Entrevista a Alain Deymier (director de «Danse la danse»)
1 mayo, 2013 Deja un comentario
Alain Deymier, el director de «Danse la danse» (película que reseñé hace unos días), ha contestado unas preguntas para este blog.
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Cine y otras adicciones crónicas
1 mayo, 2013 Deja un comentario
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22 abril, 2013 1 comentario
Los cinéfilos aficionados a la danza estamos pasando por una buena racha, con documentales de calidad que se adentran en esta disciplina, ya sea desde su dimensión más clásica («La danse» de Frederick Wiseman se introducía en cada recoveco del ballet de la Ópera de París, una de las compañías más prestigiosas del mundo) o contemporánea (tanto «Pina» de Wim Wenders como «Dancing Dreams» dedicaban su mirada atenta y llena de admiración a la relevante figura de Pina Bausch).
2 febrero, 2011 8 comentarios
No os había contado (aunque no lo parezca hay algunas cositas que me las callo) que estuve la semana pasada en el ballet, que es una cosa que quería hacer desde siempre, pero que me daba miedo ir y que luego me aburriera y quedara como una taruga de campeonato.
Pues para nada. Disfruté como una enana de principio a fin. Es una auténtica gozada de espectáculo y os lo recomiendo fervientemente a los que no hayáis acudido nunca a una representación de danza clásica.
De todas formas, igual deberíais consultar una segunda opinión porque yo seguramente estoy condicionada por mi pasado en un Estudio de Danza durante muchos años, concretamente hasta los 14 y hasta un mes antes de la fecha de mi examen de Primero del Conservatorio, pero me rilé, con el consiguiente cabreo de mi profesora que veía en mí una de sus mejores bazas de la promoción. Pero, como siempre, era ya demasiado mayor y tenía demasiadas ganas de salir de marcha y conocer chicos…
El caso es que el Hombre Tecnológico y yo pasamos una velada estupenda (además del espectáculo –y las cañas&tapas previas-, nos estuvimos riendo a base de bien con las pintas de algunos de los asiduos al clásico; si pensáis “eres mala, Muriel” es porque no os imagináis lo que allí había…») en el Teatro Compac Gran Vía a cuenta de “El Lago de los Cisnes”, el ballet ruso por excelencia.
Se trata de un montaje del Ballet Imperial Ruso, compañía creada en 1994 por iniciativa de Maya Plisetskaya. La maravillosa música de Chaikovsky sirve de marco para contar la historia del Príncipe Sigfrido (en este caso representado por Nariman Bekzhanov, un bailarín portentoso, pero con una cara de rata que tiraba para atrás…), un jovenzuelo al que su madre le dice: “Hasta aquí hemos llegao. Te me echas una novia y te me casas.” Entonces Cara de Rata se pone muy tristón, y sus colegas se lo llevan de botellón al campo, donde después, con tó su pedo el tío, decide ponerse a cazar con una ballesta.
En estas que de un lago ve salir a un montón de jóvenes-cisne que están encantadísimas por el malvado brujo Rothbart (mucho más sexy que el principito, donde va a dar…) y se queda prendadito de la Princesa Odette, interpretada por una increíble María Sokolnikova. Tengo que decir que esta extraordinaria mujer me pareció sosa cuando interpretaba a Odette, pero después me di cuenta de que estaba hecho a posta, porque en los momentos “cisne negro” era absolutamente seductora y hasta lujuriosamente perversa…
El caso es que el Principe invieta a Odette al baile del día siguiente, en el que se supone que le jurará amor eterno, única forma de romper el sortilegio que la hace convertirse en cisne. El problema es que Rothbart, que es muy listo, lleva al baile a su hija Odile con la apariencia de Odette (el cisne negro que os comentaba) y allí, Cara de Rata cae en la trampa y se compromete con la impostora incluyéndola en su contrato Mi Gente de Movistar.
La pobre Odette, por lo tanto, ya no podrá salir del conjuro y aletea la muy desdichada, toda pena y desesperación. A partir de aquí os cuento que existen varios finales para el ballet: hay uno trágico en el que Odette se acaba suicidando (muy bonito, pero poco acorde con los tiempos que corren en los que el suicidio por amor está mal visto y queda ya muy ridículo) y otro feliz en el que tras una lucha entre el roedor Sigfrido y Rothbart, el brujo muere y el principoide consigue deshacer el sortilegio y la pareja acaban juntos y felices (bueno, lo que pase después con el tiempo no nos lo han contado, pero yo estoy segura de que Odette acaba hasta las plumas del sosainas del Cara de Rata y termina echando de menos a Rothbart, que tiene pinta de tirar muchísimo más.
El ballet tiene momentos de dejar con la boca abierta, pero por desgracia no he encontrado videos de este montaje en concreto, por lo que los que os pongo pertenecen a otros con escenarios mucho más espectaculares, porque el Compac es bastante pequeño y a veces las evoluciones de los bailarines quedan algo deslucidas, la verdad.
Después de esto, volví a ver “Black Swan” y la disfruté muchísimo más, apreciando mejor los momentos en los que disfrutamos de la clasiquísima coreografía.