Tres películas “Murtaugh”
20 diciembre, 2010 9 comentarios
[Contiene spoilers de “Inception” (“Origen”)]
Hace ya un siglo que un amigo listillo (y muy querido a pesar de todo) me vaciló por soltar un “soy demasiado vieja para [sustituir por alguna absurda frikada]” y me ilustró explicándome que eso es un “Murtaugh”.
Sí, yo hice lo mismo y en Google me salió que es el nombre del personaje de Danny Glover en “Arma Letal”, que ya sabéis que estaba a punto de retirarse y cuya frase recurrente es «I’m gettin’ too old for this shit” («Me estoy haciendo demasiado viejo para esta mierda»).
El caso es que últimamente pienso mucho en ello, y especialmente en la madrugada del sábado, recorriendo la Gran Vía en la gélida y concurrida noche madrileña y tratando de encontrar un taxi libre tras una noche memorable en el TABATA (garito de culto petardo) con Herr Brühl y Vince.
Pero es que además últimamente he visto tres películas que sé que me hubieran flipado hace 10 años (en la época en que tras ver “Pulp Fiction”, “Matrix”, “Seven” o “Toy Story” sentía que era una persona diferente) y que sin embargo no han terminado de llenarme del todo, y me pregunto si para mí ya ha pasado la época en la que las cosas me fascinaban y me inspiraban, o si esto también pasará…

En “Scott Pilgrim vs. The World” sí pude por lo menos reconocer que su estética a caballo entre el cómic y el videojuego es muy interesante y estoy segura que en otro momento de mi vida habría apreciado mucho la banda sonora (y en un momento todavía anterior, sin duda los estilismos capilares de Ramona Flowers me habrían servido de catalizador para la incesante búsqueda de una identidad que no estaba nada clara…). Pero aún así, ni pizca de entusiasmo. Como si dentro de mí algo se hubiera roto.
Pero lo que es del todo inadmisible es lo de “Inception”. La gran película del año, de la que todo el mundo habla y yo ahí en estado de semicatatonia tratando de averiguar donde había visto ya todo aquello…
Y es que supongo que la inocencia empezó a desvanecerse el día que Morfeo me puso una píldora roja en la mano para hacerme despertar a la realidad más alienante que pudiera imaginar, o puede que antes, cuando descubrí que los Ocultos se dedicaban a cambiar nuestras vidas cada noche, convirtiendo toda preocupación y anhelo en un sinsentido. Aunque eso probablemente lo había olvidado…
Ya había aprendido a desconfiar de mi propia mente, porque, hubo una época en la que no podía recordar nada después de unos cinco minutos, así que decidí confiar sólo en aquello que hubiera escrito para mí misma, aunque eso supusiera caer en mis propia trampas.
Y tengo el brumoso recuerdo de haber creído que vivía, cuando en realidad toda mi vida era producto de mi imaginación y seguía delante de aquella extraña e hipnótica esfera.
Confiar en los recuerdos a largo plazo hace ya mucho tiempo que no es una opción: desde que Lacuna Inc. se encarga, por un módico precio, de eliminar de tu mente todo aquello que te resulte traumático (aunque ya os digo que si se trata de olvidar un amor, no os molestéis, la experiencia me dice que seguimos enamorándonos de las mismas personas una y otra vez…) o la Rose Corporation realiza con éxito implantes de memoria, ya ni siquiera puedo estar segura de mi humanidad…
Pero si hasta una vez me introduje, ¡por el amor de Dios!, en la mente de un actor famoso y pude ver la vida desde su punto de vista (y hasta pude disfrutar de una experiencia lésbica en modo Master of Puppets…)
Quizá sí era la primera vez que me convertía en un recuerdo atrapado en un limbo eterno en la terrible soledad del subconsciente de alguien que una vez me amó, y reconozco que la experiencia sí fue devastadora…
Pero no lo suficiente como para hacerme cambiar, para influirme más allá de la redacción de este post… ¿O quizá sí? Quizá una pequeña idea germinó en mi cerebro sin que apenas yo lo notara y a estas horas se habrá convertido ya, sin yo saberlo, en una certeza que jamás podré modificar sobre mi misma y sobre el mundo que me rodea…
Naaaaaa, «I’m gettin’ too old for this shit”.