Qué les pasa a los hombres (Ken Kwapis, 2009)

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A los hombres no les pasa nada especial (lo de tener alojada la parte del cerebro desde la que toman las decisiones en las mismísimas gónadas forma parte de su normalidad viril… ;p). A las que nos pasa algo es a nosotras, que como ya os he dicho varias veces estamos por lo general enfermas de romanticismo y padecemos el síndrome del cuento de hadas en fase muy terminal y no conseguimos ser felices hasta que no nos amputamos a lo vivo al príncipe azul que se nos lleva gangrenando desde segundo de E.G.B…

Nena!

“Nena, te está supurando Una Gran Historia de Amor Imposible absolutamente repugnante del oído izquierdo…”

Y por eso todavía necesitamos pequeños manuales de autoayuda como este. Porque aunque todo esto sea, en gran parte (vale, en su mayoría…), una simplificación barata, puede que haya algo de cierto en las premisas que plantea esta peli de 2009 que, la verdad, había olvidado hasta tal extremo que la he vuelto a ver creyendo que me la había saltado:

[Pero la inclusión de esta canción de Keane en su banda sonora la hace, de alguna manera memorable, así que he decidido dedicarle unas líneas…]

A él no le importas si…

  • …no te llama: ¿Por qué las chicas siguen cimentando los pilares de su autoestima en si le interesan o no a tíos mediocres que no tienen nada que aportar a sus vidas sólo porque salieron una noche juntos o se acostaron con ellos o lo que sea, especialmente cuando esos tíos ya las han olvidado??? Es hora de que nos liberemos del patético miedo al rechazo que acaba siendo una profecía auto-incumplida cuando nos empeñamos en que nos importen más aquellos que nos desprecian. Patético.

Creo que la peli acierta cuando dice que si un tío no te vuelve a llamar es que no le interesas lo más mínimo. Los Hombres de Verdad superan su timidez, sus traumas o todos los malentendidos que un guionista malévolo pueda pergeñar y luchan por lo que les importa. Ellos (y en esto deberíamos imitarles, o al menos intentarlo) no se enamoran cada 10 minutos como si fuera la primera vez. Pero cuando se enamoran suele ser de verdad y para siempre. Lo difícil es encontrar un Hombre de Verdad, así que cuando lo encontréis, no le dejéis escapar porque tenga un “demasiado personal concepto de la moda” (o paparruchas semejantes) u os arrepentiréis!!

Y ¿qué me decís del tema de las señales??? Por el amor de Dios, si las mujeres parecemos zahoríes videntes en una peli de Shyamalan! Que no digo yo que no tengamos un sexto sentido, el problema es saber distinguir donde acaba nuestra intuición y donde empieza nuestra imaginación…

No means no!

“…Y cuando un tío dice “no”, en realidad quiere decir “no”. Alucinante, verdad?”

  • …si se acuesta con otra: Soy muy consciente de las singularidades de cada individuo y situación. Nada humano me es ajeno y todo lo que queráis, pero sea como fuere, muy buena señal no es… ;p

Ah, y otra cosa: Si un tío casado está llevando una doble vida manteniendo una relación paralela con una de vosotras, es bastante improbable que una mañana se convierta en un Hombre de Verdad y deje a su mujer (o que si lo hace no os lo acabe reprochando).

  • …no se acuesta contigo: Aquí no hay lugar a dudas. No le interesas en absoluto. Si te hayas en esa situación, pregúntate si eres un pernocta sin sexo o si estás en el anzuelo de algún/a listillo/a…

  • …si no se casa contigo: Aquí debo discrepar. Personalmente no creo en el matrimonio ni estoy obsesionada con el tema de las bodas, los vestidos blancos y las tartas nupciales. Por otra parte también estoy de acuerdo con la peli en que ningún hombre quiere casarse (ni entiendo porqué habrían de quererlo) y me consta que el hecho de ponerte un anillo en el dedo no significa que la relación será mejor ni más auténtica.

Un marido es ese hombre que está a las duras y a las maduras. Ese hombre con el que puedes contar y sí, ese hombre que friega los platos o te hace la cena cuando has tenido un día horrible. Un marido no se fabrica en un día con la firma de un papel sino que es algo que se forja poco a poco y se demuestra día a día.

A los Hombres y Maridos de Verdad.

Vicky Cristina Barcelona; Puerta Camino y El Viti


Hace ya un par de semanas que presencié esta peliculilla con la que nos «deleitó» Woody Allen en 2008, pero es que todavía no salgo de mi asombro y no sé si podré reunir las fuerzas suficientes para acometer este comentario con un poco de claridad de juicio.

Ya de un tiempo a esta parte está claro que el judío más insigne de Manhattan va dando muestras de agotamiento y su ingenio no ha sido el que era en otros trabajos. Salvo alguna excepción («La Maldición del Escorpión de Jade» me gusta, y «Match Point» creo que es una buena película, aunque no me parezca de Woody Allen), la primera década del siglo XXI no está siendo muy propicia para Allen («Scoop», sin ir más lejos, me parece una sandez que sólo tiene «el arreglo» del torso de Hugh Jackman). Resumiendo: que Mr. Königsberg, utilizando una expresión de mi suegra, ultimamente no hace ná que sirva.

Me daba mucha pereza ver Vicky Cristina Barcelona (mira, sobre el título no digo nada pero no me digáis que no es raro de cojones….) porque me imaginaba lo peor. Pero se ve que no tengo tanta imaginación como pensaba, porque la cosa se queda corta: es un tostón aburridísimo sin sentido y sin historia (de la tensión argumental ni hablamos, claro), con todo lo peor (o al menos de lo más criticado) del neoyorquino (las neurosis obsesivas y las conversaciones pesadas) pero sin nada de su sentido del humor posmoderno, intelectualoide, sarcástico y nihilista (vamos, de lo que a mí me pone).

Casi todo en la película es cargante hasta la estomagación: al narrador, por plomizo y por cansino, lo ponía yo a leer en voz alta «El Cantar del Mío Cid» hasta que se le desintegraran las cuerdas vocales, plasta de tío.

La fotografía de Aguirresarobe, aunque no se puede negar que es preciosa, parece de guía turística, con ese solecillo permanente como sacado de lo que creemos que debe de ser La Toscana y me puso de un mal humor de perros porque a mí, que me encanta Barcelona, me parecía que nos la estaban disfrazando de una cosa que no es.

Los personajes estereotipados: la americana racional vs. la visceral, la española racial e histérica, el artista bohemio a la par que latin lover. Vamos, que era todo de manual de Erasmus en España…

 

Pero lo que ya se llevaba la palma era la banda sonora: la canción «Barcelona» de Giullia y los Tellarini me gustó, aunque se acaba repitiendo más que el chorizo criollo; por no hablar de «Entre dos aguas», pero claro, resulta que ahora van los americanos y descubren a Paco de Lucía, y ya la hemos liado. Pero tengo una pregunta que le haría al ex de Diane Keaton agarrándole de la pechera mientras zarandeo su esmirriado cuerpezucho: ¡¿es que en cada secuencia tenía que sonar una guitarra española?! ¡¡Si es que no hay nada que pegue menos con el modernismo de Gaudí que la guitarrita de los huevos, señor mío!!

Para colmo es una de esas pelis que mi madre (hoy estoy tirando de sabiduría familiar) diría «que no saben como acabarla», y yo estoy de acuerdo: creo que le sobra metraje por todas partes.

En cuanto a las interpretaciones, debo decir que la peli la vi doblada, por lo que sólo puedo juzgar la mitad de sus trabajos (esto no me lo plantearía de no ser porque hay dos españoles entre los personajes principales, y nada menos que los Sres. Bardem).

Scarlett Johansson es una preciosidad, pero para ser justos hay que decir que sale perdiendo en su comparación con la salvaje voluptuosidad de Pe, aunque ambas me resultaron tan abofeteables en sus composiciones como el, en mi opinión, sobre valorado Javier Bardem, que no me ha gustado nada en ninguna de sus interpretaciones hasta el momento en la la Meca del cine.

En cuanto al criterio seguido por la Academia para premiar la interpretación de la de Alcobendas, creo que debe de tener más que ver con el arduo trabajo de «coderas y rodilleras» del agente de la actriz y con una campaña de márketing que ha calado hondo en el corazón provinciano de unos yanquis que lo siguen flipando con el exotismo mediterraneo (cosa que me parece positiva, por otra parte, pero que implica que cualquier día le van a dar el Óscar a la mejor película extranjera al salmorejo o al ajo arriero.)

A Penélope le sale el barrio.

Si tuviera que señalar algo positivo en la película sería el rollo bollo que se traen las protagonistas, lo que pasa es que para cuando llega, uno está ya tan aburrido y tan deseando que acabe todo, mal o bien, pero que se acabe, por Dios santo, que ya no se puede aguantar, que resulta hasta insípido. Y mira que es triste decir eso.