¿27 Vestidos? 27 collejas le daba yo a la tía esta, así, una detrás de otra y en to’l colodrillo…
Que empiece una peli y el punto de partida te parezca más improbable que uno conmigo comulgando, a día de hoy, con las cosas que hemos visto (no sé, viejos que se bañan en una piscina con crisálidas de aliens y se revitalizan -joer, que eso sí que es un spa guapo y no las chufas que nos venden…-, por poner un ejemplo a bote pronto ), es que tiene delito…
Y es que resulta, para el que no lo sepa, que la protagonista (una tal Jane, encarnada por la últimamente ubicua Katherine Heigl) es una pirada de las bodas que está asistiendo como dama de honor a dos de dichos acontecimientos a la vez (Jesús, María y José, la burra y el buey, si que te inviten a una boda ya me parece un mal rollo inhumano -claro, te invitan a que te pagues la cena -y algo más con lo que poder irse a Cancún- en el hortera-restaurante que los novios escogen para degustar un menú sintético compuesto de un déjà vu de entrante, con una carne -por llamarlo de alguna manera- y un pescado -pero ¿qué absurdez proteica es ésta?- de plato principal, para terminar con un postre a base de la típica tarta nupcial reseca e insípida que, eso sí, baja del techo mientras se escucha la predecible «I will always love you» versión «mi pobre Whitney Houston»), una por el rito hindú y otra más tradicional (hablábamos de la Heigl, por si os habéis perdido, que no me extrañaría…) pero ambas igualmente aborrecibles e intercambiables.
El armario de la vergüenza…
Si ese estúpido frenesí por el tema «bodorrio» no explica per se el porqué nadie ha llevado al altar a la moza de marras, explicaros que la muy ilusa está enamorada en secreto de su jefe (Edward Burns, un señor que prometía mucho en los 90 pero que hay que ver en lo poco que se ha quedado…) que, no sólo no se entera, sino que mantiene con ella una relación de lo más fraterna. Y hablando de fraternidades, pronto conoceremos a su hermanita menor (la de la pánfila), una fresca y caradura de tomo y lomo a la que se le pone entre ceja y ceja casarse con el amor platónico de nuestra pequeña y collejeable Jane.
Por otra parte, ésta entabla relación sin saberlo (ya sabéis, la típica confusión de identidades que no puede faltar en una comedia de este tipo…) con un periodista (a ver: ¿a quién se le ha ocurrido emparejar a la Heigl, que es una jaca jerezana, con este pony chiquilicuátrico del Marsden? Que no sabía yo quien era hasta que dice no sé qué de unas gafas y ya me di cuenta de que es Scott, también conocido como el pesao de Cíclope, hay que ver cómo engañan los trajes de neopreno esos con relleno de los X-Men, cagüentó…) encargado de cubrir la sección de sociedad (vamos, que es de la BBC) del periódico: un cínico que se carcajea del matrimonio pero que acaba encontrando interesante el asunto de la ONG que parece que ha creado nuestra protagonista: Damas de Honor Sin Fronteras (ni Pudor).
«Eres una giganta con los pies como un canguro, pero me gustas…»
Dicho todo lo cual, pensaréis que la peli es un mierdón. Pues no os diré yo que no, pero la verdad es que me entretuvo bastante y que hay alguna que otra escena divertida (en especial me gustó el papel de la mejor amiga de la prota, aunque es un prototipo del que ya hablaremos…). En cualquier caso es un vehículo de lucimiento para la Heigl, ya que parece que alguien en Hollywood se le puso en las pelotas hacer de esta chica una estrella y por empeño que no quede…!
Después de aquello de Killers (creo que todavía tengo secuelas, lo digo en serio…) imaginaos mis reticencias hacia esta peli anterior de Robert Luketic con esta chiquita tan mona (que es un eufemismo envidioso para “tía buena que te cagas”), la Heigl (yo es que como no he visto Anatomía de Grey no le tengo cariño, qué le vamos a hacer…). Pero recordé que a mi queridísima Uma le gustaba y decidí que tenía que darle una oportunidad.
Por desgracia, en el comienzo de esta cinta todo se estaba desarrollando por los mismos derroteros: mujer joven y atractiva de brillante carrera (productora televisiva en este caso) y que, sin embargo, parece subnormal cuando se relaciona con los hombres y no para de comportarse como si, en el fondo, lo que quisiera fuese morir sola y rodeada de apestosos gatos. Vamos, que estaba yo al borde de la limpieza de cutis.
“Mamá, mamá, me han vuelto a dar el papel de Pava Total!!! La verdad es que lo bordo…
Pero de pronto, ¿qué ven mis ojos? Mmmm… [Léase con voz cantarina de zorrilla de alterne] Gerard Butler en todo su esplendor de macho Alfa… Y ¿qué me creo? Si encima es un cabestro, un energúmeno machistoide y deslenguado que utiliza a las mujeres y se burla del amor y el romanticismo… La cosa promete!
“El Hombre Deseado ahora trae como complemento dos guarrillas para ponerlas a planchar o lo que se te ocurra.”
La verdad es que he acabado divirtiéndome mucho con ese tío tirándonos a las tías a la cara lo absurdas y predecibles que somos y lo sumamente equivocadas que podemos llegar a estar con respecto a las relaciones. Me he reído mucho con las verdades absolutas acerca de los hombres que se subrayan en la peli y creo que los chicos que vean la peli estarán de acuerdo en que no se les puede definir con más claridad y sencillez (y certeza). Me ha gustado el estilo de esta “guerra de sexos” y su utilización del lenguaje soez: qué le voy a hacer, debo de ser muy primaria, pero me divierte escuchar determinadas palabras en una peli americana convencional, aunque soy muy consciente de que la subversión termina ahí.
No nos olvidemos de que se trata de una comedia romántica y tiene sus convenciones (os las voy a intentar desgranar con detalle en mis próximos posts, pero todos las conocemos en realidad…) y con todas las que hemos visto ya podemos predecir lo que irá pasado hasta llegar el inevitable final. Pero no por ello deja de ser divertida la forma como lo han contado esta vez ni los personajes dejan de ser entrañables o simpáticos. Y estos los son (aunque los pobres bailan los dos fatal…).
Es que si además de guapos, altos, estrellas de cine y millonarios bailaran bien ya sería una ofensa para el común de los mortales…
Incluso la Heigl empieza a caerme mejor. Y después de haberme tragado hoy “27 Vestidos” en canal, os diré que ya la cuento entre mis mejores amigas… ^_^ Dios mío, este proyecto puede llegar a ser peligroso!!!!
¿Queréis saber la cruda realidad? ¿La descarnada, sin adornos (bueno, puede que algunos, que este blog vive a base de retórica…) ni falacias, dura y pura realidad??
La realidad es que casi todas las mujeres que conozco son atractivas, listas, están preparadas y son muy divertidas. Son profesionales muy capaces que realizan trabajos sofisticados y sobreviven en esta jauría humana postmoderna con una desenvoltura que sorprende. Pagan sus facturas y se proporcionan sus propios orgasmos. Lo mismo viajan solas, que cocinan y algunas, incluso, son capaces de instalarse unos códecs cuando es preciso …
Pero prácticamente todas son unas obsesas del control, unas neuróticas inseguras y absurdamente condicionadas por el montón de patrañas con las que se han criado. Por lo que respecta a los hombres, todavía creen en los príncipes azules, en los Mr. Right y las almas gemelas. Y es curioso, porque la mayoría son intensamente agnósticas, lo que quiere decir que no creen en Dios pero tienen una fe ciega en los cuentos de hadas… Curioso, cuando menos.
“Oye, no es la primera vez que me enfrento a uno como tú en un ascensor así que….¡qué corra el aire!!”
Son fácilmente manipulables en lo que respecta a su ideal amoroso y francamente patéticas en sus relaciones idealizando con facilidad la mas mínima chorrada intrascendente porque todavía aspiran a disfrutar de ese concepto etéreo (e inexistente) denominado “el novio perfecto” (también conocido en el pasado como “marido ideal”). Y eso se traduce en la pretensión gilipollesca de tratar de convertir a los hombres de su vida en una versión plastificada de lo que eran. Se juzgan duramente a sí mismas por lo que tienen, y no por lo que son, y se frustran permanentemente porque es inevitable cuando sueñan lo imposible.
Los hombres, por otra parte, son simples. Ah sí, y les asustan las relaciones…. ellos son más de felaciones!
Todavía no me he recuperado de la indignación que sentí anoche viendo esta bazofia y supuesta comedia. Si me hubiera costado un duro verla, tened por seguro que el caso estaría ahora mismo en manos de mis abogados (mis abogados… un chimpancé con un maletín… qué más da…) para solicitar una indemnización. Quizá pueda pedirla todavía por daños y perjuicios (cerebrales), porque además tengo la sospecha de que algo tan malo no se ha podido hacer por error: aquí había dolo, una intención oculta de agilipollar a la población o algo, no me lo quita nadie de la cabeza…
El truño en cuestión se autocalifica bajo la etiqueta de “comedia romántica de acción”. Pues bien, ya os digo yo que el publicista es un embustero patológico: comedia poca (me hicieron gracia dos frases y una mirada), romance mínimo y anodino (¿os imagináis la típica historia en la que un chico y un chica se conocen y enseguida se gustan y surge mogollón de química y complicidad entre ellos y entonces inevitablemente se enamoran? Pues seguid imaginándolo porque, aunque es lo que se supone que pasa en la peli, no se ve por ningún lado…) y acción escasa y nada emocionante (de hecho para cuando llegan las peleas y las persecuciones, que es en el tercer rollo, yo ya estaba planificando esta crítica y con un estado de ánimo poco proclive al cambio de opinión).
“Sí, bueno, lo del Razzie es irrelevante, lo que importa es que también he ganado el Teen Choice Award y ya sabes que las adolescentes de hoy son las mujeres del mañana…”
Hasta pereza me da contar de qué va la vaina… Pero allá va, profesionalidad ante todo: Jen (Katherine Heigl), la pánfila protagonista (se supone que es una chica muy despistada y algo desastre y eso la convierte en adorable; a mí me pareció patética, una histérica absurda y un insulto para las mujeres en general y me apetecía taparle la boca con cinta americana para que dejase de decir bobadas y matarme de la vergüenza ajena), acaba de ser plantada por su novio, así que ni corto ni perezoso se embarca en un viaje a Niza con sus padres (un Tom Selleck al que le habían teñido hasta el alma y que, aún así, es de lo mejor de la película; y una Catherine O’Hara haciendo de madre borrachuza, más que nada porque si hiciera de madre a secas se tendrían que haber ahorrado el papel de lo poco que aporta a la historia) y allí conoce a Spenser (Ashton Kutcher, o mejor dicho, el torso de Ashton Kutcher porque el resto de él debía de estar en sus labores de Productor Ejecutivo del film, que lo es…), que no me quedó muy claro si es un agente de la CIA o un asesino a sueldo que está allí en una misión.
“Así que aquí es donde Demi lava la ropa, ¿eh? La expresión “tarde de colada” adquiere una nueva dimensión…”
El caso es que de la forma más tonta se conocen (y cuando digo de la forma más tonta me refiero a un ascensor –sí, sí, como lo oís, que no se les ha ocurrido nada más original, “para qué nos vamos a molestar”, pensarían los guionistas, ¡que son tres, nada menos!…-) y ella se queda embobada al momento porque el torso de Kutcher es irresistible (mira, ahí estoy de acuerdo, aunque no me parece muy verosímil que un caballero baje al lobby de un hotel de lujo en la Costa Azul en bañador sin nada encima, que es algo de una poca clase que asusta y por menos de eso en Francia te deportan, pero en fin…) y empieza a hacer el ridículo más espantoso (pero no a lo Briget Jones en plan “me parto con esta tía”, no, más bien en plan “que alguien le golpee la cara con una pala para que se calle”. Al Torso todo esto se ve que le atrae (no porque se note por su trabajada expresividad, sino porque según el guión acaban casados después de que él mismo abandone su trabajo de “trabajitos” para vivir su vida de tórtolos de clase media americana en suburbio estándar.
“No te preocupes que si lo de mi Torso va a ser un problema para ti ya me encargo yo de que tus Tetas también salgan en los títulos de crédito”.
Después de una eternidad de sopor y lugares comunes, no sé muy bien por qué (y llegados a este punto, ni me importa…) al Torso le quieren hacer un encargo de los suyos y al final resulta que al que quieren matar es a él y a partir de ahí todos sus amigos, vecinos y compañeros de trabajo son asesinos que intentan conseguir la recompensa que han puesto por su cabeza. Y eso, señores y señoras, es la sinopsis oficial de la peli, ¡y la propia peli en sí misma! No hay más. Bueno, queda por dilucidar la irresistible intriga de si el Torso (y su patética mujercita) conseguirá salir con vida y el sempiterno doble giro final, predecible donde los haya… Sólo se me ocurre decir: PENITENTIAGITE!! Porque esto tiene que ser una señal de que el mundo se acaba.
Supongo que en pre-producción todo esto sonaba mejor de lo que es y lo que esperaban conseguir gastándose 75 millones de dólares de nada es algo parecido a “Mentiras Arriesgadas” (pues no tienen que tomar estos espinacas para llegar a Cameron, con sus defectos y sus virtudes…) o cuando menos, una peli para que la vean parejitas sin que uno de los dos acabe vomitando. Error: en este caso lo que yo recomiendo para que el aburrimiento no los mate a ambos (todavía no salgo de mi asombro sobre cómo es posible que contemplar a dos personas tan extremadamente atractivas como Heigl y Kutcher pueda ser tan soporífero como un documental sobre el Serengeti después de una fabada, si es que ni a posta lo consigues…) es que se pongan a meterse mano, no hay otra opción.
Así que que sepáis que si alguna vez alguien del otro sexo (o del mismo, que aquí somos Gay Friendly) os dice que “ha alquilado” “Killers” y que si queréis ir a verla a su casa, poneos ropa interior limpia porque vais a mojar. Es como la historia del viaje en plan mochilero por Europa Occidental…
Según Virginia Woolf, una mujer que quisiera escribir ficción necesitaría dinero y una habitación propia. Esto no va a dar dinero, pero tiene que servir como habitación...