Pucela, mon amour: no sólo de cine vive una bloguera

Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid

He tardado en contaros mi experiencia en la Seminci, pero es que he estado un poco ocupada desintoxicándome, a caballo entre la Betty Ford y la Buchinger, despues del Leaving Pucela…

Antes de hablaros de mis impresiones sobre el encuentro de críticos y blogueros o sobre las películas vistas en la Seminci, dejadme que os cuente mi experiencia en Valladolid, lugar que desconocía y que, no es que me haya acogido con los brazos abiertos, es que sólo le ha faltado arroparme por las noches cuando me acostaba, exhausta y feliz y, por qué no decirlo, algo borracha.

Y es que si al armónico entorno de esta preciosa ciudad limpia y llena de historia, en la que a cada paso nos encontramos con un rincón de cuidada belleza, le añadimos que está habitada por gentes de buen pronunciar y mejor disfrutar, la cosa está clara: habrá que ir buscando una excusa para volver, y me parece que no será difícil.

El Pisuerga

Aquí el Pisuerga, aquí unos lectores.

Quién sabe si no será cosa de la alquimia, del momento, de tener como cicerones a Gizmo Pucela y su acojedora cuadrilla de diez o doce BFFs que, a pesar de la diversidad de caracteres e idiosincrasias, tienen en común una enorme inquietud por todo lo cultural, lo artístico, lo político (en el buen sentido, que éste es, últimamente, un término devaluado), todo ello sin despreciar lo lúdico, lo gastronómico o lo enológico (en fin, todo aquello que, siendo también cultura, viene a constituir la vaselina de la vida…).

Reparto de Leaving Pucela

Algunos miembros del reparto de «Resacón en Pucela»

Así que entre sesión y sesión de cine ha habido paseos, tapeo, brindis con buen vino (no en vano la provincia dispone de cinco denominaciones de origen y el enoturismo es una de sus grandes bazas); geronto-risas al calor de un lechazo y conversaciones cinéfilas bajo la lluvia, un cocido maragato disfrutado cual guerrilleros en la francesada, canapés luchados a muerte entre el oropel de la farándula y, sobre todo, confesiones de las que crean afición a la sombra de un copazo.

No puedo dejar de recomendaros un puñados de lugares donde se han quedado prendidos momentos especiales y recuerdos que me llevo con un cariño especial:

Si vais por Valladolid y tenéis oportunidad, asomaos al Teatro Zorrilla. A simple vista cuesta encontrarlo aunque esté en la mismísima Plaza Mayor ya que no tiene fachada principal, y aunque carece de la majestuosidad y solemnidad del Calderón (sede principal de la Seminci), es precioso y tiene un encanto especial. Qué mejor lugar para descubrir a un israelí con cara de bestia o para exclamar un «no mames, guey».

La Fuente de los Colosos

La Fuente de los Colosos: así no hay quien supere la agalmatofilia.

Un paseo por la increíblemente salvaje orilla del Pisuerga o por la serena y sombreada espesura de Campo Grande pueden abrir el apetito a los urbanitas de pro, y dónde mejor para dar de comer al hambriento y saciar al sediento que en las tabernas y restaurantes que, como setas en otoño, nacen a la sombra de la catedral y sus calles adyacentes (y en cualquier rincón de la ciudad, para qué nos vamos a engañar…).

Campo Grande

Campo Grande: no es el Retiro, ¡ni falta que le hace!

Durante el Festival de Cine se pueden degustar tapas especiales diseñadas para conmemorar el evento, pero si queréis conocer algunos clásicos entre los clásicos, no os perdáis el pincho hortelano o la mini hamburguesa de «La Cárcava» (c/Cascajares), la tortilla de patata de la «Taberna Calderón» (Alonso Berruguete, 6) o el foie de «A Fuego Lento» (Nuñez de Arce, 6): sencillamente espectacular.  Tanto como la pluma ibérica y el queso de cabra con mousse de frambuesa de «Monsó Uno» (Plaza Martí o Plaza de Coca).

Mini hamburguesa y hortelano

Los susodichos mini-hamburguesa y hortelano. Todavía los estoy saboreando…

Para los que prefieren sentarse a comer o cenar las opciones también son innumerables y siempre primando la calidad en menús y cartas: sitios de categoría pero precios muy asequibles como «Fortuna 25» (Plaza Mayor),  el «Ángela» (Dr. Cazalla, 1) (dónde no deberíais dejar de probar una tarta de queso hecha con gloria bendita) o «Don Bacalao» (no hace falta decir lo que está de muerte allí, ¿no?). Si lo que os apetece es un cocido maragato, yo probé el de «El balcón de las médulas» (Plaza de los Arces, 5) y me pareció delicioso. También es ciertoque era el primero que probaba en mi vida y todavía no me he quitado el shock por ese tema de que la sopa vaya al final (aunque eso de que le pongan oreja de cerdo ayudó bastante a superarlo…)

Y saliendo de la ciudad pero realmente a tiro de piedra (vamos, a lo que serían un par de paradas de metro de esas líneas que salen al extrarradio), en la localidad de Fuensaldaña, os podéis comer un lechazo que se deshace en la boca en una bodega llena de encanto a un precio de pura crisis (30€ por persona con vino y entrantes). Hay varias pero yo estuve en «La Nieta» (Cardenal Parrado, 1) y desde luego la recomiendo sin dudar.

Lechazo en La Nieta

Un señor lechazo

 Si después apetece tomar una copa o unas cervezas (también se puede seguir con vinos, por supuesto…), se puede uno pasar por «El Penicilino» (Plaza de la Libertad, 5), uno de los lugares más míticos de Valladolid. Si os apetece un ron tostado con granizado de limón, vuestro sitio es el «Terminal» (Plaza Arces, 6). Y para pasar a mayores, ningún sitio mejor que el también mítico «Herminio’s» (Plaza de la Universidad, 11), donde encontrareis buenas copas y ambiente jazzero. Nosotros acabamos una noche en el «Fuzztone», un local muy chulo de ambiente garage que me encantó (la verdad es que la noche de la gala de clausura, antes y después del cóctel de relumbrón, nos bebimos el Pisuerga y eso -y la compañía- ayudó mucho a que la noche fuera épica).

Para los más sofisticados, hay un par de opciones muy interesantes que no os quería dejar de comentar. Una sería una visita a «Señorita Malauva» (Cascajares esquina Catedral y también en c/Barbieri, 20 en Madrid), una vinoteca especializada en maridaje, en la que podéis seleccionar vinos y delicattessen para compra o degustación, incluso asistir a catas organizadas y cursos.

Señorita Malauva

 Con el insigne y elegantísimo Gustavo, de Señorita Malauva

Por otra parte, los amantes del gin tonic tienen cita obligada en «Agitar y Servir Frío», un espacio que dispone de tienda en la planta baja (con una interesante selección de licores y champanes, accesorios y complementos para preparar vuestros cócteles) y de un salón en la primera planta en el que se llevan a cabo cursos y catas. Tuve la suerte de participar en una cata-taller dedicada a los licores que ha tomado James Bond a lo largo de sus películas y fue una experiencia divertida y muy interesante: aprenderéis a hacer el famoso Martini con vodka (mezclado, no agitado) y otros cócteles, además de degustar una cena con sushi deliciosa.

Gin tonic en Agitar y Servir Frío

Ahora para preparar un gin tonic hay que hacer un aquelarre…

Cata Bond

Aunque no lo parezca, la del centro soy yo misma preparando un cóctel.

Otra característica de Valladolid, o más bien de su gente, es que todo el mundo hace teatro, tiene una banda, participa en alguna asociación, preside alguna comisión de festejos ;p… No sé si son así de activos de natural o es el tiempo que no pasan en los atascos lo que les permite hacer tantas cosas. A mí me dejaron colarme en una reunión en La Bien Pagá (c/Cádiz, 3), una sala y escuela de teatro alternativa regentada por unas locas estupendas cuya pasión por lo que hace se contagia y me quedé con muchísimas ganas de ver el Pasaje del Terror que preparaban para Halloween. Otro año será.

Nunca imaginé que Valladolid fuera una ciudad con tantísimo encanto ni que iba a pasarlo tan bien. A los que no la conozcan se la recomiendo: está a una horita de AVE (o dos en coche) y hay mucho por descubrir y disfrutar.

En fin, no me queda más que agradecer de todo corazón la hospitalidad y la cercanía con que me recibieron y trataron a todos aquellos que tuvieron parte durante mi estancia en Valladolid, especialmente Javier Angulo (& family), director de la Seminci, a los chicos de Tu Blog de Cine con los que pasé tan buenos ratos, a la Sociedad Mixta para la Promoción del Turismo que organizó la mayor parte de los eventos que os cuento en este post, a Guizmo Pucela que me padeció especialmente y a toda su troupe  que me arropó y me hizo sentir que estaba «con mis amigos de Valladolid».

Está claro que siempre nos quedará Pucela.

2 Responses to Pucela, mon amour: no sólo de cine vive una bloguera

  1. Nos encantó tenerte aquí y estaremos encantados de volver a verte por estos lares.
    Un besazo

  2. M1G says:

    He terminado de leer con un charco de saliva entre mis pies. Cuantas cosas sabrosas¡¡
    Es genial¡¡ Y con tus pistas me quito la siempre ardu a tarea de ser el preguntón.

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