A lo Panenka…

Ya me cansan los que se jactan de su enorme conciencia social e intelectual a costa de hacernos creer que esto debería ser inversamente proporcional a lo que te preocupen los resultados de la Selección Española en la Eurocopa (o el fútbol u otros deportes en general).

El ser humano (incluso en su versión española) resulta ser una compleja amalgama de racionalidad y emociones y nuestra esencia poliédrica nos permite no dormir por las noches velando por el incierto futuro de nuestros ahorros, cabrearnos por las mañanas por la ineptitud de políticos y gestores, reír a pleno pulmón de un chiste verde bien contado por un compañero de trabajo a la hora de comer, emocionarnos con lagrimilla con una película por la tarde y hasta enamorarnos apasionadamente por la noche, si se tercia.

También hay una parte, probablemente primitiva y tribal, que nos lleva a convertirnos en un amasijo de nervios parte de la masa vociferante que anhela disfrutar de ese poquito de gloria compartida que delegamos en unos jovenzuelos multimillonarios en pantalón corto. Cuando se trata de la selección se añade un plus: además está en juego el honor de un pueblo (ya, ya sé que siempre habrá algún gilipollas que irá con el equipo rival, allá cada cual…).

paradón Iker

“Hot’tia! Que me lo paro! Casi estoy por dejarlo entrar que luego no hay quien aguante a la tropa con lo de San Iker…”

Ya sabemos que eso no va a hacer que mejore nuestro salario mínimo, ni que baje la prima de riesgo, ni que Mariano & Co. sean enviados a Marte en un cohete a propulsión, pero durante un par de horas es emocionante dejarse llevar por un sentimiento que nos une a todos y que, en caso de victoria, te hará abrazar a un total desconocido como si fuera un hermano que regresara ileso de la Guerra de Secesión.

Que sí, que nos ponemos groseros y faltones con el fútbol (cómo sino se podría escuchar a una señora fisna y licenciada soltar un “Métesela como a Shakira!!” ante el lanzamiento de penalti de Piqué?); que se nos sale un poco la cadena con el tema de las supersticiones (esa baldosa es un talismán!!! ;p); que cuando nos dejamos vencer por el desánimo y perdemos la confianza, tiramos a nuestra selección del pedestal en el que los tenemos subidos y hasta les damos con él… ; que las chicas hasta somos capaces de decir que no nos gusta nada Ronaldo (estoy de acuerdo en que esa nuez se la debería hacer reducir un poco, ¿no?); en definitiva, que saca nuestro lado más animal (por no decir directamente bestia!).

Pero eso es lo que lo hace grande: que nos permite dejar a un lado toda esa racionalidad que nos encorseta y libera nuestro “yo” más auténtico. Además, qué coño, que nos lo pasamos bien! Anoche en el Circus se sufrió mucho. España entera sufrió mucho. Pero al final mereció la pena: estamos de nuevo en una final y, pase lo que pase este domingo, que nos quiten lo ganao!

La parada de los monstruos ministerial

Todavía no salgo de mi asombro ni de la indignación que me supuso ayer saber del asunto de los retratos ministeriales. Me costaba creer que existiera una tradición bicentenaria por la cual se encarga a pintores de renombre la inmortalización de todos los ministros que en España han sido, sin importar sus logros o la importancia de su labor (que suelen ser pocos y despreciable respectivamente).

Más difícil de creer es que, en tiempos de crisis como los que nos encontramos desde hace ya lo que se nos antoja una eternidad, no sólo no se haya eliminado esta, a mi juicio (y el de todos), gratuita muestra de ego político vergonzoso, sino que desde 2010 se han estado pintando retratos a nuestra costa como si no hubiera un mañana (o como si no tuviéramos a los gorilas de la Merkel partiendo piernas un día sí y otro también).

No sólo es un agravio para los españoles sino que además es una muestra de mal gusto sin parangón, porque a este paso y teniendo en cuenta las insignes figuras retratadas, los Ministerios
y la Moncloa deben de parecer el museo de los horrores: imaginaos a Esperanza Aguirre, ella que lo fue, Ministra de Incultura y Ridiculeo; a Aceves o Zaplana, Ministros Portavoces de la Marrullería; Rajoy, el Sr. De los Hilillos (oh wait, que a este además del retrato le hemos de pagar ya de por vida porque lo de ser Presidente del Gobierno se ve que incapacita y hay que ponerles una pensión, aunque yo lo que les ponía es un puesto de pipas a la entrada del Retiro como a María Asquerino en “La tonta del bote”…).

También los próceres socialistas (que denostada está esta palabra gracias a los ignominiosos sobos a los que la viene sometiendo el SOE desde hace la torta un pan…) tienen sus retratitos, no
vayan ellos a ser menos, así que tenemos para el recuerdo estampitas gravadas con las cara y cuerpos de Rubalcaba, Master del Haz lo que yo diga y no lo que yo haga; o del mismísimo Moratinos, Ministro de Vente a Alemania Pepe. Todo ello, supongo, pasando por Maleni
Álvarez, esa señora que dicen que fue ministra pero que diría que parecía charcutera, si no fuera un insulto para los honrosos hombres y mujeres que se dedican cada día a proveernos más de chóped que de ibérico.

«Yo ej que mejperao a tener pelo!»

Parece ser que son sus excelentísimos señores los ex-ministros los que elijen al pintor de marras, y Álvarez Cascos ha escogido a Antonio López para el suyo por el módico precio de 165.000€ más IVA. Poco me parece a mí. Yo de ser él habría pedido que se clonase a Velázquez y me habría
eternizado por lo ecuestre en caballo gordo de escorzo a lo Conde Duque de Olivares.

La verdad es que los retratos podían ser un poquito más originales, no? ¿Os imagináis a la Pajín retratada con el puño en alto y vestida de bolchevique con un bolso de Prada colgao del
otro brazo? Qué pena que la Cospedal no sea ministra, porque yo la retrataría amantando a los cachorros del PP cual loba capitolina…

No sé cuántos insultos más tendremos que aguantar de estos tipos que dicen que nos representan. Hasta donde llegará la poca vergüenza con gastos inútiles mientras nos ahogan a
impuestos y su desfachatez y falta de eficiencia nos deja sin trabajo y sin ahorros. Ahora dicen que es posible que Julio Anguita vuelva a la política. Pues qué queréis que os diga, un señor que renunció hace 7 años a su pensión vitalicia de exparlamentario alegando que con la de maestro tenía suficiente, pues me da mucha confianza, digan lo que digan.

Pero en fin, este país es sabio y elegimos siempre lo mejor de lo mejor para que nos gobierne! Menudo tontódromo tenemos montao…

Yo por si algún día acabo llegando a ministra (cosas más raras se han visto, que lo de Ronald Reagan -o Toni Cantó en el Congreso, sin ir más lejos- a ver quién se lo esperaba…) ya he
pensado quien quiero que me retrate y cómo: a mí que me pinte Fabio McNamara tirada en un portal, borracha como una cuba y enseñando las bragas. Qué me quiten lo bailao!

LO DE LA COPA DEL REY ME TOCA LAS NARICES, mira tú…!

Refunfuños de una madrileña atlética que siempre ha sido pro-catalana y pro-vasca, pero cuya paciencia, como la provincia de Palencia, tiene unos límites…

Como toda España (incluidos los territorios díscolos) sabe, el Real Madrid se ha negado, con la excusa de que están reformando los baños (se ve que tenían las bajantes fatal…), a albergar la final de la Copa del Rey entre el Barça y el Athletic (¿o es entre el Athletic y el Barcça? Ni idea, pero tanto monta, monta tanto…) y la FEF ha decidido que sea el Vicente Calderón el estadio anfitrión de tamaño evento futbolístico.

Parece que esta decisión no ha gustado a nadie y anda todo Dios con un mosqueo de órdago. Los finalistas se quejan (además del futurible estado del césped tras el concierto del marido de la Gwyneth y los suyos) de que el estadio no tiene suficiente capacidad para atender la demanda de localidades de los aficionados (hombre, en el caso del Barça se pueden entender, pero si quisiéramos meter los cerca de 55.000 leoncillos que cabrían en el Calderón en la sacrosanta Catedral, corregidme si me equivoco, pero se saldrían por los bordes…). Además, especialmente los bilbaínos (los azulgranas con tal de poder ir a la Cibeles a amargar merengues lo demás les da igual…) están diciendo que van a boicotear la ciudad poniéndose en modo Hermandad del Puño para no hacer gasto en la Capital del Imperio.

Llamadme de ofendimiento fácil si queréis, pero yo me veo en la obligación de exclamar un ¡se vayan todos a celebrar la final a Laponia, hombre ya!

Primero, el Vicente Calderón no es el Bernabéu, ni falta que nos hace… (dicho sea con todo el pesar de mi corazón, pero en eso reside la magia de ser al’lético, en que somos un equipo orgullosamente humilde, o como dice Harvey, madridista de pro -y mi padre para más inri, así que cuidaito con lo que decís-, de la gente de mal vivir -y a mucha honra añado yo!!!!-). Pero es un estadio con la máxima calificación de la UEFA y un lugar histórico que ha presenciado finales épicas, partidos de un Campeonato Mundial, conciertos de U2 y a Luis Aragonés rascándose el ojete, a ver quién supera eso…

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Y nosotros pensando que a los del Athletic (uy qué modernas ellas, escribiéndolo en inglés…) les haría ilusión jugar en un estadio roji-blanco, y mira tú…

Tampoco está en la Castellana, pero oye, la Rivera del Manzanares está bien bonita en esta época del año y tenemos cerquita la M-30 para que los que vengan en coche se puedan perder a gusto por sus túneles cuando deje de llegar la señal a los GPS y vivir una experiencia extra sensorial, que eso, no está pagado con dinero… vamos, que el caso es quejarse. ¿Qué no hay sitio para montar una carpa para celebrar a lo ghetto? Coño, pues ponedla en la Casa de Campo, que es bien hermosa (si no os importa tener como banda sonora el reggaetón, claro…)!

Luego está lo de que Madrid tenga que ser siempre objeto de inquina por parte de ciertas gentes de provincias (serán de gran ciudad, pero demuestran muy poco mundo los que así opinan) culpándonos a la totalidad de los madrileños (y sus polínganos) de todas las decisiones institucionales. Una vez en las fiestas del barrio de Gràcia (en Barna) uno me preguntó de dónde era y, al decirle: “De Madrid” (la verdad es que dije “De Madrí”), me soltó un “¿Sabes que eres un símbolo de la represión?” que me dejó bizca… Yo, desde el punto de vista platónico, puedo ser el símbolo de varias cosas, pero de la represión, no, no creo vamos…

No tenemos la culpa de estar en el centro del país y muy bien comunicados por tener ese monstruoso aeropuerto y porque todas las putas autopistas nacionales partan de nuestras entrañas. Ya tenemos suficiente con sufrirlo todos los días de nuestra vida. Madrid es una ciudad acogedora con la mejor oferta hostelera de España (y de Europa me atrevería a decir, porque lo que es a bares no nos gana nadie…) y la ponemos a disposición de todos nuestros visitantes con la mayor hospitalidad (y con ánimo de lucro, todo hay que decirlo, pero oye, en Barcelona no te ponen una tapa gratis con la caña ni a punta de navaja, y en Las Vascongadas (a que jode?) los pinchos (venga vale, pintxos) son de mucho ringo-rango, pero también los cobran como tales.

Yo voto porque a las hordas de culés y leones les sirvamos la cerveza a palo seco. Ale! Bueno, mejor no, que sino se entocinan y se nos mean en los monumentos como los guiris…

En resumen, que me he sentido muy ofendida y lo tenía que decir. Pero como no soy rencorosa, voy a desear suerte a las dos hinchadas. Personalmente no tengo mucha preferencia por ninguno de los dos equipos pero igual como que me alegraría un poco más si ganara el Athletic (más que nada por si en el fragor de la celebración a Llorente le da por quitarse la camiseta…), aunque mi corazón albergue el secreto e inconfesable deseo de que después se hunda la Gabarra con to’ Bilbao dentro (uy, que se me ha visto el rencor…!) ;p

La fuga de Logan: reformas laborales y mierdas varias

No entiendo que a muchos haya pillado por sorpresa la reformita laboral con la que Marianín (me vais a perdonar la falta de respeto, pero yo a las marionetas guiñolescas cuyos hilillos mueven las altas esferas del capital y otros políticos rancios de pseudo-bigotes desconcertantes no las puedo tratar de Ud.) y su acólitos (joder con la Patrulilla X de marras: las SSS, la Cospe, el Montorete y un sin fin de personajes sacados del mismísimo arcón de Arniches, que mientras se sacuden la naftalina que han ido acumulando durante sus años de Oposición chusquera y marrullera – con denominación de origen Aceves y Zaplana- nos intentan vender lo modernas que son, aunque todos sabemos que siguen afiliados al “a Dios rogando y con el mazo dando”) han dado el chupinazo de nuestro Via Crucis de 4 años (+4 si la Divina Providencia no lo remedia).

Cospe y SSS

“Y de rojo, de rojo, que es lo que les jode….”

En el fondo es un más-de-lo-mismo-pero-más-antipático-si-cabe con respecto a lo que teníamos antes: La Liga de la Justicia del Puño en Alto (pero el otro bien repleto de billetitos): ZP, su cara de pena y su “hay que ver España, cómo se ha portao conmigo”, la Niña de los 1.000 Cargos, el Rubal y su discurso de “yo soy la experiencia” (que no estaría mal si nos hubiera gustado cómo lo hacía alguna vez…). [Sí, soy mucho menos sangrante con el SOE, pero es que aunque parezca que no, en el odio acérrimo también hay escala de grises]. Total, que sigue siendo el mismo perro aunque ahora lleve un collar de castigo y eche espuma por la boca.

Ya nuestros socialistas de postal (“van de escaparate”) nos reformaron lo laboral y nos dejaron temblandico. En aquel entonces, no sé si la memoria colectiva llega a tanto, los denostados sindicatos (a ver, pues claro que como estamento está podrido hasta los cimientos: como todos en esta sociedad nuestra de diseño, tecnocracia y vomitina, y está lleno de culo-grasas que llevan toda la vida sin dar un palo al agua pero con la boca llena de reivindicaciones que personalmente no necesitan. Pero ¿eso hace que debiéramos prescindir de ellos? Que prescinda el empresario de su “inmaculada Patronal”, no te digo…) protestaron (aunque dentro de las normas del protocolo marcado por una relación amor-odio con el Gobierno que no benefició más que al “enemigo”) y convocaron una huelga general que, en mi opinión, fue más bien particular por desgracia para todos.

mariano-rajoy

“Y aluego subo el IVA… y me llevo dos… lo multiplico por la prima de riesgo… y… joer, pues ni por esas salimos de la puta crisis! Voy a llamar a Josemari a ver qué piensa él…”

Ahora estamos de nuevo en la tesitura de tragarnos está píldora a la que le han puesto el azúcar de decirnos, en nuestra cara misma, que nos va a curar del mal del desempleo. No hay que ser una lumbrera de la macroeconomía para saber que esto es como tomarse una aspirina para curar un tiro en la cabeza y que a lo que va a ayudar es a que las empresas se libren de los trabajadores con mayor antigüedad porque ya sabemos que en este mundo nuestro a la que pasas de los cincuenta ya no vales nada y se te cargan porque la experiencia se ve que ha estado toda la vida sobrevalorada, pero en fin, la libertad de expresión consiente (y yo moriría para que eso siguiera siendo así) que haya quien lo alabe y lo celebre. Aunque ejerciendo también mi derecho a la libertad de expresión le deseo al que eso opine sobre este tratado sobre la desvergüenza que cuando le despidan, su indemnización la done íntegramente a los Caídos de la División Azul (para que siga la fiesta).

Poco podemos hacer porque este Gobierno nuestro (Mariano, si esto es Gobernar para todos, por mí no lo hagas, te lo pido por favor!) tiene una mayoría absoluta que no se salta un monárquico (no sé porqué los de etnia gitana van a tener que seguir presumiendo de sus habilidades de “arrebrincatapias” cuando sin ir más lejos el Yernísimo parece ser que, presuntamente, todavía mantiene una agilidad de deportista de élite en lo que a colarse en territorio ajeno para beneficio propio se refiere) . Sólo nos queda la protesta cívica y organizada (lo siento, pero yo la violencia sólo la trabajo en lo verbal, y procuro respetar las normas y sobre todo, al vecino, que no tiene la culpa de mi cabrero sino que es un compañero en la indignación aunque no lleve copyright (ya os dije lo que me pareció en su día todo el tema del 15-M y aledaños y lo mantengo).

Iñaki

Este montaje y lo de que Undargarín sacaba sus informes del Rincón del Vago” son mis favoritos sobre el tinglao éste.

En estos momentos en los que estamos tocando fondo (en el mejor de los escenarios) en lo económico, no estoy a favor de una huelga general (que además tampoco iba a servir de gran cosa y, sobre todo, es lo que desea el Gobierno para que quedemos nosotros mal ante la opinión pública internacional con un ejercicio de insolidaridad y falta de esfuerzo común ante la terrible situación que atravesamos y luego la Merkel venga a darnos unos Bundes-azotes). Los que trabajamos (esos dichosos especímenes de Homo Hispanicus Laboralis en peligro de extinción) muy duro cara día para conseguir levantar una empresa no porque la vayamos a heredar, sino para salvar nuestro empleo y el de otros y así entre todos conseguir que no se nos vaya a pique el chiringo nacional, el europeo y el global, sabemos que no nos podemos permitir perder un día de faena porque el resto del mundo seguirá girando lo queramos o no. En mi opinión, si queremos ser responsables pero solidarios a la par que contestatarios, debemos protestar los días de asueto (y en el horario de las personas de bien). Sé que es una propuesta un poco radical, pero es que la revolución no debe de estar reñida con la sostenibilidad.

Por eso mi consigna es empezar a montar las barricadas mentales del “No pasarán”, pero ganarles en su terreno con productividad y eficacia. Y a eso, que sepamos, a los “”””comunistas”””” no nos gana nadie cuando nos da la gana… ;p

Nos vemos mañana día 19 de febrero en Madrid a eso de las 12.00 en la Plaza de Neptuno (y en el resto de ciudades de la Federación! …ains, soñar es gratis).

Y tú ¿dónde estabas aquel 11 de septiembre?

WTC

Siempre me había fascinado esa pregunta que se hacían muchas veces los personajes de las películas americanas: ¿dónde estabas cuando asesinaron a Kennedy? Lo que no sabía es que algún día viviríamos uno de esos momentos críticos en la historia de la humanidad, aunque nos pese.

Bueno, por suerte también vivimos la caída del muro de Berlín, otro hito fundamental de la historia contemporánea. Pero el 11-S es uno de los sucesos más terribles que hemos tenido la desgracia de “presenciar”: desde luego nos es peor que los tsunamis que han ocurrido en los últimos años, o tragedias tan terribles y que tan bien recordamos como la erupción del Nevado del Ruiz. Pero es que eso fueron asuntos de la Naturaleza (y quien puede culparla…). Los atentados del World Trade Center (como los posteriores de Madrid y Londres) fueron obra humana, algo que debería avergonzarnos a todos. Aunque si recordamos las heroicidades de anónimos que los acompañaron nos podemos reconciliar con nuestra raza…

Como todos, jamás olvidaré aquel día. Yo estaba en Frankfurt, trabajando en las oficinas de Nintendo of Europe en el barrio de Bornheim Mitte. Tenía 27 años y estaba en Alemania desde hacía cuatro meses. Cuando nos enteramos de que un avión se había estrellado contra una de las Torres Gemelas todo el Departamento de Localización y Testeo se revolucionó. Conectados a Internet tratábamos de recibir más información. Recuerdo que llamé a mi madre para decirle que pusiera la televisión. No se lo creía. Mientras hablaba conmigo el segundo avión se estrelló contra la Torre Sur. Ella lo vio en directo. Yo nunca podré olvidar la emoción de su voz.

Como tampoco olvidaré la cara de nuestro Supervisor, un afroamericano militar en la reserva, mientras trataba de sintonizar uno de los televisores que utilizábamos para jugar. Era la cara de un soldado en guerra. Y el mundo nunca volvió a ser igual.

Ni nosotros tampoco.

Un mundo de hijos únicos

Cuando yo era niña casi todos teníamos hermanos. El famoso Baby Boom todavía coleaba así que, si tomamos como ejemplo el bloque en el que vivía, de entre las veinte familias que lo formábamos aún quedaba alguna que hoy llamaríamos numerosa; aunque en la mayoría de los casos éramos dos (los que tenían “la parejita” se plantaban más rápido que los concursantes del “Un, dos, tres”). Sólo había un hijo único en el bloque.

En el cole pasaba igual: los que no tenían hermanos eran rara avis y había un montón de tópicos y leyendas urbanas que los rodeaban: el cliché habitual los definía como mimados, egoístas, caprichosos y poco proclives a compartir sus fascinantes juguetes de único vástago (las cosas como son, los Reyes solían ser más generosos con ellos puesto que no había que repartir…). La leyenda urbana más habitual era, y hay que ver la crueldad infantil hasta que punto llega, que eran adoptados. La realidad es que seguramente muchos de ellos fueran como Ross, “milagros médicos”, porque supongo que eran muy escasas las familias que tenían sólo un hijo porque así lo querían. La mayoría de las mamás no trabajaban fuera de casa así que la vida era muy distinta por aquel entonces…

Nocilla

Tampoco digo que fuera una sociedad perfecta…

Es evidente que los tópicos son solo eso. Sobre todo porque en las décadas de los ‘70 y ’80 era casi imposible ser un mimado (bueno, en el barrio de Salamanca y similares no lo sé, hablo de las áreas proletarias o rurales en las que nos criamos la mayoría de la población, claro). Para empezar los sueldos eran bajísimos y daban para vivir y poco más. Los caprichos eran para los ricos, la Coca-Cola para los cumpleaños y las bicicletas, para el verano. De vacaciones íbamos a casa de los abuelos al pueblo a hacerles desear que llegara septiembre para poder respirar un poco de paz y, si ibas a la playa, era a costa de dejar lo del video VHS para el año siguiente y te pasabas dos semanas de camping para acabar con los pies bronceados a rayas gracias a esa aberración de la moda: las sandalias cangrejeras de agua (ahora va Prada y las pone de moda otra vez y yo me cago hasta en Coco Chanel).

Recibíamos juguetes básicamente dos veces al año: en tu cumpleaños y por Navidad. A mi hermano y a mí nos hacían un regalo adicional (limitado a la estratosférica cantidad de 1.000 pesetas) al terminar el curso si habíamos sacado buenas notas. Había que hacer muchas cábalas para invertir bien el billetito de marras…

De ropa ni hablemos: me he pasado años luciendo los modelitos descartados por mi prima la mayor. Algunos estaban guay, pero recuerdo con especial inquina un trajecito de falda pantalón de pana color mostaza que mi madre encontraba monísimo pero que le hizo mucho daño a mi autoestima durante la durísima pre-adolescencia de una niña de esas de, digamos, “lento desarrollo” pero miopía precoz. Y no sigo con los traumas provocados por esos chándal de mercadillo con la cara de Mickey (o un tejón con psoriasis, porque para ver al personaje de Disney en ese engendro había que tener mucha imaginación) o las zapatillas de deporte “Paredes”. Uf, lo que tuvimos que ahorrar para comprarnos las primeras Nike o los ansiados Levi’s 501, aunque después nos quedaran como el culo…

Mirinda

¡Vaya si lo era! Bueno, en realidad lo es, porque se sigue comercializando en otros países…

No os tengo que explicar cómo han cambiado las cosas: en este mundo de mierda que hemos montado entre todos (“¿qué me dices? ¿que los indignados del 15-M también han colaborado? pues sí, la culpa la tenemos TODOS, que los bancos no nos han puesto pistolas en el pecho para aceptar las leoninas condiciones de sus usuras”) resulta que hacen falta dos sueldos para que una familia pueda subsistir.

Pero no nos engañemos, el problema no es sólo la inflación disfrazada de redondeo del euro ni la burbuja inmobiliaria y sus estragos: gran parte del problema es nuestro consumismo y el ansia viva que nos corroe. El hecho de no haber tenido caprichos en la infancia (porque la verdad es que de lo básico no nos faltaba de nada gracias al esfuerzo de nuestros padres, que se dejaban la piel empeñados en que sus hijos “fueran más de lo que ellos fueron”) nos tiene traumados y no nos deja acordarnos de lo afortunados que somos y por lo tanto, disfrutar de nuestra posición de privilegio (y mejor que no lo pensemos mucho o puede que el sentimiento de culpa tampoco nos deje vivir).

El resultado es que estamos siempre frustrados y siempre queremos más. Saciamos (momentáneamente) nuestra angustia existencial con iPads, Halcones Milenarios y zapatos de 300€ que después no nos ponemos para no estropearlos, pero nos engañamos porque en realidad sabemos que los momentos más felices de nuestra infancia no nos los dieron las cosas materiales: horas de juego y diversión con hermanos, primos, vecinos, compañeros del cole o ese niño que pasaba por ahí, en esas interminables tardes de verano en las que la calle era tomada por los críos cuando el tráfico y el terror de los padres todavía no se la había arrebatado para siempre.

Ahora la mayoría de los niños son hijos únicos. No tenemos tiempo ni ganas de más. Muchos tampoco se lo pueden permitir económicamente pero, la mayoría de los que sí podemos, no estamos dispuestos a tener ni un gramo menos de lo que ahora tenemos en aras de un supuesto aumento de nuestra felicidad familiar.

Nuestros hijos lo tienen todo. Es más, les compramos las cosas antes de que sepan siquiera que las quieren. “¿Qué mi hija no va a tener unos patines? De eso ni hablar, unos patines no: cuatro”. Eso es lo que te decían las madres de antes, sólo que las de ahora hemos perdido el sentido del humor y de la ironía así que lo decimos en serio. Estamos criando pequeños monstruos de egoísmo que no toleran ni un ápice de aburrimiento en sus vidas y los padres nos hemos convertido voluntariamente en sus esclavos.

iToilet

No estoy mirando a nadie…

Que conste que donde digo padres digo abuelos, que es increíble como ese implacable Harvey que lo primero que hacía al llegar por la puerta era quitarnos el canal que estábamos viendo alegando que “seguro que era una birria” y nos torturaba con domingos interminables de Estudio Estadio, se conozca ahora la programación de Clan mucho mejor que la del Teledeporte…

Pues a pesar de tenerlo todo, no valoran nada. Nada les distrae más de cinco minutos y al rato de abrir el envoltorio ya lo han desechado. A veces prefieren hasta jugar con la caja! Pero bien pensado sí hay algo que les falta: el tiempo y la atención de sus padres, todo el día trabajando para comprar videoconsolas y bolsos epatantes y regresando a casa estresados y agotados… Qué pena de vida…

Me largo a jugar con mi hija!

Se me enciende la sangre…

Resulta que va a hacer 20 años que tengo derecho al voto. Y en este tiempo, lo he ejercido en todas las ocasiones excepto en unas municipales y autonómicas (reconozco que estaba de resaca aquel día, sí, es que yo fui joven una vez…), aunque también os digo que el próximo domingo habría renunciado a él por ver a amigos a los que parece que el destino no está por la labor de acercarme.

He votado en blanco en dos ocasiones: hastiada de que todos parecieran los mismos perros con el mismo collar (y os juro que, a pesar de ser licenciada en Derecho, la gente hasta me hacía dudar de si mis votos iban a ir a parar al partido político que obtuviera la mayoría, de tan emperrados como estaban en que ERA ASÍ. Sí, es que en este país todo el mundo sabe mucho de política: en los bares.

Jamás he introducido en un sobre una papeleta del PSOE ni del PP, ni de CIU (y lo digo con orgullo, aunque desde luego el que lo haya hecho estaba en su derecho; pero “de mis manos frías y muertas”…). Siempre he votado a un partido de izquierdas, pero de las de verdad (de esos que llaman y se llaman “comunistas”, aunque la mera palabra suene a añeja y de urticaria). De los que casualmente llevaban en su programa muchas de las reivindicaciones que ahora están pidiendo los manifestantes de Sol (y he tenido que escuchar cosas como “esa gente no tiene programa”, “todo eso son utopías inalcanzables” y lo mejor “yo les votaría pero es que no van a ganar”).

Me duele la boca de explicar que ganar las elecciones no es la única manera de hacer cosas que cambien el país y la manera de gobernarlo (menos mal que nacionalistas vascos y catalanes nos lo llevan enseñando desde el origen de la democracia, porque sino…).

Me considero una persona de izquierdas por creencia pero además porque tener esa ideología es una esas cosas que he heredado de mi familia y que he mamado. He arengado, he arrastrado a gente a colegios electorales aún a sabiendas de que iban a votar a partidos de derechas, sólo porque creía necesario acabar con la apatía de muchos amigos que pasaban del tema.

Me manifesté contra Bush padre en la primera guerra de Irak y contra Bush hijo en la segunda (y por extensión contra nuestros gobiernos de entonces que les rendían pleitesía, OTAN mediante). Gritamos ¡no a la guerra! hasta que nos dolió el alma: Nadie nos escuchó. Ahora me dicen que va a ser distinto porque esto nos afecta a nosotros: pues me jode que nos importe más nuestro estado del bienestar que la puta vida de otros sólo porque no los conocemos… Joder qué solidarios somos!

He estado a punto de afiliarme al partido en varias ocasiones. Reconozco que me ha podido la pereza y que me repatea que una ley electoral injusta diluya los votos de miles de personas y convierta nuestras papeletas en papel mojado: está claro que mi voto vale menos, pero eso no me ha frenado a seguir haciendo que vaya a parar a una urna (este año lo podré meter yo, qué cosas…).

Fui una de las pocas gilipollas que fueron a la huelga del 29 de septiembre. No porque lo dijeran los sindicatos, ni por fastidiar a ningún partido: porque creía que era justo. Porque la reforma laboral del gobierno me parece un paso a atrás en el avance por los derechos de los trabajadores. Justo lo que yo soy. Lo que mi familia es. Lo que son mis vecinos. El jefe del jefe de mi jefe de entonces (cargo gordo donde los haya) me pilló por banda en un pasillo de la empresa y me dijo al oído: “¿Es verdad que vas a hacer huelga? Si es que eres una roja…” Luego me dio un abrazo. La vida es así…

Pues ahora resulta que yo, esa roja (roja de mierda para algunos), me he convertido en sospechosa de fascismo. Y todo por tener lo que yo considero un sanísimo escepticismo ante un movimiento cuyo momento y lugar me parecen sospechosos (y me lo parecen sin haber visto Veo7, ni Intereconomía y habiendo estado bastante apartada de Twitter y otros medios de comunicación en los últimos días: es MI opinión, algo que parece escaso en estos tiempos).

Me parece absolutamente maravilloso que la gente se manifieste (hasta cuando el Foro de la Familia reivindica lo que ellos consideran verdadero y aunque yo esté infinitamente en contra, están ejerciendo un derecho constitucional y elevando sus voces y eso es la democracia) y me encantaría que detrás de todo ello no haya sino el interés más puro por mejorar un sistema que está podrido hasta la médula. Pero ¿no tengo el derecho a mantener cierta frialdad y no entregarles mi alma política hasta no ver que la cosa es auténtica y que no se va a desvanecer cuando los barrenderos se lleven los restos de la resaca electoral?

Muchas de las reivindicaciones que tienen se podría estar ya en fase de obtenerlas (otras creo que son absolutamente imposibles porque por suerte este país no es una isla caribeña aislada del mundo que le rodea y la sombra del capitalismo es alargada: y qué coño, porque ni en pedo ninguno de los idealistas que tenemos en Sol –ni en cualquier lugar de España y me incluyo la primera- va a renunciar a su coche o sus Nike o su iPhone o a sus vacaciones en Ibiza ni muchas cosas que son posibles gracias al sucio engranaje establecido, no seamos hipócritas) si mucha más gente hubiera introducido ciertas papeletas en las urnas. No nos engañemos: la burbuja inmobiliaria, entre otros males, la escogimos nosotros “atachada” a los partidos políticos mayoritarios que elegimos. El bipartidismo, otro invento que nos colaron los americanos como el Halloween…

Soy demócrata porque la democracia es imperfecta pero es la mejor de las opciones que tenemos para gobernarnos en paz y libertad. En democracia las cosas se cambian en las urnas y las ideas se pueden cambiar en las calles, sí señor. Así que iré a Sol a ver lo que hay y me gustaría volver creyendo firmemente que no hay intereses partidistas detrás de todo este tinglao. Pero lo que de verdad me encantaría es que la gente que, quizá por primera vez, se está planteando que tienen una conciencia política y social la conserven hasta las elecciones generales. Voten lo que voten.

Ale, ya podemos dormir tranquilos que se han cargao a Bin Laden

Bin Laden

Bueno, todavía nos tenemos que preocupar por el Coco y el Hombre del Saco, pero la cosa va mejorando…

Es que es indignante! Estos señores se inventan (crean, diseñan, educan, como lo queramos llamar) al malo malísimo, culpable de todo lo que ellos han hecho y ahora, justo ahora, mira tú por donde, se lo cargan. Vamos, lo asesinan (suponiendo que sea él, claro, como para fiarse…). Porque que yo sepa a este señor no lo han juzgado… (aunque tampoco me hubiera gustado nada volver a ver una pantomima como la que se montaron con Sadam) ¿Cómo se atreven a darse palmaditas en la espalda? Y ya de paso, ¿cómo es posible que los gobiernos de todo el puto “mundo libre” se congratulen con la noticia, feliciten a Obama y se atrevan a decirnos que ahora el mundo es un lugar más seguro??

Para mí el mundo será un lugar más seguro el día que los señores oscuros del Pentágono y la CIA dejen de ser los auténticos gobernantes del planeta. Bin Laden sería un hombre tan de paja para al Qaeda como lo es el mismísimo Obama para los amos a los que rinde vasallaje, y no me extrañaría nada que los auténticos Mandamases de los unos y los otros se estén ahora mismo fumando un puro juntos.

El momento que han elegido también es escamante, con revoluciones por todo el mundo islámico… Si lo piensas, da bastante miedo pensar en qué puñetas estarán planeando mientras nos obsequian con un cortinón de humo que sería la envidia de los directores de campaña más prestigiosos. Más nos vale tener los ojos bien abiertos.

A mí todo esto me sigue recordando a ese capítulo del Show de Sarah Silverman en el que intentaba cargarse a todo tío con barba que se cruzaba en su camino por si acaso era Bin Laden, sólo que aquello tenía más gracia…