A bombo y platillo (¿Cuchara o tenedor?)

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La compañía teatral tenemos gato lo ha vuelto a hacer: tras “La naranja completa” y “…y estoy guapa”, con el primero de los dos monólogos independientes que forman su nuevo montaje, “¿Cuchara o tenedor?”, nos han vuelto a hacer reír (con ganas), pensar (sin condicionar) , disfrutar (de lo lindo)…

Según sus propias palabras, en este proyecto pretenden “profundizar en los prejuicios que imperan en nuestra sociedad dándoles una vuelta de tuerca”. Y es cierto que lo hacen a su manera, como siempre, provocando que la risa sirva de catalizador para que durante la función y después, al salir de la sala, sigamos reflexionando sobre esos grandes males que siguen pervirtiendo nuestra aparentemente democrática sociedad moderna. Xenofobia, homofobia y desigualdad siguen presentes aunque la corrección política imperante los disfrace, haciendo todavía más hipócrita nuestra actitud.

Cristina Rojas

Durante una hora de monólogo, Cristina Rojas se mete en la piel de una lideresa (es que me ha encantao!) política que se tendrá que enfrentar a las contradicciones entre su ideología y su vida real, algo con lo que tenemos que convivir todos en el día a día: cuán a menudo nos tenemos que tragar en seco todos esos inmutables principios que nos llenan la boca…!

En lo que me parece un esfuerzo interpretativo destacable, Rojas (que siempre me ha gustado muchísimo pero que da gusto ver la evolución que tiene y como se va convirtiendo en una actriz con cada vez más y más matices) asume diferentes registros, encarnando un personaje poliédrico y real, muy humano, con el que nos identificaremos todos y sobre todo las mujeres. La femineidad cobra en esta obra especial protagonismo, si bien siempre Blasco Vilches, a la sazón autor de la compañía –que además se estrena oficialmente en la dirección-, nos ha sorprendido con su profundo -e inquietante ;p- conocimiento del comportamiento de las mujeres.

Cristina Rojas muy sincera! XDD

El papel que desempeñamos las tías en la sociedad hoy día, el esfuerzo por compaginar la ambición y el éxito profesional con determinados aspectos de nuestra idiosincrasia que, para bien o para mal, están en nuestro ADN (o más bien en nuestros cromosomas XX), nos reflejan en la protagonista como en un espejo. Si acudís a ver la obra sin duda identificaréis a una jefa, amiga, colega o a vosotras mismas: porque todavía tenemos que ser perfectas para poder estar a la altura de los hombres, a los que con mucha frecuencia les sobra con una complaciente mediocridad para medrar en la política o en el mundo empresarial, que vienen a ser lo mismo.

Parece ser que en esta ocasión hay mucha más improvisación que en otros montajes, lo que le da una naturalidad y frescura aún mayor a una hora de teatro que se hace corta y que me dejó con ganas de más. Afortunadamente está previsto que en primavera se estrene el segundo monólogo de “¿Cuchara o tenedor?”, que tendrá por título “De pelo y pluma” y en el que podremos disfrutar del tercer miembro de la compañía, el actor Homero Rodríguez Soriano.

“A bombo y platillo” estará en cártel todos los viernes y sábados desde anoche (que fue su estreno) y hasta el sábado 4 de febrero en la Sala Triángulo de Madrid, en la calle Zurita, 20 (Metro Lavapiés). Las entradas cuestan 13€ pero las podéis reservar al modiquérrimo precio de 9€ (aunque, ¿qué significa el dinero cuando hablamos del alimento del espíritu?) reservándolas aquí.

“La naranja completa”: vitamina C (de comedia) en vena para empezar el otoño

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“Lo bueno de las tías de treinta es que cuando quieren follarse a un tío no lo disimulan. Lo malo es que siempre tienen la esperanza de que ese tío se convierta en su novio.”

El jueves tuve la suerte de volver a ver “La naranja completa” en su flamante reestreno en el Pequeño Teatro Gran Vía ¡y me volví a reír como la primera vez!

[En realidad me reí más (y con más ganas), porque la primera vez su humor sin complejos que trata el sexo de la forma más natural me pilló un poco desprevenida (y eso que ya había visto otra obra de su autor) y tardé unas cuantas escenas en dejarme llevar y carcajearme sin pudor de cosas de las que, cuando te ríes, demuestras que las has vivido (sí, ¿qué pasa? yo también tengo mis inhibiciones…)]



Cuando comenté “…y estoy guapa”, ya os adelantaba este acontecimiento tan esperado tras el periplo que ha seguido la obra desde su preestreno hace ya dos años a través de muchas provincias españolas (y parte del extranjero, y no es coña que la han representado en Buenos Aires), donde ha tenido una acogida buenísima, y os contaba que “La naranja completa” era la segunda parte de una trilogía de obras escrita por Luis Felipe Blasco Vilches.

Qué cuenta: En la línea habitual de la compañía Tenemos gato, en el escenario tenemos sólo dos personajes (Él –Homero Rodríguez Soriano– y Ella – Cristina Rojas-). Treintañeros solteros heterosexuales del siglo XXI que se debaten, a mi modo de ver, entre el instinto de reproducción que les lleva a plantearse la necesidad de una pareja estable (sí, hasta los tíos tenéis de eso, lo que pasa es que lo llamáis “sentar la cabeza”) y el de supervivencia, que les hace huir de ello con todas sus ganas (y quién les puede culpar, sobre todo teniendo en cuenta determinados momentos de la azarosa vida conyugal…)

Mientras tanto, lo que sí que tienen clarísimo es que quieren disfrutar de su cuerpo (o sea, follar como locos) y para ello no les queda más remedio que interactuar con esos seres desconocidos (o demasiado conocidos) a los que denominamos “el sexo opuesto”.


la naranja


Cómo lo cuenta: En una línea de comedia muy ácida, en determinados momentos con pinceladas sangrantes (la relación que, ya como adultos, mantenemos con nuestros padres; los fracasos que cargamos a cuestas a modo de mochila existencial; un futuro, todavía incierto; el miedo a envejecer…), nos colamos en unas cuantas horas de la vida de dos de estos jóvenes maduros durante las que se fragua el comienzo de una relación (que puede ser un one off –polvo de una noche- o que puede ir más allá, en principio no lo sabemos como no lo sabemos nunca en la vida).

A través de unos flashbacks muy logrados conoceremos sus antecedentes (con los que nos sentiremos, tanto nosotras como ellos, identificados sin remedio) y entenderemos mejor sus reacciones (con las que nos reiremos por ser también propias).

Me sorprende cómo con una escenografía tan sencilla y prácticamente sin atrezo (hay que ver lo que da de sí un delantal…) nos pueden meter tan bien en situación (bueno, esto es marca de la casa), pero una de las cosas que más me gusta es cómo se lo montan (y nunca mejor dicho) para representar el sexo. Un desternillante polvo radiado que hace las delicias del público (las carcajadas eran clamorosas) y que es uno de los mayores alicientes de la función.


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Al volver a vivir la experiencia de “La naranja” me ha parecido que la obra está más madura y sus actores han ganado en seguridad (el saber que el material que manejas funciona debe de ser un gustazo) . Quizá por conocerla ya he podido dedicar más tiempo a fijarme en las interpretaciones, sobre todo en los momentos en que un actor está en segundo plano mientras su compañero dice su texto y he disfrutado muchísimo. Se intuye ahí el buen trabajo de dirección, que en este montaje corre a cargo de Juan Alberto Salvatierra.

Si en mi post sobre “…y estoy guapa” os comentaba lo mucho que me emocionó el trabajo de Cristina Rojas, el jueves fue Homero Rodríguez el que me “sedujo”. No me malinterpretéis, que Cristina está esplendida y no hay que perderse ni el más pequeño de sus gestos (aunque mi momento favorito es el de la pseudo intelectual amante del cunnilingus), pero Homero tiene en “La naranja” una presencia escénica brutal y una vis cómica de lo más refrescante.


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Recomendar “La naranja” es muy fácil porque es un valor seguro. Sé que todos los que vayáis a verla me lo vais a agradecer, y me encantaría que además lo comentéis y se la recomendéis a otros amigos que, deseándoles lo mejor, queráis que pasen un rato tan bueno como el que pasé yo el jueves. Y es que cerca de una hora de risas compartidas tiene que alargar la vida, a mí no me digáis…

“La naranja completa” se hospeda en el Pequeño Teatro Gran Vía (dentro del Teatro Compac) en Gran Vía, 66 (Madrid) hasta el 31 de octubre.

Consulta de horarios y compra de entradas.

Os dejo con el “Me cago en el amor” de Manu Chao y Tonino Carotone para que lo escuchéis mientras compráis las entradas y planeáis una noche divertida a la par que interesante.