Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio (Steven Spielberg, 2011)
31 octubre, 2011 8 comentarios
Con esta adaptación faraónica del archipopular cómic de Hergé me ha pasado como con los mismísimos álbumes del historietista belga: que hay que reconocer que están muy bonitos, muy currados, hay aventura, misterio, Tintín es de lo más fabuloso… pero a mí, no me dicen gran cosa. Desde luego, si no fuera porque era lo único tolerado que había disponible en las salas, no se me habría ocurrido pasar a verla, pero tenía mono de cine y algo de tiempo y… bueno, pues supongo que ya tocaba la ración semestral (¿qué pasa? soy una chica…) de tiroteos, explosiones, persecuciones y testosterona en vena (nunca mejor dicho), pues eso…(lo que no me esperaba es encontrarme en el cine con el amigo J.C., que no sólo sospecho que es fan del rollo, sino que además hasta se parece un poco al protagonista… ;p)
De niña los tebeos de Tintín me daban más pereza que el reglamento del fútbol sala (me gustaban más Purita Campos para mi lado girly y Carlos Giménez para el otro, el que no sé muy bien cómo denominar), y sólo de bastante adulta (todo lo adulta que se puede ser pasados los treinta) me obligué a adentrarme en alguna de sus aventuras (de hecho me leí todas hasta llegar a ese sopor lunar que dicen es una de las mejores –que sí, que ya sé que son dos partes, pero no llegué a la segunda-, lo siento, si es así debe de ser que no lo pillo) por una mezcla de necesidad de cubrir una laguna de culturilla popular y de curiosidad por saber si el tema era tan “fascistoide” como se comentaba por los mentideros.
Mi conclusión fue que el tema no era para mí. Yo era, clarísimamente, una no-Tintinófila (la línea clara está muy bien, pero lo siento, yo soy más de Peter Bagge), aunque fuera capaz de apreciar el trabajo, sobre todo a nivel gráfico, que tenía ante mí. En cuanto a la ideología del autor, creo que se trata más de una mera “simplificación” de razas y nacionalidades muy común en su época que un racismo o xenofobia reales. De todas formas, creo recordar que todo el tema empezó a ganar puntos para mí a partir de la aparición del Capitán Haddock, que es un personaje muy divertido que rompía un poco la exasperante perfección del joven periodista o la imbecilidad patológica de Hernández y Fernández.
¿Un alcohólico con el Síndrome de Tourette? ¡Pues me pone todo!
Pero hablemos de la peli… Spielberg está empeñado en hacernos sentir el target de todas sus obras, ya sea él el director como en este caso, ya lo deje en manos de otros como pasaba con “Super 8” (sí, la vi, pero francamente no me apeteció comentar nada aunque ya os podéis imaginar lo que habría dicho: bla bla bla “Los Goonies”, bla bla bla “E.T.”. Tampoco es que haya mucho más que decir, es muy entretenida y tal pero es un déjà vu de los gordos para que treintañeros y cuarentañeros de pro se sientan rejuvenecer a base de referencias a aquella infancia feliz de bocatas de chorizo y Tang (y no sé si porque ya me pillan lejos aquellas meriendas o porque no está tan conseguida, me ha parecido mucho menos emocionante –en todos los sentidos del término-).
El hombre estaba con ganas de llevar a la gran pantalla las aventuras del reportero del tupé y por fin ha encontrado la tecnología para hacerlo como quería: jodiendo la estética de los cómics que, supuestamente, admiraba. Y no es que a mí me importe, pero la peli de este señor que se comió una paella con la Obregón tiene de línea clara lo que yo de monja clarisa: en realidad es bastante recargada y saturada y se nota a la legua que muchos planos están pensando más en las 3D que en su entintado pasado.
Por otra parte, es cierto que Spielberg le aporta a la historia toda la epicidad que se intuía en el cómic pero que se quedaba algo descafeinada antes de sustituir viñetas por fotogramas. En realidad la película me ha gustado, es trepidante (quizá demasiado, hasta me agotó un poco; si es que ya no estoy para esos trotes yo, que lo que me gusta que “trepide” son los diálogos), divertida (pocas risas se oyeron en la sala pero alguna hubo y más de tres o cuatro sonrisas cómplices) y desde luego no aburre. Por lo que se refiere a la tecnología, impresionante: la verdad es que no se puede poner pegas en ese sentido.
Y, sin embargo, yo no puedo calificarla más que de “pchi-pcha”. “El tesoro de Rackham el Rojo” creo que ya la veré en casita…