NO (Pablo Larraín, 2012): el poder de la democracia

Mañana viernes 8 de febrero se estrena en salas «NO», de Pablo Larraín, una película que tiene la peculiaridad de ser la primera en la historia del cine chileno en haber sido nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Creo que el propio equipo sería el primer sorprendido en caso de llevarse el galardón, que según mi bola de cristal y la de todos será para «Amor» de Haneke (nominada también a mejor película, lo que es un gran mérito para el retorcido austriaco). Pero como el propio director nos ha contado en la multitudinaria rueda de prensa celebrada hoy en los Cines Golem en Madrid, en la que él y Gael García Bernal han presentado la película, sienten que está siendo recibida con mucho cariño en los países donde está siendo presentada. Y no es de extrañar porque la historia que cuentan es de esas que tocan cicatrices más o menos curadas en la historia de muchas naciones…

Gael García Bernal 2Mi foto es mala de narices, pero lo importante es que he estado así de cerca de Gael…

«NO» se desarrolla durante los últimos estertores del infame régimen de Pinochet que, en 1988, quince años después del golpe de estado que lo aupó al poder,  y debido a la fuerte presión internacional, se vio obligado a plantear un referéndum para legitimar su soberanía.

Convencidos de su victoria, los acólitos del dictador basaron su campaña por el «SÍ» (que implicaba una prórroga de su mandato de otros ocho años) en un férreo control de los medios de comunicación y en el temor que su represión había provocado durante tantos años entre la población. La amenaza del regreso del comunismo y del desorden previo a la llegada de Pinochet («yo o el caos») eran su propaganda. No contaban con que la coalición de partidos opositores al régimen decidieran combatirles con sus propias armas neoliberales y aprovecharan los quince minutos diarios que se les permitía estar en antena (la franja) para divulgar una moderna campaña ideada por publicistas que ponía el acento en el futuro de la nación más que en su sobrecogedor pasado: «Chile, la alegría ya viene» (jo, ¡sí que es pegadiza la canción!).

Gael García Bernarl interpreta a René Saavedra, el ejecutivo publicitario al que le encargan la campaña del «NO». Un personaje que sufre una gran evolución desde un cierto cinismo apolítico inicial (producto de su educación en el exilio) hasta su enorme compromiso final por una causa que se acaba convirtiendo en personal.

Este chico, desde luego… ¡es que vale para todo!

Basada en la obra de teatro «El Plebiscito», de Antonio Skármeta, el resultado final es una película comprometida políticamente pero a la vez muy divertida y llena de sentido del humor, con una estética muy especial conferida por el uso de cámaras de vídeo analógicas que hacen que no distingamos las imágenes de archivo del nuevo material. El fondo y la forma encajan plenamente entre sí y con el mensaje final de la película, esa celebración del poder de la democracia.

Searching For Sugarman (Malik Bendjelloul, 2012)

Qué ganas tenía de ver este documental después de lo mucho que me impactó la historia de Sixto Rodriguez cuando la conocí y su música desde la primera escucha… Increíble saber que ninguno de los dos álbumes que logró grabar en EEUU en los ’70 tuvieron allí (ni prácticamente en ningún sitio) repercusión alguna a pesar de la impresionante calidad de sus canciones de nostálgicas melodías y letras desgarradas pero certeras.

Pero más sorprendente que eso, averiguar que el primero de sus álbumes llegó a la Sudáfrica del Apartheid como un polizón  a un naufragio y se extendió entre los afrikáans más liberales hasta convertirse en la banda sonora de sus vidas y en un símbolo de la rebeldía contra un poder establecido que no sólo estaba segregando a los negros, sino también sometiendo a los blancos contrarios a ese repugnante sistema al terror y al desprecio de toda la comunidad internacional.

Morrison, Hendrix, Lennon, Dylan y… Rodriguez!

Las letras de Rodriguez hablaban (o más bien sugerían) el uso de las drogas y una sexualidad que en aquel momento eran tabú en el país de Mandela. Por eso los jóvenes lo adoptaron como propio y se convirtió en tan famoso como los Beatles o Elvis. Y todo ello sin que nadie más en el mundo se enterara. Y todo ello, sin saber prácticamente nada sobre el artista al que envolvía una enorme aura de misterio y hasta se extendió la creencia de que se había suicidado en el escenario durante un concierto.

El sueco Malik Bendjelloul rueda con entregada sensibilidad todo el proceso de la investigación emocional que llevó a un periodista y a un admirador a seguir el rastro de este hombre notable desde Ciudad del Cabo hasta Detroit para descubrir una de las más fascinantes historias sobre la aldea global y sus milagros que he tenido la oportunidad de presenciar jamás. Enormemente emotiva (me temo que en estos pases de prensa voy a terminar siendo conocida como La Llorona…), la historia de Rodriguez nos desvela, entre otras muchas cosas, lo irreal que puede llegar a ser la fama o lo injusta que es la vida al repartir el reconocimiento supuestamente asociado al mérito.

Si queréis ver en pantalla grande este documental multipremiado (mejor película en el In-Edit, Premio del Público y del Jurado en Sundance, nominado al Óscar a mejor documental) no tendréis que esperar mucho ya que el 22 de febrero se estrenará en salas.  Pero sea el que sea el formato elegido no os arrepentiréis: es un privilegio sumergirse en su leyenda.

No puedo dejar de incluiros aquí, para que no tengáis excusa, no ya sólo la banda sonora de la película, sino los dos álbumes de Rodriguez.