El payaso (O Palhaço, Selton Mello, 2012): Entrevista a Selton Mello + crítica de la película

El viernes 19 de abril se estrenó en España «El payaso», una producción brasileña dirigida por Selton Mello, un popularísimo actor carioca (en España le pudimos ver en «Lope») que saltó  a la dirección en 2006 con el corto «Quando o Tempo Cair» y que hasta ahora, ha dirigido otro largo más («Feliz Natal») en 2008.

«El payaso» ha sido un gran éxito en Brasil: un millón y medio de espectadores,  12 premios de la academia brasileña (entre ellos, los de mejor película, director, actor y guión original)  y fue la película seleccionada por este país para los Oscar.

Pude entrevistarle en la Casa de América.

Entrevista a Selton Mello: un soldado del arte

PREGUNTA Tú primer largo, “Feliz Natal”, tenía un estilo más próximo a Cassavetes. Este se podría comparar a Kusturica. ¿Estás buscando tu estilo propio?

RESPUESTA Creo que es muy común que en una primera película quizá las referencias son más evidentes, es algo muy natural para los cineastas que empiezan. A partir de la segunda, tienes más seguridad. Tienes referencias, pero las dejas más de lado para contar. “El payaso” es totalmente libre de referencias. Hablan de Fellini porque es obvio: el tema del circo está muy relacionado con Fellini. Pero también es Chaplin y otros tantos más. Lo tienes que hacer de la manera que tú piensas y sientes. Pensé más en referencias literarias que cinematográficas, por ejemplo “El idiota” de Dostoyevski: Benjamín tiene algo de ese personaje, una pureza de espíritu, es como un niño, la manera cómo ve el mundo, una manera muy peculiar.

PREGUNTA También la temática ha cambiado, “Feliz Natal” era una película oscura con un drama muy intenso…

RESPUESTA Era una película nocturna y “El payaso” es solar.

PREGUNTA También más esperanzadora…

RESPUESTA Sí, hay esperanza. El arte es una manera de tener esperanza y la niña representa eso: la esperanza pura. Yo soy un “soldado del arte” y creo que el arte es una importante arma transformadora.

PREGUNTA ¿Pasar a la dirección después de una larguísima carrera como actor fue para ti la necesidad de un ventilador? [En alusión a uno de los símbolos de la película en la que el protagonista está obsesionado por conseguir este electrodoméstico.]

RESPUESTA Sí, era una necesidad de ventilar las ideas. Y como director, puedo hacer eso de una manera más amplia, más que como actor. Por eso es tan estimulante creativamente hablando.

PREGUNTA ¿Seguirás compaginando ambas facetas?

RESPUESTA Sí, voy a seguir haciendo lo mismo. Unas veces como actor en trabajos de otros directores (y en televisión también) pero también voy a continuar haciendo mis películas. No necesariamente voy a actuar en todas, o tal vez haga un personaje menor.

PREGUNTA ¿Cómo es dirigirse a sí mismo?

RESPUESTA Yo soy un director muy riguroso conmigo mismo, más que otros directores. No tenemos grandes directores de actores en Brasil y normalmente nos dejan muy solos, pero se va improvisando y haciendo todo, es muy libre. Cuando fui a hacer esta película fui muy riguroso. Tengo la distancia necesaria y creo que es uno de mis mejores trabajos como actor porque estoy muy bien dirigido [risas], por loco que esto parezca. Estoy muy contenido, no estoy haciendo cosas que hacía en otras películas. Estoy muy concentrado, es una actuación muy precisa.

Benjamín con su particular vellocino de oro

PREGUNTA ¿No te molesta que te haya comparado a Bill Murray, que a su vez remite tanto a Buster Keaton?

RESPUESTA Me gusta Bill Murray. Y Buster Keaton, totalmente… Sí, era una de las referencias. Y también tenía otras referencias a actores brasileños desconocidos en España. Yo soy de una generación que creció viendo “Os Trapalhoes” [cómicos brasileños de televisión que también hicieron cine]. También hay una referencia a Renato Aragao [actor y comediante brasileño], que, como Chaplin, siempre se enamoraba de la chica pero al final no la conseguía.

PREGUNTA ¿Es deliberadamente tan breve la parte de la película en la que Benjamín sale del circo?

RESPUESTA Quería hacer una película de 90 minutos y sin paja. Simple, pero no simplona. Con diferentes niveles de lectura. Es aparentemente una historia simple pero hay mucho más.

PREGUNTA Los espectadores en la franja de los cuarenta se pueden identificar fácilmente con el personaje. ¿Sufrías tú también esa crisis de identidad?

RESPUESTA Sí. Pienso en eso todo el tiempo. Y creo que es bueno, saludable, porque te hace ser mejor en lo próximo. La muerte de un artista es cuando siente que ya sabe todo y se siente perfecto, cuando ya no busca mejorar en la actuación, en la escritura, en la dirección…

PREGUNTA ¿Qué próximo reto te planteas?

RESPUESTA Hay una presión fuerte del mercado, ya que “El payaso” fue un gran éxito en Brasil, pero yo necesito un tiempo. Estoy buscando algo sobre lo que realmente quiera hablar. Esta es la gran diferencia entre actuar y dirigir: como actor yo puedo hacer un personaje que me encanta, puedo ser más egoísta: veo un guión y si el personaje es increíble lo hago, no me importa tanto la historia. Como director no, yo quiero hablar sobre un tema que me importe de verdad y por tanto no es tan fácil.

«El payaso»: Estar en crisis tiene su gracia

Parece casi consustancial al ser humano que, al llegar a la mitad de la vida, uno eche la vista atrás y valore lo que ha hecho con su tiempo hasta entonces. Analizar si se han cumplido los sueños o si se es la persona que se esperaba ser. En la mayor parte de los casos, la crisis de identidad es inevitable. De una forma poética, Selton Mello, también inmerso en esa crisis que a la vez nos permite evolucionar, ha querido mostrar este dilema universal de una manera poética, en forma de fábula. Para ello ha utilizado al payaso de circo como símbolo del artista esencial, y así la película está plagada de otros símbolos entre los que se destacaría el del ventilador que obsesiona al protagonista.

Para Mello es importante que las películas estimulen la imaginación del espectador así que, sin revelarnos el significa personal que él atribuye a dicho aparato, podemos interpretar la necesidad de una bocanada de aire fresco que renueve la vida de un personaje que lleva toda su vida tratando de hacer reír a los demás pero que parece no tener demasiadas ganas o motivos por los que reír él mismo.

«¿Quiénes son ustedeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees?»

El circo (y el mundo) que crea Mello en su film es, visualmente hablando, muy hermoso. Ha conseguido que esa rutina que atenaza a Benjamín, el payaso protagonista, nos resulte muchísimo más atractiva (con sus colores cálidos y su imaginario humilde pero definitivamente amable), que el mundo real de los carnets de identidad y las tiendas de electrodomésticos que es deliberadamente frío y hasta hostil. Le acompañan en su imaginario una heterogénea mezcla de actores veteranos (desconocidos en España pero de gran prestigio en Brasil) y jovenes, que sin duda ayudan a construir ese mundo de fantasía pero a la vez, reflejo de un Brasil que vive su explosión económica (lo que también se está traduciendo en un número de producciones cinematográficas sin parangón en su historia que podría dar lugar al surgimiento de un nuevo cine brasileño al que convendría tener presente) en medio de terribles desigualdades.

Si bien la maquinaria narrativa de la película no es perfecta (quizá quede algo lastrada por un presentación inicial demasiado larga que hace que después, el desenlace de los acontecimientos resulte algo precipitado), se puede decir que el resultado es satisfactorio: al terminar nos queda un buen sabor de boca, independientemente de que su mensaje final nos ayude a solventar nuestra propia crisis de identidad o, todo lo contrario, nos obligue a revelarnos contra una forma de ver la vida con la que podemos no estar de acuerdo.

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