Nos gusta una de Gosling más que comer con los dedos (ahora que se nos retira temporalmente no sé qué vamos a hacer…) y claro, así nos pasa, que van y nos colocan este thriller que hubiera podido encajar perfectamente en «Estrenos TV» si esa fase no la tuviéramos ya más superada que la salida del armario de Elton John… Su director no ha entrado con muy buen pie en la ficción, mientras que ya ha demostrado una gran visión tanto en la dirección como en la producción de documentales.
Este maravilloso puente del Día del Padre que todavía estamos paladeando me ha dejado ponerme un poco al día con pelis pendientes. En concreto dos de los títulos más relevantes de 2011 y que tenía muchas ganas de ver. Una es “Drive”, obviamente, y la otra es “The Artist”.
Y ambas me parece que tienen algo en común: son historias cuyos argumentos quizá no sean demasiado originales, pero que, sin embargo, han apostado por una forma aparentemente arriesgada y ambas han dado en el clavo: la segunda, además de la recaudación, se llevó el Oscar a la mejor película aún siendo una producción francesa (entre otros muchos). La primera también ha conseguido premios, pero lo que creo que es más importante para los que en ella participan: se ha convertido en una peli de culto, especialmente entre cierto sector demográfico. Supongo que al no pertenecer a dicho sector en cuestión, me ha gustado más “The Artist”…
Me refiero a los varones (especialmente heterosexuales, pero hay miríadas de gays que rompen el estereotipo y son más “machos” que la hostia…) de entre treinta y tantos y cuarenta y pocos (los menores y mayores de esta edad también la podrán disfrutar pero no creo que sean el target). Me refiero a esos “chicos” que tuvieron su infancia y primera pubertad en los locos ‘80, que lo flipaban con “El coche fantástico” y que, como nunca tendrán un Lamborghini, se consuelan dando lijadas en los GT, GTA, Need for Speed de turno (sí claro, y con el Driver…). Nuestros coetáneos masculinos que descubrieron la sexualidad unipersonal de la mano (nunca mejor dicho…) de Susanna Hoffs o Wendy James en sus cuartos de paredes forradas con pósters de la NBA, pero cuya fantasía más inconfesable es la de encontrar una chica dulce y pura a la que cuidar para siempre… Lo único que les diferenciaba entre sí era la música que tenían de fondo: mientras unos escuchaban a Depeche Mode otros oían a los Iron Maiden.
Aparentemente fascinados por la violencia, si les preguntas por sus películas favoritas dirán siempre cosas como “El precio del poder” de de Palma, «El Padrino” de Coppola o “Uno de los nuestros” de Scorsese (incluso “Resevoir Dogs” y “Blade Runner”, si tienen un punto gafapastil), pero en realidad las que no se pierden nunca cuando las ponen por la tele son “Juegos de guerra”, “El bueno, el feo y el malo” y “Piraña”.
“¿Veis? En Amazon ya está el Blu-Ray, así que hay que decidir si nos lo compramos o nos la bajamos en iTunes…”
[Sí, estoy disfrutando tanto que seguiría así todo el día… Si alguno quiere venganza, se la serviré en bandeja describiendo el target de “The Artist”, que además lo conozco mejor.]
Como todos sabéis, “Drive” es la historia de un tío como muy misterioso (y pelín hortera si me permitís, porque lo del palillo en la boca… “No es un palillo, es un mondadientes…” Sí, es verdad. Eso tiene infinitamente más clase…) que presta sus servicios como conductor a delincuentes en sus golpes, pero que por el día trabaja en un taller y hace trabajos como especialista en escenas de persecución en el cine. Un día (porque estas cosas pasan así…) se enamora de Irene, su joven vecina madre de un niño y cuyo marido está en prisión. Toda su forma de vida de llanero solitario se verá trastocada por este hecho.
“Ya la hemos vuelto a cagar cogiendo el ascensor… con lo buenísimo que es para los glúteos subir escaleras!!”
No sé cuantísimas pelis hemos visto en las que la única debilidad del héroe es la de acabar pareciendo humano, y normalmente suele resultar en fatalidad…
La supuesta transgresión, en este caso, es la de narrar este thriller de tintes románticos desde los convencionalismos de una peli de autor: carencia de diálogos, lentitud en el ritmo, puesta en escena rebuscada (algunos planos son calcados de “Taxi Driver”), sublimación de la violencia, etc. Aunque la verdad es que todo esto, que normalmente debería ir acompañado de la transcendencia del mensaje, en este caso, en fin, que parece que la moraleja final fuera: no te líes con casadas que saldrás escaldao, cosa que es un verdad como un templo, todo hay que decirlo… Bueno, sí, hay un tema más de fondo que es si, llegados a cierto punto, algunos especímenes se puede reinsertar y tener una vida normal…
Sea como fuere, hay dos factores en mi opinión para no perderse “Drive” aunque después no acabéis comprándoos la macarri-chupa de satén con escorpión bordado. A saber:
Las interpretaciones
Me ha gustado bastante la engañosa impasividad de Ryan Gosling (ya que aquí no le hemos visto los abdominales, en algo había que fijarse…). Digo engañosa porque no es tal: cuando el personaje se deja llevar por su humanidad, tiene una forma muy sutil pero a la vez evidente de demostrar una amplia gama de sentimientos.
“Madre mía, cómo molo..! Si es que como yo me lo proponga, se convierte en ultrafashion pasearse con un martillo por los callejones…”
La Irene de Carey Mulligan, por el contrario, es todo expresividad y transparencia. Esta chica ya había demostrado su solvente dulzura en “Nunca me abandones”, pero en esta peli está que dan ganas de adoptarla…
Además hay una colección de secundarios (pero que son los que tienen los diálogos ya que los protagonistas apenas hablan, todo se lo dicen con las miradas y, en el caso del personaje de Gosling, apenas necesita unas palabras –“how about this?…- para mantener al raya al personal) como Albert Brooks (premiado con el Oscar por esta interpretación), Ron Pearlman o Bryan Cranston (que estos últimos tengan papeles principales en “Sons of Anarchy” y “Breaking Bad”, series de mucho éxito entre los hombres de mi generación no me parece una coincidencia…) que respaldan a los jóvenes protagonistas y dan mucho peso a las escenas en las que aparecen.
La banda sonora
Tanto el score compuesto por Cliff Martínez como los cinco temas de otros autores que aparecen son de inspiración retro electro pop y una auténtica pasada. Aquí os la dejo pero ojito que en las imágenes puede haber spoilers…
Según Virginia Woolf, una mujer que quisiera escribir ficción necesitaría dinero y una habitación propia. Esto no va a dar dinero, pero tiene que servir como habitación...