alguien que no sólo no te juzga sino que además  te entiende y hasta comparte tu punto de vista, haciéndote sentir que no estás sólo en el mundo con tus «supuestamente» extrañas paranoias y comportamientos pseudo enfermizos es un alivio inenarrable). Pero aún así es probable que haya algunas facetas que sigas guardando para ti. Quizá porque son sentimientos demasiado sutiles en su perversión como para poder describirlos con palabras. Quizá porque incluso las mujeres (o precisamente más las mujeres) tenemos dobleces que preferimos no compartir…

Pues bien, todas esas dobleces mías, paranoias y comportamientos pseudo enfermizos, todas mis más inconfesables fantasías producto de las taras y traumas acumulados en mis 38 años de experiencia vital;  cualquier atisbo de degenerada desviación en mi comportamiento sexual (y no pienso dar la más mínima pista, no os frotéis las manos…) son de una blancura virginal y de una casta inocencia rayanas en lo místico comparadas con lo que tiene en la cabeza la protagonista de esta película.

Hija de la Deneuve de «Belle de Jour» y prima de la de «Repulsión» (con ese toque a «La extraña pasajera» pero sin remisión), esta mujer patológicamente incapaz de mantener una relación sana con su cuerpo y mucho menos con el de otras personas (parece una obviedad, pero el sexo implica permitir que otra persona traspase una barrera que va más allá de lo físico y permitirle que se asome a lugares de tu, vamos a llamarlo «alma» porque psique me hace pensar en Freud fumado en pipa, a los que, en fin, no todo el mundo tiene acceso y esa experiencia puede ser desde brutalmente íntima -cuando se hace bien ;p- hasta descorazonadoramente aséptica dependiendo del caso, así que conviene no frivolizar con ello) constituye el ejemplo de lo que, desgraciadamente, podría ser muy habitual en nuestros días: personas que en apariencia son absolutamente normales pero que esconden esas sombras que los sumen en lo asocial.

No sabemos, aunque podemos intuirlo (un padre ausente y enfermo mental, una madre excesivamente dominante y controladora, una carrera basada en la más férrea disciplina, cómo nos está recordando todo a «Black Swan»…), el porqué de su grave trastorno, pero escena a escena Haneke nos hace partícipes de su irrecuperabilidad y nos obliga a mirar con esa malsana fascinación que ejercen sobre nosotros las cosas que no podemos entender pero que adivinamos morbosamente humanas.

Las películas de este señor son casi siempre así. Por eso yo suelo tardar una eternidad en decidirme a verlas. Pero al final las veo. Y, si no se lo contáis a nadie os confesaré que, aunque sea con los ojos medio tapados, hasta las disfruto…