X-Men: First Class (Matthew Vaughn, 2011)

X-Men First Class

Me encantaría poder replicar ahora la sensación que tenía anoche, en la lujosa sala Premium del cine (nunca había visto una peli en clase Business…) durante los últimos títulos de crédito, esos que nadie ve, los de la ficha del doblaje, mientras me debatía entre ir a un oriental cercano a hacerles El Gran Roto a base de asaltar la cinta transportadora de sushi de su más que competitivo “all you can eat” o quedarme justo donde estaba porque los espectadores de la siguiente sesión ya estaban llegando y aquello sería lo más cercano a la difunta “sesión continua” que tendré nunca.

El sentimiento era justo el idóneo para optimizar los poderes, ese lugar intermedio entre la ira y la serenidad: la alegría; y si hubiera escrito esto entonces podría haber sido un post clamoroso. Os tendréis que conformar con mi yo habitual. Se siente.

En cualquier caso, sigo conservando cierto grado de gratitud por haber tenido la suerte (que digo suerte, el privilegio) de ver esta película en pantalla grande (que digo grande, enorme) a las alturas que estamos desde su estreno y en estos tiempos que corren de inmediatez en los que las cosas caducan antes que el amor eterno. Durante toda la proyección había una palabra que se repetía sin cesar en mi cabeza y desde luego no es de extrañar: wunderbar.

Mística

Mutante… ¡y a mucha honra!

Que la Patrulla X es la franquicia de Marvel que mejor parada ha salido de sus adaptaciones al cine no es algo que os descubra yo. Que además esto la convierte en la crème de la crème de las pelis de superhéroes, tampoco. Pero es que además tengo la sensación (y no soy yo experta en el tema pero también tengo mi opinión) que la saga en general y esta entrega muy en particular, entran por pleno derecho en el Olimpo de las pelis de acción desde la única categoría que aguanto: aquellas en las que la acción está justificada por el argumento (entiendo a aquellos que detestan el musical alegando que la gente se pone a cantar y bailar sin razón aparente –como si hiciera falta una razón, pero en fin…- así que entonces ellos entenderán que a mí me parezca superfluo hacer estallar coches y aviones como si el objetivo final de todo ello no fuera otro que el de arruinar a las aseguradoras).

Como todos sabréis ya a estas alturas, la película nos cuenta el nacimiento de los X-Men allá por los años ‘60, inspirándose en la serie de cómics del mismo título y supongo que también en “Los hijos del átomo” (las pelis de la franquicia siempre se han pasado bastante por el forro la verdadera historia de la Patrulla X tal y como se relató en sus cómics, algo que podríamos decir que es lo más parecido que tienen los americanos a su propia mitología). En plena guerra fría y en el contexto de la Crisis de los Misiles de Cuba, Charles Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr (Michael Fassbender), dos mutantes con orígenes y vivencias muy diferentes, inician una colaboración que se vuelve amistad antes de acabar convertidos en los archienemigos Profesor X y Magneto.

Charles Xavier

Por Dios, que alguien le de un Spidifen a este chico…

Ya esperaba un argumento complejo (como en todas las anteriores) en el que siempre hay, además del enfrentamiento mutante, un claro mensaje acerca de lo intolerante, violenta e ignorante que es la raza humana. Pero además también tenía puestas mis esperanzas en la subtrama emocional y psicológica entre los personajes principales y desde luego no me decepcionó lo más mínimo: la relación entre Charles y Erik me ha proporcionado alguno de los momentos más emocionantes de mi vida de espectadora y la disección del personaje de Raven (una fascinante mutante que, ya con el nombre de Mística, había estado desdibujada en las anteriores ediciones aunque se intuía el gran potencial) me ha aportado un placer indescriptible.

Sí que hay, sin embargo, algo que me ha decepcionado (además del casi nimio detalle de que Bestia parezca un Furby, claro…) pero que tengo la esperanza de ver remediado en la secuela que ya estamos esperando: el tratamiento que se ha hecho de mi admirada Reina Blanca, la poderosísima mutante psíquica Emma Frost. No me quejo de su interprete, la guapísima pero ligeramente inexpresiva January Jones (perfecta de cintura para arriba pero a la que yo obligaría a entrenar los cuádriceps porque esos muslitos no se ajustan nada a la iconografía de esta gélida pero fabulosa mujer), a la que no culpo de su cara de pasmo permanente porque es que la pobre no tenía donde agarrarse dado lo sumamente plano que es el personaje, del que no tenemos la más mínima pista sobre sus motivaciones y a la que lo único que salva es el hecho de convertirse de esa forma en bastante misteriosa y que nos quedemos con ganas de más.

Popotitos y la Cacha de Emma

“Oye, tú, piernas de pollo: o te pones a hacer sentadillas como si no hubiera un tomorrow o te la monto.”

El resto de las interpretaciones principales me han gustado (especialmente las masculinas): McAvoy está lo suficientemente repelente y poco morboso (todo lo contrario de lo que me resulta habitualmente) como para encarnar al telépata; Kevin Bacon, como Armageddon, está inquietante y sádico a la par que sorprendentemente joven a sus 52 años ¡!; pero la sorpresa (bueno, no tanto, que Susan me lo advirtió aunque yo me resistía…) es un Michael Fassbender que no sólo se ha aupado a mi Top 5 de Hombres de Verdad (porque tiene un tipazo, unos ojos para perderse en ellos y una pinta de canalla con gracia que no se puede aguantar) sino que me ha encantado su presencia escénica y su manera de emocionarse/me.

Si hay alguno que todavía no la ha visto y tiene la oportunidad, que no se la pierda, no se arrepentirá. A mí sólo me queda esperar a su salida en DVD para hacerme con ella en versión original y volver a disfrutarla. Mientras, es más que posible que caiga una sesión maratón con las cuatro anteriores y los muchos cómics con sus peripecias que tengo pendientes…

Michael Fassbender Magneto

Das Aussehen einer echten Mann

Que no te pille en un ascensor…

El mes pasado os conté los 5 actores que menos sex appeal me parece que tienen (a pesar de ser supuestamente atractivos) y a los que, por tanto, no tocaría ni con un puntero láser. A cambio de soportar semejante horror, os confieso mi “lista de polvos sin compromiso”, o como se dice en Zaragoza: que mi cari tendría que aceptar un desliz con cualquiera de estos señores.

Jeff Bridges

Sí, ya sé que podría ser mi padre, pero es que es que para mí siempre será Starman, y eso no se puede olvidar… En “Los Fabulosos Baker Boys” es un auténtico Dios y en “La última película” ya no puedo ni pensar, porque sería casi delito…

También me encanta en su versión “The Dude” Lebowski y hasta digitalizado y eso que les ha quedado con un poco de cara de búfalo… Por cierto, “Tron: Legacy” no está tan mal como decís (vale, me fui a dormir a los veinte minutos, pero si la comparamos con “Tron: A Secas”, que me parece peor que el cloroformo y nunca me ha dado tiempo a irme a la cama por mi propio píe, es bastante entretenida…)

Jeff Bridges

Mother Nature! Si es que lo tendrían que fabricar en serie…

Colin Firth

Aunque casi siempre pone cara de “mamá, me han quitado la merienda en el cole”, en sus papeles Darcy (tanto en la famosísima y ultra recomendable “Orgullo y Prejuicio” de la BBC –que es lo más parecido a leer la novela de Austen- como en las imprescindibles pelis de mi amiga Bridget Jones) representa al hombre honesto y sincero en el que se puede confiar. Que doble los calzoncillos antes de meterse en la cama es algo que podría perdonar…

Cuando además lo combinamos con el Hugh Grant canalla y niñato de mediana edad adicto al sexo y embustero, pues la verdad, una no sabe con cual quedarse…

Colin Firth

“Mi sonrisa podría provocar el nacimiento de una super nova. Es por eso que siempre hago cara de pena: por el bien del planeta. Soy un buen chico, es lo que tengo…”

James McAvoy

Este escocés ha venido a sustituir en mi lista a Edward Norton, que no es que ya no me guste, pero es que de vez en cuando hay que actualizar la lista, que yo no la tengo plastificada…

Ahora eso sí, en lugar de en un ascensor creo que me lo tendría que encontrar en una biblioteca porque parece ser su hábitat natural, sobre todo para temas eróticos, ya sea en su versión dialéctica o literal

Os diré que yo frecuento bibliotecas más que bares, y os juro que en la vida me ha pasado ni lo uno (que sería arriesgado porque las bibliotecarias tienen una mala follá legendaria y te fulminan con la mirada como te pongas a charlar sobre la reproducción de los pájaros…) ni lo otro (pues menuda se iba a liar montándoselo contra la estantería de Ciencias Aplicadas: saldríamos en la Quincena del Henares por lo menos… Aparte de que me quitarían el carnet de la biblio, menudo trauma, no no no, mejor dejarlo…)

James Mcavoy

Mira qué carita de haberse leído el “Ulises” de Joyce y de haberlo entendido y todo…

Jason Statham

Para cubrir el cupo de cachas chungos he puesto a este buen hombre. Que conste que Vin Diesel sigue siendo el puto amo, pero en realidad éste es mi favorito: es más europeo, más sofisticado… Además, que con todo lo que ha trabajado con Guy Ritchie algo se le habrá pegado, ¿no?

Y oye, que es un gran ejemplo de lo sexy que puede llegar a resultar un calvito de voz profunda con six pack…

Jason Stathan

“Pelo no tendré mucho, pero como te dé una hostia te visto de torero.”

Flynn Rider

Claro que soy consciente de que no es real, pero francamente, ¿qué probabilidades tengo de encontrarme a cualquiera de los anteriores en un ascensor? Las mismas que a éste…

Y no me he podido resistir porque es guapo a rabiar (mucho más cuando no va de chulito y hace poses bacilonas), encantador y… le gustan las morenas!

Flynn Rider

Aquí iba un píe de foto ingeniosísimo, pero me he desconcentrado con esa mirada y se me ha ido… Disculpen las molestias.

La joven Jane Austen

Aunque el devenir de la famosa escritora pertenece a la historia, el que no quiera saber cómo acaba esta peli que no siga leyendo (pero que la vea, que está bonita…)
LA_JOVEN_JANE_AUSTEN
No es ningún spoiler comentar que la novelista de ficción romántica más famosa de todos los tiempos no tuvo una vida amorosa lo que se dice feliz. Jamás se casó, lo que en determinadas épocas me temo que era una condena a morirse virgen, y en esta película que, aunque a mí me encanta, sólo me atrevo a recomendar a los amantes del amor (eso es de una peli de Truffaut, ¿no?) o del “cine sombrilla”, se recrea la supuesta relación interrupta que pudo haber mantenido con un tal Thomas Lefroy, que habría inspirado a la escritora el ya legendario personaje de Mr. Darcy.
Bueno, si además de tratar sobre Austen, le pones una historia de amor frustrado y la protagoniza James McAvoy, que para mí es irresistible a la par que inquietante (y me parece buen actor, me ha gustado también en “Expiación” o en “Wanted”, si bien es cierto que recuerda mucho a Eduard Norton, otra filia inconfesable…), pues yo me tengo que hacer follower a muerte…
Baile
Lo que venía siendo una rave en la época de regencia.
Yo no sé si la peli es mala, o cursi, o sentimental, pero a mí me emociona profundamente cada vez que la veo, y esta noche no ha sido menos. Se tratan tres temas que me resultan conmovedores per se. Uno de ellos es el tema de la escritura como oficio, en el que no ahondaré porque seguro que me llevo algún sermón y paso.
Por otra parte, la situación de la mujer en otras épocas: Austen vivió entre 1775 y 1817 (durante el llamado período de Regencia) y, en aquel entonces no se les permitía tener una profesión que les facilitara la independencia, tan sólo dinero (siempre y cuando fuera heredado), posición y decoro. La pérdida de alguna de estas tres cosas era una desgracia y terminaba con la destrucción absoluta. Mientras que los hombres, a priori parece que eran libres (lo que me gusta de esta película es que acaba por demostrar que no es el género el que hace libres, sino, en definitiva, el vil metal).
jane austen
“El Windows Writer me va a pedales.”
Y por último, la fatalidad de las circunstancias, que condiciona la vida de las personas y dificulta la realización del amor. Este es un clásico de ayer, de hoy y de siempre. Admitámoslo, el amor no lo puede todo a pesar de lo que digan las canciones… Terrible, pero ¿no tiene su encanto el hecho de que así pueda permanecer para siempre libre de la banalidad que imponen la rutina y la decepción? ¿Qué es más deprimente: preguntarse toda la vida qué pudo ser o despejar esa duda para descubrir que no merecía la pena?
momento cuelga tú
Momento “cuelga tú”.
En caso es que, si bien en el momento en que Jane decide abortar su pecaminosa huida con el efebo aguanto bien las lágrimas (mentira, es que esto lo tenía ya escrito de antes, he llorado como una perra), en la escena final en la que vemos a la autora ya ajada y solterona-sin-remedio volver a encontrarse con su único y gran amor, ese nudo se desata para convertirse en una avalancha de llanto estertóreo con sollozos e hipidos de primer orden.
Lo dicho: cursi y sentimental. Pero y lo a gusto que se queda una, ¿qué? Pues eso…