Amor y otras drogas, Edward Zwick (2010)

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Pero qué poquito me ha interesado el romance de estos dos en esta historia sobre una pareja, a priori imposible, en el contexto de la guerra de las farmacéuticas a finales del siglo pasado…

Y el caso es que la cosa no empieza mal del todo: Jamie Randall (un Jake Gyllenhaal que no me ha atraído nunca como hombre con esa cara de bueno rollo permanente –antes me tiraría a su hermana Maggie, que me da el triple de morbo- pero que hay que reconocer que se ha currado un cuerpecito de impresión, y muy bien que ha hecho habida cuenta de que se pasa media peli en bolas…) es un ligón y médico frustrado proveniente de una familia de histéricos que empieza a ganarse la vida como visitador médico (dentro de la profesión comercial, es un paso previo a ser representante de Satanás para vender multipropiedad en el Averno).

En una de las mejores escenas de la película, conoce a Maggie Murdock (encarnada con mucha frescura por Anne Hathaway y sus respectivas y “deliciosas” mamellas), una joven enferma de Párkinson con la que entabla una relación, en principio sexual (y venga la burra al trigo con pensarse la gente que se puede folletear sin consecuencias, ains, bendita inocencia…) pero que se acaba complicando.

Anne y su teta

“¿Ves esta? Pues tengo dos. Porque no soy ningún monstruo…”

Todo es bastante entretenido al principio, cuando la pareja se deja llevar por una lujuria de lo más espontánea y nosotros disfrutamos de escenas subiditas de tono y de los cuerpos turgentes de estos dos mozalbetes, aderezados por algunos diálogos bastante interesantes entre estos prototipos de “listilla” y “chulito cabrón”. El problema es que en cuanto la cosa se pone “seria” a mi me entraron ganas de hacerme una limpieza de cutis, y eso es muy mala señal…

La peli, para mi gusto, no termina de encontrar su tono: ¿es comedia? Pues a veces se pasa de slapstick con ese Gyllenhaal correteando en cueros con un cojín en la entrepierna… ¿Es drama? También. Y la verdad es que por momentos se pone moñoide y lacrimógeno de palo.

Por otra parte tenemos la crítica contra las farmacéuticas (me gustaría saber qué opina Pfizer de la peli, aunque supongo que habrán tenido que ceder los derechos de imagen de la marca y hasta da que pensar que no les importe y crean que la publicidad les beneficia…) y contra el sistema sanitario en general y los médicos egoístas e interesados por otro, que se pasan el juramento hipocrático por donde se pasan la esponja en cuanto alguien les pone un orgiástico Congreso a tiro.

Jake y Anne

“Pero qué cómodos y qué fresquitos estamos, oye…”

Resumiendo, que me parece prescindible a pesar de que las interpretaciones de los protagonistas no son malas. Ahora, eso sí, al hermano del protagonista me lo cargaba con mis propias manos sino fuera porque, en el fondo, es el que tiene las mejores líneas de la peli…

La joven Jane Austen

Aunque el devenir de la famosa escritora pertenece a la historia, el que no quiera saber cómo acaba esta peli que no siga leyendo (pero que la vea, que está bonita…)
LA_JOVEN_JANE_AUSTEN
No es ningún spoiler comentar que la novelista de ficción romántica más famosa de todos los tiempos no tuvo una vida amorosa lo que se dice feliz. Jamás se casó, lo que en determinadas épocas me temo que era una condena a morirse virgen, y en esta película que, aunque a mí me encanta, sólo me atrevo a recomendar a los amantes del amor (eso es de una peli de Truffaut, ¿no?) o del “cine sombrilla”, se recrea la supuesta relación interrupta que pudo haber mantenido con un tal Thomas Lefroy, que habría inspirado a la escritora el ya legendario personaje de Mr. Darcy.
Bueno, si además de tratar sobre Austen, le pones una historia de amor frustrado y la protagoniza James McAvoy, que para mí es irresistible a la par que inquietante (y me parece buen actor, me ha gustado también en “Expiación” o en “Wanted”, si bien es cierto que recuerda mucho a Eduard Norton, otra filia inconfesable…), pues yo me tengo que hacer follower a muerte…
Baile
Lo que venía siendo una rave en la época de regencia.
Yo no sé si la peli es mala, o cursi, o sentimental, pero a mí me emociona profundamente cada vez que la veo, y esta noche no ha sido menos. Se tratan tres temas que me resultan conmovedores per se. Uno de ellos es el tema de la escritura como oficio, en el que no ahondaré porque seguro que me llevo algún sermón y paso.
Por otra parte, la situación de la mujer en otras épocas: Austen vivió entre 1775 y 1817 (durante el llamado período de Regencia) y, en aquel entonces no se les permitía tener una profesión que les facilitara la independencia, tan sólo dinero (siempre y cuando fuera heredado), posición y decoro. La pérdida de alguna de estas tres cosas era una desgracia y terminaba con la destrucción absoluta. Mientras que los hombres, a priori parece que eran libres (lo que me gusta de esta película es que acaba por demostrar que no es el género el que hace libres, sino, en definitiva, el vil metal).
jane austen
“El Windows Writer me va a pedales.”
Y por último, la fatalidad de las circunstancias, que condiciona la vida de las personas y dificulta la realización del amor. Este es un clásico de ayer, de hoy y de siempre. Admitámoslo, el amor no lo puede todo a pesar de lo que digan las canciones… Terrible, pero ¿no tiene su encanto el hecho de que así pueda permanecer para siempre libre de la banalidad que imponen la rutina y la decepción? ¿Qué es más deprimente: preguntarse toda la vida qué pudo ser o despejar esa duda para descubrir que no merecía la pena?
momento cuelga tú
Momento “cuelga tú”.
En caso es que, si bien en el momento en que Jane decide abortar su pecaminosa huida con el efebo aguanto bien las lágrimas (mentira, es que esto lo tenía ya escrito de antes, he llorado como una perra), en la escena final en la que vemos a la autora ya ajada y solterona-sin-remedio volver a encontrarse con su único y gran amor, ese nudo se desata para convertirse en una avalancha de llanto estertóreo con sollozos e hipidos de primer orden.
Lo dicho: cursi y sentimental. Pero y lo a gusto que se queda una, ¿qué? Pues eso…