Movie 43 (Mogollón de gente que se merece el garrote vil, 2013): Esto no es una película

Supongo que no soy la primera que se ha preguntado cómo han engañado a Kate Winslet, Naomi Watts, Hugh Jackman o Halle Berry entre muchos otros (joder… Emma Stone!! Gerard Butler!!! Uma Thurman!!!! Richard Gere!!!! No digo que sean Lawrence Olivier, pero esta gente da para más, ¿no?) para perpetrar tamaño horror fílmico (poderoso caballero es Don Dinero…). Y seguro que si la hubiera visto en calidad de «prensa» tendría que sacar mi lado más corporativo-profesional y trataría de ver el lado positivo utilizando eufemismos como «irreverencia refrescante» e incluso «oda a lo políticamente incorrecto» (o no, porque esto no hay por donde cogerlo y no veo forma de poder hablar de ello desde una cierta distancia).

Pero por suerte puedo dejarme llevar por la sinceridad más absoluta, rebajarme al nivel de la película y exclamar con todas mis fuerzas: BASURA INFECTA Y NAUSEABUNDA QUE BUCEA EN SUS PROPIAS HECES CON LA BOCA ABIERTA. Toma frase promocional: si es que el Marketing es lo mío…

Hace pocos días, en una soleada y relajada sobremesa post festivalera, se debatía sobre la definición de la palabras «cine», «película» y «pornografía» y cuáles eran las áreas comunes entre las tres (si las había). Después de padecer «Movie 43» (por propia voluntad y sin que ningún fascista musoliniano me hubiera raptado en una decadente mansión a orillas del lago de Garda, con la execrable intención de corromper mi joven y puro espíritu) creo que habrá que inventar una nueva categoría, porque este engendro no sólo ensucia las palabras «cine» o «película» sino que se caga y se mea en los hermanos Lumière, en Edison y en Dickson. El porno más zafio de insertos ofensivos es Erice comparado con semejante atentado contra la sensibilidad humana.

¿»De verdad esa soy yo??»  Sí, hija mía, sí… ¿A que te gustaría haberte ahogado en el Titanic?

Y no es que yo sea una sibarita precisamente, que con gusto me he tragado (y disfrutado) mucha comedia escatológica y sin ir más lejos los Farrelly me parece que tienen hallazgos muy brillantes dentro del género (sino de qué me iba yo a aventurar por estos lares…). Pero soy de la opinión de que el humor bestia sirve si acompaña a una historia, si está incluido en un contexto. Cuando no está al servicio de una narración, se convierte en porno de caca-culo-pedo-pis: el leve argumento da igual, se visionará en fast forward y sólo se espera la llegada de la siguiente barbaridad, supuestamente cómica para llegar al éxtasis (lo siento, pero ni por un segundo sentí la más ligera tentación de reír; más bien unas profundas ganas de moler a collejas a todo aquel que hubiera tenido algo que ver con este proyecto: desde los productores al último meritorio chusquero).

«Qué bochorno… Ni quince películas más con Julia Roberts borrarán este estigma.»

No sé con qué clase de personas funcionará esta película. No me atrevo a catalogarlos porque yo tengo más respeto del que tiene esta producción hacia mis iguales. Pero quizá si tienes 15 años y te acabas de fumar tu primer porro después de jugar a la galleta (y no has perdido), esta película te parezca el súmmun del jolgorio. Lo voy a ir dejando porque me da la impresión de que «Movie 43» me ha calado muy hondo… Eso que, a pesar de todo su teórico salvajismo, me pareció tan aburrida que tuve que hacer esfuerzos sobrehumanos por no dormirme. Por cierto, muchas veces os advierto de que os quedéis después de los créditos porque hay alguna sorpresa adicional. En este caso os recomiendo huir porque después de los créditos, cuando te crees que ya estás a salvo, ¡todavía hay más! «El horror, el horror…», que decía aquel.

«¡Yo sólo acepté porque creí que salía Ryan Gosling! Dios mío, ¿qué hemos hecho?»

Y no, no es tan mala que es buena. Ni de lejos.