Tonight You’re Mine (David Mackenzie, 2011)

A estas alturas, mi Netflix me conoce mejor que muchos de vosotros, así que tampoco es de extrañar que esta recomendación suya me haya triunfado tanto, aunque, para qué nos vamos a engañar, no sea más que una comedia romántica con una ambientación especial en la que la trama es bastante predecible y simple. Pero…

Soft Cell, ¡qué engañados nos teníais!

… ¿me gustan a mí los festivales de música rock embarrados, sobre todo cuando no estoy en ellos? ¿Los cute meet de parejas con química, que primero no se soportan pero que ya sabemos que se besarán en el segundo rollo, para volver a separarse en el tercero, hasta que uno de ellos lleve a cabo el Gran Gesto? ¿Las protas deslenguadas y procaces; fuertes, pero sensibles; independientes pero con ese punto needy? ¿Los hombres guapos (cleft chin included) con guitarras, canallas con buen corazón y un poco womanizers (a su pesar, claro…)?

Aquí, un claro homenaje a Antonioni (uf, el que pille esta, casi que que se lo haga mirar…)

¿Me gustan acaso los números musicales, el pop-rock contemporáneo, la música en directo y la improvisación de canciones ingeniosas? ¿Los estilismos rockeros, las noches en vela, los amaneceres compartidos, los romances lésbicos? ¿Los clásicos del techno-pop, los mash-up, los finales épicamente felices?

En fin, ¿es posible que  «Sucedió una noche» y «Treinta y nueve escalones», no sólo estén entre mis pelis favoritas desde la pre-pubertad, sino que seguramente hayan constituido la clase de idiota romántica que soy hoy?

Si resulta que a alguno de vosotros también le gustan este tipo de cosas, puede pasar un rato muy agradable viendo esta película.